En 1941, siete prisioneros del régimen soviético escaparon de un gulag en Siberia y recorrieron miles de kilómetros hacia el sur, a través de los bosques siberianos, la orilla del Lago Baikal, el desierto del Gobi y finalmente el Himalaya, hasta que tres de ellos lograron llegar a la India.
"Camino hacia la libertad" cuenta esta historia real en la que los protagonistas, al escapar de su cautiverio, inician a su vez una constante escapada hacia adelante, en la que la supervivencia coexiste frecuentemente con la huida de un medio en el que la permanencia es probablemente mortal: cada nuevo paso adelante es la razón de que luego haya que dar otro, y así sucesivamente.
Aquí la naturaleza se muestra como un reto al que enfrentarse, como una larguísima carrera hacia una meta incierta. No hay una búsqueda de la mirada enamorada del paisaje, aunque la cámara sí trata de mostrarla como algo grandioso, para hacer más pequeño y vulnerable al ser humano. Por otro lado, el marco histórico y social hace que los protagonistas escapen con un sentido meramente vital, de supervivencia misma; Es lógico pensar que cuanto más primaria e instintiva es una huída, menos poesía vemos en la naturaleza, pero es paradójico el caso en el que el mundanal ruido del progreso nos hace ver (al menos a algunos) esa belleza en la austeridad de una vida menos acomodada y más dura.
Me parece que la película está muy bien en general. Creo que la idea de una narrativa lineal acerca de un viaje tan largo, si se rueda bien, es un tipo de tema muy cinematográfico, que suele funcionar bien, porque permite viajar al propio espectador. Además, el director Peter Weir transimte muy bien no sólo esa sensación de movimiento, sino también las emociones y sensibilidades de los personajes, en este caso usando, en general, pocas palabras.
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