sábado, 29 de mayo de 2010

Plan 83: Cabezas de Hierro desde Rascafría

  1. Lugar: Valle del Lozoya - Cuerda Larga. (Sierra de Guadarrama).
  2. Momento: Esta tarde salimos para vivaquear por el Río de la Angostura, y mañana haremos la ascensión en sí.
  3. Plan: Idea 16 de la lista de posibles planes montañeros: Ascensión a Cabezas de Hierro por el Arroyo de Valhondillo. Esperamos encontrar los tejos milenarios. Bajada o bien al Puerto de Cotos por las Cerradillas, o al de Navacerrada por Cuerda Larga.

sábado, 22 de mayo de 2010

Desde ayer creo en el zodiaco

Nunca me he tomado en serio el horóscopo. Las pocas veces que lo leo es por puro aburrimiento, y para confirmar mi escepticismo al respecto.

Pero ayer vi la luz. En un periódico, eso que los entendidos llaman "mi signo" (como si me perteneciera o viceversa) rezaba lo siguiente:

"Vas a encontrarte genial en todos los sentidos, estarás pletórico y muy activo".

Eso no puede ser una casualidad: Es absolutamente improbable que hayan acertado "al tuntún" lo diametralmente opuesto a la realidad. Pero también hay que ser cabrones para recochinearse del estado de ánimo de la gente con tal sarcasmo...

...Bueno, reconozco que, al menos, lograron hacerme reir... como casi siempre que leo el horóscopo.

martes, 18 de mayo de 2010

A la memoria de Ronnie James Dio (1942 - 2010)

He must be over the rainbow...

lunes, 17 de mayo de 2010

No encontrado 82: En busca de las clavijas perdidas...



ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. Tampoco es del todo recomendable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto (que nunca debe entenderse como una "guía"), y por tanto de sus consecuencias. Zona especialmente apta para enriscarse y/o despeñarse. En esta ocasión más que nunca, no hacer caso ni imitar al que escribe esto.



...Y lo peor no fue no encontrar la Ruta de las Cabras y sus clavijas, sino que volví a cometer el error de ponerme a trepar sin demasiado criterio. En mi empeño de subir, me puse a buscar una trepada alternativa a la mencionada ruta, por la zona al oeste del Risco de la Encina, y di con una especie de chimenea inclinada en la que me fui encontrando con varios pasos no difíciles pero incómodos (de II, quizá algún que otro II+), y me puse alegremente a superarlos sin saber a dónde me llevaba aquello, ni preocuparme demasiado de si sería capaz de destreparlos en caso de tener que volver por el mismo sitio. Y todo eso yendo solo. Una cagada.



Lo que más me preocupa es que lo hacía con no sé qué extraña sensación de seguridad en mi mismo. Y cuando vi que tendría que volver por el mismo sitio ya sí me puse más nervioso. Pero no tanto como en ocasiones anteriores, quizá menos comprometidas.



Se podría pensar positivamente, diciendo que estoy perdiendo el miedo. Pero la paradoja es que lo que me da miedo es pensar que quizá, inconscientemente, me empiece a importar todo un bledo. No me arriesgo en la vida normal o real porque siento que no me satisface hacerlo, y voy y me juego el pescuezo en la montaña. ¿Qué clase de droga es ésta? ¿Hasta qué extremo hay que llevar eso de "vivir o escapar"?



Quizá exagero, destrepé sin demasiado problema, pero lo cierto es que tampoco estaba muy tenso cuando analizaba la situación, y desde luego ahora lo estoy pensando en frío: Con esa misma mentalidad despreocupada con la que subí, podría meterme alguna vez en un verdadero lío... No sé, seguramente tiene que ver con mi momento personal actual.



Lejos quedó no ya La Maliciosa, sino incluso la propia Sierra de los Porrones. No tuve ganas de mucho más, salvo de volver tranquilamente a Mataelpino. Y, por segunda vez consecutiva, termino una excursión montañera sin sentirme lo más mínimamente frustrado por quedarme a menos de la mitad de lo planeado. Qué más da. Como todo. Cuanto menos sienta, menos me frustraré. Resignación, le llaman.



No obstante, buscaré más información acerca de la Ruta de las Cabras. Si encuentro algo más claro, igual me animo a poner este plan en la lista de "pendientes". Si no, me olvidaré de él. Lo dicho, me da igual.

sábado, 15 de mayo de 2010

Plan 82: Las clavijas de la Ruta de las Cabras

  1. Lugar: Sierra de los Porrones (Guadarrama).
  2. Momento: Mañana domingo.
  3. Plan: Idea 19 de la lista de posibles planes montañeros: Subir a la Cuerda de los Porrones por la Ruta de las Cabras, equipada con algunas clavijas. Partiré de Matalpino, seguiré el GR 10 hacia Manzanares y, desde las inmediaciones de la Ermita de San Isidro (sí, muy apropiado, pero no intencionado), cogeré la senda hacia el Risco de la Encina, por donde se encuentra la Ruta de las Cabras. Después, y si no encuentro problemas en superar la trepada, seguiré por la Sierra de los Porrones hasta hacer cima en La Maliciosa, para luego bajar, o de nuevo a Matalpino por el Arroyo de la Gargantilla, o a Navacerrada por el Collado del Piornal y La Barranca. La subida hasta la Sierra de los Porrones se puede ver en el mapa de La Pedriza (1:15.000) de La Tienda Verde.

viernes, 14 de mayo de 2010

APOTEÓSICA ESCAPADA 81: TRANSATLANTIC EN DIRECTO

Decía en la entrada sobre el plan que esperaba mucho de este concierto. Pero tantísimo, creo que no: El de anoche creo que es, sencillamente, uno de los dos o tres mejores directos que he presenciado en mi vida (la duda entre el dos o el tres la tengo con respecto al mejor que he visto de Dream Theater). Y tengo apuntados hasta 220 conciertos totales...

En una estadística en la que, seguro, la actuación de anoche ocupa en "top 1" es en la duración. El grupo estuvo tocando, en tiempo neto (descontando el descanso intermedio) tres horas y diez minutos. Empezando por ahí, cualquier aspecto que me ponga a analizar sobre tal apoteosis es un absoluto privilegio, una suma de lujos que hicieron que el precio de la entrada pareciera, más que gratis, pagado por el grupo al atónito y emocionado espectador.

Aunque hay que decir que el primer lujo me lo curré yo: Procuré estar allí lo antes posible para hacer cola, y logré situarme en segunda fila. La ocasión lo merecía; nada mejor para empaparse del virtuosismo de los cuatro increíbles instrumentistas. La batería, situada en un lateral muy cerca del borde del escenario (en vez de la típica posición trasera), me permitió seguir con todo lujo de detalles las asombrosas evoluciones del grandísimo Mike Portnoy, al que tenía a unos cinco metros de mí. Podía ver perfectamente hasta las astillas de las baquetas saltando por los aires al ir rompiéndose por el golpeo. Y escuchaba la propia batería, no su sonido de las pantallas amplificadoras. Más cerca aún, justo enfrente, el bajista Pete Trewavas, excelente músico, muy profesional (curiosísima su mezcla de concentración y desenfado para con el público). Un poquito más lejos, pero nada, ahí al lado, el introvertido y absolutamente genial Roine Stolt a la guitarra. Ya en el lado contrario, el gran compositor y multiisntrumentista (aunque todos lo son) Neal Morse, del que poco había que captar pues las teclas de sus Hammond y Moog no se pueden ver desde abajo, aunque sí el sentimiento que ponía al cantar las partes más intimistas. Y al fondo (donde normalmente va la batería), el "músico de apoyo" (miembro no habitual del grupo, aunque sí en directo) Daniel Gildenlöw, lo cual es como tener, de "futbolista de apoyo" a un Forlán. Nunca había visto tan de cerca, con tanto detalle, un concierto de este nivel de calidad. Eso sí, a veces era difícil elegir lo que quería apreciar: si me quedaba atento a las virguerías de Mike Portnoy, seguramente podía perderme algún solo magistral de Roine Stolt.

A medio camino entre el ambiente eufórico de un concierto de rock duro y la magia latente del rock progresivo, el planteamiento musical que tenía ante mis ojos y oidos era novedoso para mí. La elaboración instrumental está tan cerca de una banda de rock como de una pequeña orquesta. El ejemplo del "músico de apoyo" sirve para explicarlo mejor. Normalmente los grupos renuncian a los arreglos que hicieron en estudio cuando añadieron más instrumentos que músicos tiene la banda, y optan sobre el escenario por un sonido más sencillo y directo (salvo si usan samplers). Aquí Daniel Gildenlöw no sólo permite que esos instrumentos "de más" no dejen de sonar en vivo, sino que además añade detalles que en el disco no se incluyeron; su condición de multiisntrumentista le habilita para pasar constantemente de las guitarras al teclado y de éste a la percusión, y además hacer coros y voces. El más limpio y vistoso de los "trabajos sucios" o "en la sombra".

Con todos estos elementos se desarrolló un espectaculo musical de primerísima calidad, que fue de menos a más, con un sonido que inicialmente fallaba en algún aspecto, lo cual se fue corrigiendo poco a poco. En cualquier caso, aquello tenía tantísimos factores de matrícula de honor, que era difícil sentirse decepcionado por alguna cosa que sólo estuviera al 80%. Incluso algún aspecto podría ser discutible, pero su discusión caía en el olvido por alguna razón más poderosa. Por ejemplo, la actuación de Mike Portnoy fue espectacular, impresionante, pero igualmente podría reprochársele un cierto exceso de protagonismo, dada la importancia de que la batería esté en equilibrio con el resto del grupo; pero claro, si aquella lección magistral de ritmo era algo tan sumamente disfrutable, ¿cómo sentir decepción por el anterior argumento? Imposible; ver y oir a Portnoy era, sencilla e inevitablemente, babear.

Allí tenía, frente a mí, en el mismo concierto, a dos musicazos líderes de proyectos que han llenado muchas horas de mi vida en los últimos dos o tres años; dos grandes descubrimientos recientes como lo son la banda de Neal Morse y, sobre todo, los maravillosos The Flower Kings. Me parecía un privilegio impagable poder ver y escuchar al sueco Roine Stolt. Su forma de tocar la guitarra es de otra raza, de otra filosofía, de otro mundo: Elegancia, exquisitez, sutileza... Los gestos de emoción contenida del músico parecen contagiar al sonido de su instrumento, que parece hablar, sugerir, gemir, llorar... No es velocidad endiablada: es magia, es expresividad. Es el prototipo diametralmente opuesto del "guitar hero" del rock: algún solo lo acababa "escondiéndose" detrás del bajista; una humildad que huye del aplauso y que me parece que le hace más grande, si cabe.

La otra baza especial del concierto era el repertorio. Hablamos de rock progresivo puro, estructuralmente hablando; canciones concebidas y desarrolladas como sinfonías. El primer tema, que ocupó los 80 minutos de la primera mitad del concierto, fue el espectacular "The Whirldwind", la interpretación íntegra de ésta suite en doce partes que conforma su último disco. Así pues, la apoteósis, el clímax, fue algo que nació ya en los primeros minutos de la actuación. En la segunda parte, otras tres épicas de una media hora cada una, más dos temas (baladas) de duración convencional. Buscando hueco entre todo ello, constantes improvisaciones, trocitos de canciones metidos de manera asombrosa donde nadie espera, a veces con sentido humorístico. Y muy buen gusto; Stolt por ejemplo adornó uno de sus múltiples solos con las notas del "Abandon´s Bolero" de los históricos Emerson Lake & Palmer.

El ambiente era curioso. Como dije antes, a medio camino entre el rock duro y el progresivo. Suficientemente calmado como para poder disfrutar con tranquilidad de los detalles y de las sutilezas, pero más animado de lo que se imagina uno en un concierto de rock sinfónico. De hecho, había cierta sensación de dificultad de acierto en la empatía del público hacia lo que tocaba el grupo; a veces la euforia impedía la necesaria calma de los momentos más intimistas o detallistas. Pero es que era un espectáculo de muy diferentes colores, de sensaciones variadas, y costaba controlarse. En cualquier caso, el grupo no dejaba de motivar al respetable. Y en eso de nuevo el showman principal era Mike Portnoy. No tengo que explicar el subidón que supuso para un servidor cuando durante los prácticamente 30 minutos de "Duel With teh Devil" apareció ataviado con la camiseta del Atleti.

Y al hilo de lo anterior, pero mereciendo párrafo aparte, espectacular fue la improvisación que tuvo lugar durante el último tema, "Stranger in your Soul". En un momento dado, Neal Morse abandona los teclados, se dirige al lado contrario del escenario, y se pone a tocar la batería a cuatro manos con Mike Portnoy. Poco a poco, Portnoy se va desplazando hacia fuera, hasta dejar solo a Morse, que se queda tocando con un nivel espectacular, como si fuera su puesto habitual. Ya fuera, Portnoy se pone enfrente suyo haciéndole movimientos con sus baquetas a Morse como si fuera un director de orquesta, e incluso luego le acompaña golpeando los platos. Como aún no es suficiente para Portnoy, mientras Morse a la batería y el resto de la banda siguen tocando, aquel aprovecha su "escaqueo" para tumbarse encima del público, al que va dirigiendo desde arriba para que cientos de manos le desplacen por la sala. Ahí vuelve. ¡Vaya, me lo echan encima! Efectivamente, el que escribe esto colabora en el regreso de Portnoy al escenario. Pero aún sigue sin ser suficiente para Portnoy: Acto seguido, le "roba" el bajo a Pete Trewavas y se pone a tocarlo. ¿Qué hace Trewavas ahora? Fácil: no olvidemos que Neal Morse, que sigue a la batería, ha dejado vacante un puesto de teclista: allí que se va Pete. Con más de medio grupo practicando el intrusismo instrumental (valga el trabalenguas), el bueno de Roine Stolt, como buen sueco, se ve casi perdido en medio de tal espectáculo de gamberrismo. Luego, poco a poco, los miebros de la banda van recuperando su sitio original, y recuperan la canción donde la habían dejado, pero sin haber dejado de tocar en ningún momento. Tan divertido como impresionante.

Pero, al margen de todo, de virguerías y de shows, la música de Transatlantic, su estilo y sonido en sí, me transmitió muy buenas vibraciones en directo: La fantasía musical hecha realidad se llama rock progresivo. Y eso que sigo considerando más interesantes las composiciones y los discos de los grupos de procedencia de sus miembros. A ver si el interés que parece estar causando este grupo anima a Neal Morse y a The Flower Kings a presentarse próximamente por aquí... sería otro privilegio impagable.


SET LIST

"The Whirlwind"
"All of the above"
"We all need some light"
"Duel with the devil"
"Bridge across forever"
"Stranger in your soul"

(si, sólo seis temas en más de tres horas: lo dicho, rock progresivo...)

jueves, 13 de mayo de 2010

Cumplido un sueño... (plan 80)

¡AUPA ATLETI!
¡AUPA ATLETI!
¡AUPA ATLETI!
¡AUPA ATLETI!
¡AUPA ATLETI!

lunes, 10 de mayo de 2010

Fracasado plan 79: Un "matao" por Gredos...



ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. Tampoco es del todo recomendable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto (que nunca debe entenderse como una "guía"), y por tanto de sus consecuencias.



Más allá de lo muy, pero que muy lejos que estuve de llegar a completar ni la mitad de lo planeado (del itinerario inicialmente pensado sólo llegué a la Quebrada del Judío), la sensación de fracaso a la que me refiero en el título de la entrada tiene que ver sobre todo con lo poco que disfruté, con la sensación de pérdida de tiempo, y con la escasa o nula apreciación de esos sentimientos montañeros que me hacen volver una y otra vez a estos lugares y paisajes.





El primer día, miércoles por la tarde, tuvo que ver con mis problemas personales. Si en mi ascensión al Posets del año pasado la montaña fue un bálsamo para olvidarme de las preocupaciones que había tenido los días previos, en esta ocasión parece que resultaba al revés: En Madrid había estado tratando de no pensar, y al verme en medio del monte con la perspectiva de estar cuatro días solo, se me vino todo encima; no me sentía agusto.



Al día siguiente, sin embargo, ya parecía haberme despreocupado, al tener que pensar en la propia excursión. Pero tampoco me duró mucho la alegría: los agradables robledales, las impresionantes vistas del Almanzor, pronto dejaron paso a una ruta tediosa, larga, con demasiadas pistas forestales, más de las que imaginaba... ¿dónde están esas estrechas sendas de montaña? ¿Dónde está el terreno agreste y natural?





Pero el principal problema es que no calculé bien el esfuerzo de la excursión. Ni la dureza de la ruta en sí, ni mi propio estado de forma. Hacía, mucho (años) que no superaba estos desniveles de practicamente 2000 metros de la vertiente sur de Gredos desde su base con macutón de cuatro días. Cada nuevo tramo de pista me iba costando más y más. Y a eso se sumaba lo tedioso del panorama en ese tipo de feos caminos anchos, ayudando poco al mejorar el ánimo. Yo iba viendo cómo los horarios calculados inicialmente iban acumulando retraso, al tiempo que me cansaba más y más. Por otro lado, en la subida final no iba muy sobrado de agua, estaba bebiendo poco más de lo justo para no tener sed, y aún así estaba cerca de gastarse toda, contando apenas con los manantiales de la propia Quebrada del Judío, punto en el que se alcanza la cuerda principal de Gredos.



Para cuando llegué a la Quebrada del Judío, bastante tenía con poder reponer agua y contar con una pequeña pradera, como una isla en medio de los neveros, para poner la tienda. No sólo me había quedado muy lejos de lo planeado, sino que con mi estado físico, cercano ya al malestar, no tenía la más mínima apetencia por seguir ni siquiera al día siguiente, salvo que me recuperara con el descanso nocturno. Y además es que me daba igual, no me sentía frustrado, ni con rabia por renunciar al objetivo, como con el tercer intento de ascensión a La Covacha. Estaba tan hecho polvo, y tan aburrido por lo feo del itinerario a base de pistas, que no sentía ni de lejos la "llamada del espíritu montañero". Por otro lado, el lugar era tan bonito y vistoso como cualquier otra zona culminal de montaña, pero no me sentía "allí", no precibía mi apego hacia este tipo de lugares. Sólo recuerdo una sensación parecida de otras dos veces anteriores: En el vivac que hicimos en la ascensión al Aneto en 2005, y ese mismo año el segundo día de la travesía por Aigüestortes. Pero esta vez, además, estaba solo. En cualquier caso, que difícil se hace que lo que más te gusta tampoco te funcione a veces...



A todo esto, hacía tanto frío por la Quebrada del Judío, que creí que allí sería una noche muy dura incluso con la tienda, sobre todo porque tendría que meterme enseguida en ella para no quedarme tieso, y permanecer tumbado tantísimas horas me parecía una calamidad (en esa tienda no se cabe de otra forma, ni sentado). Así pues, tuve que hacerme a la idea de volver a bajar unos metros hasta un lugar más adecuado, a pesar del medio mareo que tenía ya por el cansancio. Me tomé un gelocatil, comí un poco, y me puse a bajar hasta encontar un sitio mejor. Afortunadamente, pude dormir muy bien, y extensamente (más de nueve horas).



Al día siguiente, ya volviendo, me sentía mejor. Es cierto que me seguía cansando cada muy poco, y tenía que parar; en el segundo o tercer descanso incluso tuve que echar una cabezada... Luego ya pude tomarme con más ánimo el resto del regreso, pero sin dejar de tener la sensación de que había perdido tontamente estos días que me había pillado de vacaciones. No me servía de consuelo el ver que la meteorología también iba empeorando.





Como dije en el plan del vuelo en globo, escapar es mucho más que el lugar o que la actividad que llevas a cabo.



Descripción técnica de la ruta.

sábado, 8 de mayo de 2010

Plan 81: Transatlantic en directo

  1. Momento: Próximo jueves.
  2. Lugar: Sala La Riviera, Madrid.
  3. Plan: Y para celebrar el plan anterior (o consolarnos del mismo), al día siguiente podremos disfrutar del privilegio de ver tocar a estos musicazos de Transatlantic. Espero mucho de este concierto (lo cual es peligroso...)

Plan 80: El Atleti en una final europea.

  1. Momento: Próximo miércoles.
  2. Lugar: Hamburgo.
  3. Plan: La que viene es una semana de eventos muy esperados por mí. El primero jamás pensé que sería un plan de este blog, sobre todo porque jamás pensé que el Atleti llegaría tan lejos, pero también porque el fútbol no parece pegar con la filosofía que suelo transmitir aquí; pero es que en este caso, se trata más bien de un sueño de cuando si era más futbolero, en mi infancia y adolescencia: lo que no pude disfrutar entonces, llega ahora que apenas veo algún partido muy de vez en cuando. Pero no deja de ser una ilusión pendiente. Por otro lado, mi filosofía tampoco consiste en huir sistemáticamente de lo que le interesa a la inmensa mayoría: eso sería el equivalente simétrico al borreguismo: otro tipo de borreguismo, vaya; Al fin y al cabo, no puedo negar que me encanta cierta bebida refrescante aromatizada... Y, ¡qué narices!, para mayorías, ya están los del Madrid y los del Barça... ;)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Plan 79: De Madrigal de la Vera a Losar de la Vera por la cuerda del Peludillo al Cancho.

  1. Lugar: Sierra de Gredos. Concretamente, zona intermedia entre los sectores del Almanzor y la Covacha.
  2. Momento: Entre esta tarde y el sábado (dependiendo de la meteorología).
  3. Plan: Desde Madrigal de la Vera (primer pueblo cacereño al este), comenzar subiendo por pista de tierra hacia el NW hasta el Parrosillo, de ahí al N y luego al W hasta la Majada Somera; en algún punto de todo este tramo estimo que haré el primer vivac. Luego, al N por la Cuerda de Pelillos alcanzaré la cuerda a la altura de la Quebrada del Judío. Hasta este punto el itinerario coincide con la segunda mitad de la ruta 36 del libro de Gredos de Carlos Frías (ed. El Senderista), pero en sentido inverso. Haré un paseo al NNE para llegar a Sierra Llana a la altura del Puerto de los Peones y los Campanarios, para asomarme a la Garganta de Bohoyo y contemplar una nueva perspectiva de la misma desde aquí. Ya de vuelta en la Quebrada del Judío, seguiré por la cuerda hacia occidente, pasando por El Peludillo (2250 metros), la Portilla de la Lucía, el Alto del Horco (2162 metros) y Cabeza Pelada (2270 metros); esta segunda cima es el objeto de la ruta 38 del mismo libro antes mencionado. Supongo que haré el segundo vivac en algún punto de la cuerda antes de llegar a la cima del Cancho (2275 metros). Mi idea es seguir luego a la cima del Cancho, y continuar por la cuerda hasta algún punto de la Loma de la Cumbre; este tramo es parte de la ruta 40 del susodicho libro. Desde la Loma de la Cumbre, abandonaría la cuerda principal hacia el sur por alguna de estas dos cuerdas (la que vea más accesible): La Cuerda de la Peña o la Cuerda de las Horquillas. La idea es alcanzar la Garganta de los Cuartos para, por el camino del Puerto por Cuaternos, bajar ya hacia Losar de la Vera. O bien lo haría ya ese mismo viernes, o bien, si el tiempo está aceptable, preferiría quedarme a vivaquear en algún punto de la bajada, con posibilidad de baño en la garganta esa misma tarde o al día siguiente. Desde el Puente de Cuartos, subiría finalmente a Losar de la Vera por el Camino del Robledo. Como hipotéticas alternativas, existe la posibilidad de bajar a la vertiente contraria, la norte, hasta Bohoyo, Navalonguilla o Navalguijo.

domingo, 2 de mayo de 2010

Cumplido plan 75: "¡Eh, Petrel"



A partir de este momento, establezco "¡Eh Petrel! Diario de un navegante solitario" como la biblia o la piedra filosofal de ¿Viviendo o Escapando? Pocas veces antes he leido un libro que reúna tantos elementos comunes con mi actual manera de percibir el mundo y mi lugar en el mismo. Son tantas sensaciones, tantas reflexiones, que entiendo y comparto con Julio Villar, y tal la envidia que tengo por no sentirme capaz de hacer algo si quiera lejanamente similar a su extraordinario viaje, que no puedo dejar de destacarlo en este blog, acaso deseando que estas cibernéticas páginas se impregnen de parte de su espíritu, y ayuden a transimtir esta filosofía de vida.

No sólo es el valor de la hazaña conseguida (más de una vuelta al mundo en un velero ligero de travesías cortas). No sólo es el espíritu aventurero, el sabor de la libertad, o el escapismo simplemente físico. Es la sensibilidad, la apreciación de todas esas cosas de la vida que el ser humano se ha olvidado de valorar. Es la poesía de la vida, la grandeza de las cosas pequeñas, y la posibilidad de sentir que acaparamos la inmensidad. Es la naturalidad y la falta de prejuicios de otras culturas. Es la desnudez del alma. Es el contraste entre el mundo que hemos creado y aquel que nos olvidamos de entender hace siglos. Es la inmensa riqueza de no tener nada. Y es, también, el dilema entre lo que se gana en el viaje y lo que se deja atrás: la duda que plantea el nombre de este blog, o esa otra de: "¿Aquí... o allí?".

No puedo decir mucho más, solamente recomendar encarecidamente la lectura del libro a quienes compartan la filosofía de este blog, porque en sus páginas está todo dicho, y nada podría añadir yo. En el enlace de arriba, con el nombre del autor, podéis leer más acerca de "¡Eh Petrel!" Si tuviera que reflejar aquí las citas que merecen la pena del libro, la entrada sería kilométrica. Sólo abriré el apetito con el primer párrafo:

"Me voy. Largo amarras. La vida es mía y la tomo por la mano para irnos por ahí. Dejo atrás todas las cosas que no me gustan. Las cosas absurdas. Los señores que prometen con gestos paternales, los sistemas que envuelven y que hipotecan las alegrías de la vida."

Cumplido plan 78: "Alicia en el pais de las maravillas"

Efectivamente, tal y como me temía, no tengo mucho que añadir a la opinión general sobre la nueva adaptación de la famosa novela por parte de Tim Burton: Mucho ruido y pocas nueces. Una película que está bien, que se deja ver, y muy bonita y espectacular visualmente, además de bien narrada, pero sobre todo una película sosa, con poca chicha, con poca magia, con escasa emotividad, demasiado complaciente e infantil... ¿Dónde está la acidez y el ingenio de Burton? Sencillamente, Disney le ha domesticado.

Qué difícil me parece que debe ser impregnar de ese halo de magia a las películas fantásticas. Ésta "Alicia" está mucho mejor narrada y mejor hecha que, por ejemplo, El Imaginario del Doctor Parnassus, además de tener, como ésta, una muy valiosa estética, pero con eso no basta para lograr la sensación evasiva de este tipo de cine. Entiendo que esa magia puede ser un aspecto que, por sutil, sea muy subjetivo, pero en cualquier caso creo que es muy meritorio que el director sepa dar con ese espíritu.

Aparte de todo, aún tengo la cuenta pendiente de leer los libros originales de Lewis Carroll.

sábado, 1 de mayo de 2010

Plan 78: "Alicia en el país de las maravillas" (Tim Burton)

  1. Momento: Esta tarde.
  2. Lugar: En principio, en una sala 3D.
  3. Plan: Pues sí, ésta película es un fenómeno comercial de masas, ya la ha visto mucha gente, y además la opinión más generalizada está siendo la decepción. Pero, ¿podía faltar en este blog una alusión a la adaptación cinematográfica del cuento escapista por antonomasia dirigida por el realizador escapista por antonomasia?