Tras una período largo con una serie de excursiones mayoritariamente deportivas, un eventual regreso a las velocidades moderadas y sin estrés, con prolongadas pausas, vuelve a ser la manera de reencontrarse con el verdadero ritmo al que normalmente ocurren las cosas en la montaña y en el campo en general. Aunque he disfrutado de esos viejos planes ahora cumplidos (como los mostrados en la entrada anterior a ésta), o de alguno aún más cañero y claramente marcado por un objetivo “numérico”, al ralentizar las ambiciones ocurre como que te sincronizas con la cadencia de la naturaleza y, entonces sí, la disfrutas de verdad. Sin acritud a la moda de los corredores -por la que ya he dicho que siento curiosidad e incluso llegué a acercarme a ella y no descarto probar más de lleno en un futuro-, creo humilde pero sinceramente que si alguien ha pasado por los ambientes inhóspitos sin detenerse a saborearlos, entonces los ha dejado de telón de fondo o como mucho de decorado y se ha perdido el privilegio de convertirlos en un verdadero escenario o incluso en parte del elenco actoral.
"Todos somos mucha gente, todos llevamos a muchos dentro, personas con los mismos recuerdos que nosotros que nos van ganando terreno y al final nos sustituyen. En eso consiste la madurez. En no reconocerse". (Los años extraordinarios, Rodrigo Cortés)
martes, 26 de julio de 2016
El ritmo de la montaña
Tras una período largo con una serie de excursiones mayoritariamente deportivas, un eventual regreso a las velocidades moderadas y sin estrés, con prolongadas pausas, vuelve a ser la manera de reencontrarse con el verdadero ritmo al que normalmente ocurren las cosas en la montaña y en el campo en general. Aunque he disfrutado de esos viejos planes ahora cumplidos (como los mostrados en la entrada anterior a ésta), o de alguno aún más cañero y claramente marcado por un objetivo “numérico”, al ralentizar las ambiciones ocurre como que te sincronizas con la cadencia de la naturaleza y, entonces sí, la disfrutas de verdad. Sin acritud a la moda de los corredores -por la que ya he dicho que siento curiosidad e incluso llegué a acercarme a ella y no descarto probar más de lleno en un futuro-, creo humilde pero sinceramente que si alguien ha pasado por los ambientes inhóspitos sin detenerse a saborearlos, entonces los ha dejado de telón de fondo o como mucho de decorado y se ha perdido el privilegio de convertirlos en un verdadero escenario o incluso en parte del elenco actoral.
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