sábado, 1 de agosto de 2015

Midi d`Ossau, una experiencia Inside Out





En el montañismo, son Atracción y Deseo las emociones con las que arranca toda futura ascensión, las chispas que activan los motores del compromiso y el esfuerzo que hay que hacer para llegar a la cima. En el caso del Midi d`Ossau, es el ejemplo perfecto de montaña que por su belleza y altivez pone automáticamente en marcha esos sentimientos a cualquier amante de lo inhóspito.



Luego, durante la ascensión, pueden entrar en juego otras emociones. Alegría llega a estar presente a veces, pero en mi caso más bien he experimentado casi siempre un tipo de sentimiento más sereno; quizá éxtasis contemplativo suene demasiado rimbombante, así que lo dejaré en el nombre de la emoción protagonista. Y es curioso, porque muchas veces esa serenidad contemplativa en una mezcla muy bien avenida de Alegría y Tristeza: Al mismo tiempo que se siente felicidad ante tanta belleza, también se siente melancolía al percibir que hemos renunciado a vivir en esos ambientes naturales para cambiarlos por otros, que normalmente nos resultan más fríos e incluso llegan a activar con frecuencia a Ira.



Y sobre todo está Miedo. En cuántas ocasiones habrá hecho difícil esta emoción la propia activación de la chispa que decía en el primer párrafo, como si los motores estuvieran gripados, y la misma preparación previa de una actividad montañera ha estado condicionada e incluso en algún caso echada a perder. Por no hablar de cuando Miedo aparece en la propia realización de la ascensión. Entonces sí que te puedes olvidar de Alegría y del éxtasis contemplativo; lo único que quieres es salir cuanto antes de ahí. Eso sí, cuando sales, si además haces cima, puedes llegar a sentir un tipo de felicidad o satisfacción que roza la euforia.




Pero, como vengo comentando desde hace tiempo en el blog, mis emociones en la montaña –y seguramente en la vida en general- no parecen las mismas que hasta hace algunos años. La ascensión al Midi d`Ossau ha venido a confirmarme y aclararme esto un poco mejor. Y con la ayuda de esa maravillosa lección emocional que es la película Inside Out (y a la que me gustaría dedicar una entrada completa cuando la haya visto al menos por segunda vez), creo que me resulta especialmente fácil explicarlo (si es que lo he entendido bien).




La conclusión es que, en mi caso, Alegría y Miedo han aprendido a llevarse bien, para lo cual ambas han tenido que ceder un poco. Ni la alegría es tan intensa como antes, ni el miedo tampoco. Supongo que además habría que sumar a ello Atracción y Deseo, que se lo toman también con más calma. Y la consecuencia es que, en caso de que el motor no se active, o no me lleve a la cima, no hay tanta decepción, y por lo tanto Tristeza o Ira son bastante más soportables, o incluso apenas se notan.





Traducción: Hace años seguramente me habría asustado más durante las trepadas de las chimeneas del Midi (ahora sólo me ha ocurrido en la noche previa). Pero también me habría emocionado mucho más ante el extraordinario mar de nubes que contemplamos a sus pies, o al hacer cima.




Por supuesto, es verdad que los recuerdos de muchas ascensiones del pasado tienen un carácter emocional modificado. Ahora recuerdo con cariño o con humor ocasiones en las que lo pasé mal, como en los primeros intentos fracasados al Almanzor por la Garganta de Chilla, en Aigüestortes con nieve en pésimas condiciones, antes de vivaquear en pleno canchal junto al glaciar del Aneto, o bajando en plena niebla por las palas de nieve del Moncayo con el susto en el cuerpo de haber visto resbalar a unos amigos. Pero por otro lado también me produce melancolía saber que la emoción exultante de hacer primeras cimas en Guadarrama me resulta ya casi irrecuperable.




Volviendo al Midi d`Ossau, algo me dice que el mayor recuerdo durante el futuro lo voy a tener desde la perspectiva en la que antes se activaban Atracción y Deseo, o sea desde abajo y desde cierta distancia, que es desde donde más destaca esta montaña de belleza imponente, carácter aislado y arrogancia vertical. Si vuelvo a nuevos rincones y cimas del Valle de Tena, desde donde tantas veces contemplé la inconfundible figura del Midi, cogiéndole cariño y ganas en la misma proporción durante varios años, supongo que a partir de ahora me transmitirá otras emociones, lo miraré de otra forma, será un recuerdo modificado por el hecho –y el trance psicológico- de haberme atrevido a hacer cima (y haberla hecho).






Eso sí, como cierre añadiré, respecto de aquello que suelen decirnos quienes no entienden nuestra afición por el montañismo y las alturas (“¿No os importa el peligro?”, etc.). A mí sí me importa el peligro. Y sobre todo, el peligro de dejar de hacer lo que me gusta por Miedo.



Descripción en Pirineos 3000.