Gredos desde la cima de Cabeza Nevada o Mogota del Cervunal, Julio de 2021
No pretendo con esta entrada hacer una despedida definitiva, poner un punto final al blog, pero el caso es que, si tuviera que contestar con un sí o un no a la pregunta del subtítulo (lo cual admito que es demasiado simplista e impreciso), tendería más bien a la respuesta afirmativa. Y si tuviera que contestar al propio título del blog, diría que ambos: Estoy viviendo y estoy escapando (esto ya lo he afirmado en alguna entrada anterior).
¿Significa esto que ya está? ¿Qué ya he conseguido mi propósito cuando inicié el blog hace 13 años? Como he dicho, no es tan simple como para afirmarse taxativamente, ni mucho menos. Pero, releyendo aquella primera entrada de este sitio sobre el “plan de escapada general”, sí que tengo la sensación de haber llegado a un punto en el que vivo satisfecho de hacer lo que hago, sin necesidad de huir de ese mundo rutinario, convencional, o establecido, pero sin perder las ganas de escapar hacia lo que más me gusta sin que tenga que ser algo forzado o desesperado (también esto, explicado de otra forma, lo plasmé en algún post del año pasado).
No es el fin de ningún camino, al contrario: Es como haber dado al fin con la velocidad de crucero más o menos ideal para seguir. Tampoco es conformismo, porque de hecho en mi punto actual se podría estar forjando el cumplimiento futuro de sueños a los que nunca tuve claro que pudiera llegar a aspirar (bienvenida, escalada en roca). Pero sí que puede ser una cuestión de no crearse excesivas expectativas que puedan llevar a decepción. Todo lo que venga estará bien, sea lo que sea, sin perder la ilusión, porque de hecho lo que ya hago me merece la pena, sin que haga falta más, pero con la posibilidad de que pueda llegar a ser más. Como dice Jorge Egocheaga, autor del estupendo libro “Quizás vivir sea esto”, no agarrase a certezas, y hacer la vida más simple.
No sentir como decepción si me quedo un fin de semana sin salir a la montaña; sentir que cuando sí salgo sigue valiendo la pena; no sentir como frustración si no logro hacer cima o no subo por donde quería; sentir como un regalo cuando sí ocurre… Hace 13 años habría dicho que era necesario sentir esas renuncias con desencanto porque era ese mismo carácter el que permitía el “subidón” cuando todo salía bien, y el “gusanillo en la tripa” cuando me proponía cada plan. Pero los años nos cambian, y las cosas se acaban disfrutando (al menos en mi caso) de una forma más templada. Supongo que esa misma templanza es la que me permite no necesitar elegir entre el “vivir” convencional y el “escapar” ideal. Aunque algo queda de lo que fuí: la última vez que ha regresado mi “yo excesivamente anímico” ha sido cuando he sentido que la escalada en roca me decepcionaba respecto del rocódromo. Pero una vez asimiladas las diferencias (enormes) entre una y otra modalidad, y por tanto una vez superada la elevada expectativa que tenía en mi cabeza desde tantos años atrás, vuelvo a tener ganas de salir a la montaña con los pies de gato, el arnés y la cuerda.
Y el resultado de todo este proceso ya se está viendo en el propio blog: Apenas escribo entradas. Podría decir que es por falta de tiempo, pero lo cierto es que el tiempo lo uso en otras cosas, muchas de ellas dentro de lo que yo llamo “escapar”. Mejor escapar que contarlo. El blog nació para proponerme a mí mismo esa escapada, para impulsar mi ánimo hacia todos esos planes, y ahora ya no me hace falta, porque, sencillamente, salen solos, de manera natural. Posiblemente antes ya podría haber sido así, pero ahora soy consciente de ello. Y tal vez también sea por lo que cuenta el propio Egocheaga en su libro (por paradójico que suene): ¿De verdad necesito contar a los demás lo que hago, presumir de ello como parece gustarle tanto hacer a la gente, sumar números en listas de montañas ascendidas…? No, eso seguro que no es escapar. Ni vivir.
Cambiando un poco la pregunta del segundo párrafo, ¿significa todo esto que ya no voy a publicar más entradas en el blog? Y contestando con lo que decía en el primero, no es mi objetivo darle carpetazo definitivo. Solo puedo afirmar que, si no llego a publicar ninguna más, las razones serán las aquí expuestas: normalmente ya no siento que sea necesario para llenar mi percepción de escapada. De momento ya lleva muchos meses ocurriéndome, y podría prolongarse… o no, quién sabe. Sigue estando ahí como lugar en el que plasmar pensamientos, experiencias, etc., y la apetencia por recuperarlo podría volver (de hecho, ya ha vuelto momentáneamente con esta entrada). En realidad, decir que nunca más volveré a publicar un post es casi tan osado como creer que el punto vital (y escapista) en el que estoy y que hoy he descrito aquí va a ser el que me acompañe para siempre. Seguiremos cambiando, supongo. Pero escapando, siempre.
Gredos desde la cima de Cabeza Nevada o Mogota del Cervunal, Julio de 2008