martes, 30 de junio de 2009

Cumplido plan 32: Sierra de las Parameras.

De Parameras


ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados, ni tampoco es del todo aconsejable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.

De Parameras


La Sierra del Zapatero era para mí, desde hacía unos cuantos años, la montaña "de paso" que siempre veía desde el autobús en mis viajes a Gredos. Me llamaba la atención, me gustaba, me apetecía subirla, conocerla y recorrerla, e incluso me lo planteba para un futuro, pero siempre quedaba ensombrecida por objetivos más elevados, apartada para otra ocasión. Al cabo de mucho tiempo, no es que los objetivos de Gredos hayan quedado agotados (nunca, espero), sino que ya había llegado el punto en el que me atraía tanto este nuevo macizo como su "hermano mayor". Había llegado el momento de conocerlo.

De Parameras


Desde el momento de plantear la ruta, pasando por un par de intentonas recientes suspendidas, había pasado ya tiempo como para hacer más ilusión. Sin embargo, la acumulación de actividades montañeras en los últimos dos meses, algunas especialmente memorables, me llevaba quizá a una sensación menos motivada, más rutinaria. Por otro lado, ya en la propia ruta, el cansancio acumulado y una noche previa de mal dormir produjeron un estado físico lejano a óptimo, aunque dentro de lo llevadero. En fin, que no tenía los sentidos ni las sensibilidades como para disfrutar de esta ruta como más se merecía. No al menos tanto como en Sierra Nevada en Mayo o en Pirineos a principios de Junio. De hecho, también la magnitud de estas actividades y del marco en que se realizaron quizá ensombrecieron a esta ruta por las Parameras. Bueno, la cosa no fue para tanto, ni mucho menos: en general disfruté, y no llegué a renegar, ni de lejos, como en la Peña del Rayo en Abril o paseando al sur de Guadarrama en aquel nevado 7 de Febrero. Quizá me ha pasado lo que con el último disco de Dream Theater: Me ha gustado bastante pero esperaba más. Lo cual en parte es una pena, después de tantos años deseando esta excursión.

De Parameras


Pero quiero quedarme con lo bueno. Con las bonitas formaciones graníticas de esta sierra. Con sus entretenidas trepadas. Con el chapoteo en alguna de las pozas con cascadita de la Garganta del Zapatero. Con la espectacular confección de la tela por parte de una araña cerca de esa misma poza; verlo en vivo resulta impresionante: por la agilidad y por el sentido geométrico del animal; Increíble; Por mucho que me expliquen que es instintivo, información transmitida genéticamente a lo largo de milenios de evolución, etc; Hay que verlo para creerlo, y mejor en vivo que en un documental.

De Parameras


Y lo mejor de la ruta fue la noche, en el mismo punto culminante del itinerario, el Pico Zapatero. Pude así obtener la diferente apreciación del paisaje (por cierto, muy completo y panorámico, de Guadarrama a Gredos y Sierra de Béjar) entre la tarde y la mañana del día siguiente. Pude ver el Macizo de Gredos prácticamente completo (sólo faltaba alguna parte entre el Circo de la Laguna Grande y La Covacha), y recordar algunas excursiones por el mismo, especialmente por el sector oriental (Sierra del Valle, Cabezo de Mijares, Torozo); qué recuerdos. Como también es otro grato recuerdo, de otra índole no montañera, pero sí de toda la vida, la vista del Valle de Amblés, que tantas veces he recorrido para ir al pueblo de buena parte de mi familia: por cierto, desde el cual también veía, desde aquella carretera de rectas interminables, más lejana pero también atractiva, esta Sierra de las Parameras. Pude disfrutar de la puesta de sol (algo de lo que creo que nunca me cansaré). Y pude disfrutar de la estrellada noche, a pesar de no ser ya luna nueva (recordemos que ésta la aproveché el fin de semana anterior en Peñalara) y a pesar de, nuevamente, la contaminación lumínica: Ávila y... sí, Madrid: a 100 kilómetros en línea recta sigue siendo más que visible: es más, por la mañana pude ver las famosas Cuatro Torres a simple vista... sí, desde aquí también. En cualquier caso, estos detalles no me amargaron el disfrute de una buena noche de montaña, ni mucho menos (incluso me permitieron hacer alguna foto curiosa con exposición prolongada).

De Parameras


Y, bueno, tal y como me propuse en el objetivo secundario del plan, ya he terminado de contar todo lo más interesante de esta nueva ruta montañera: El resto, ya lo dejé publicado en Pirineos 3000 ayer (ver enlace abajo). Ahora, a descansar un poco de montaña -creo que he llegado al límite adecuado de lo disfrutable sin sobrepasarlo por sobredosis-, y a descansar -en general- el próximo fin de semana (falta me hace). Próximamente, se acerca un posible nuevo acercamiento a mis queridos Pirineos.

De Parameras


Descripción técnica de la ruta.

Todas las fotos de la excursión.

viernes, 26 de junio de 2009

Plan 32: Sierra de las Parameras.

  1. Momento: Este mismo fin de semana.
  2. Lugar: Ávila. Sierra del Zapatero.
  3. Plan: Idea 2 de la lista de posibles planes montañeros futuros. Recorrido de la cuerda de la Sierra del Zapatero ascendiendo por su vertiente sur, desde San Juan del Molinillo, haciendo si es posible un recorrido circular (subiendo desde Navandrinal hacia el Portacho Zapatero y bajando desde el Portachuelo hacia Villarejo).
  4. Objetivo secundario: A ser posible, tengo que ser más escueto y esencial en las descricpiones de la ruta para Pirineos 3000 y el blog. Principalmente, porque quiero tener más tiempo para otras cosas. Si no perdiera las ocho horas diarias laborales de lunes a viernes me encantaría seguir haciéndolo igual, pero -para bien y para mal- no soy montañero-escritor profesional. Me lo exijo aquí porque si no me veo otra vez hasta la mitad de la próxima semana con el mismo tema toda la tarde (y a veces parte de la noche).

jueves, 25 de junio de 2009

Cumplido plan 28: "Black Clouds & Silver Linings"

De ¿Viviendo o escapando?


Los neoyorquinos Dream Theater me lo han puesto fácil en esta ocasión, en contra de mis previsiones. Esperaba un grandioso disco progresivo, con claro regreso a sus primeros tiempos y a los momentos más sinfónicos de toda su discografía, merced a la portada y a aquellas declaraciones en las que el batería de la banda, Mike Portnoy, dijo que, entre otras, en este nuevo disco iba a haber un nuevo "A Change of Seasons" y un nuevo "Octavarium". Vamos, que esperaba un disco de los grandes dentro de la historia de la banda, o al menos cercano a ello. Y como consecuencia, me imaginaba en este blog exprimiendo mis capacidades descriptivas con el máximo detalle, buscando todo tipo de calificativos y expresiones grandilocuentes, y analizando al dedillo cada minuto del disco. En otras palabras, pensaba que me saldría una entrada gigantesca, tras horas frente al teclado: ahora estoy casi seguro que para la cena lo tendré, y aún me sobrará tiempo.

"Black Clouds & Silver Linings" es un disco muy bueno. Y eso, en general, es relativamente poco cuando se habla de Dream Theater. Suena de lujo, con enorme técnica y calidad de sonido, con ritmos, melodías y ambientes envolventes, con mucha potencia metalera, y con partes instrumentales virtuosas y atractivas. Pero no es la quintaesencia del progresivismo ni de este grupo, ni de lejos. Su estilo me gusta más que el de otros discos como "Falling Into Infinity" o la mayor parte de "Octavarium" (aunque excluyendo sobre todo la maravilla que daba título a éste), pero su mérito me parece menor que la media en la historia del grupo. Sobre todo, porque creo que se han acomodado a un sonido más uniforme y relativamente menos complicado. Por un lado, los temas lentos y medios tiempos han pasado de ser mundos estilísticos variopintos ("Another Day", "Wait For Sleep", "Voices", "Space-Dye Vest", "Anna Lee", Peruvian Skies" o "Take Away My Pain" no tienen nada que ver entre sí) a seguir dos modelos: Los marcados por "Forsaken" y por el típico final épico-sinfónico de temas largos; poco más. Y con los temas dinámicos es aún más patente: Metal, metal y metal. Del bueno, pero sólo eso (o casi). Y Dream Theater solían ser mucho más que eso.

Ya en el anterior disco, "Systematic Chaos" (que me gustó y sigue gustando mucho) se apreció un estancamiento compositivo, una sensación de falta de aporte de ideas estilísticas nuevas, que casi nunca se había producido antes -ya fuera mejor o peor el resultado de esas experimentaciones-. Lo que ocurre es que en aquel disco se sintetizaban todos los mejores elementos progresivos y metálicos de Theater en un compendio poco original pero más o menos variado y muy disfrutable para quienes gustamos de la música de la banda, además de exitir en él multitud de partes instrumentales progresivas espectaculares. En "Black Clouds and Silver Linings" hay menos variedad, y las partes instrumentales progresivas realmente vistosas se reducen casi al último tema ("The Count of Tuscany"), y tampoco me parecen de quedarse extasiado (lo cual solía ocurrir a menudo con Theater -como en la parte central de "Metropolis Pt. I" o en las secciones sin letra de "Octavarium" o "Six Degrees of Inner Turbulence"). Podría resumirlo en que, gustándome, no me impresiona, no me deja con la boca abierta o "flipando" en ningún momento (que es lo que habitualmente me ocurría con Theater).

Desde luego, gran parte de lo que comento es subjetivo. Depende del gusto de cada uno que este disco agrade más o menos que otros de Theater. Lo que ocurre es que a mí este disco sí me gusta, y más que otros concretos del grupo, pero considero objetivo reconocer que Dream Theater puede dar mucho más de sí técnica y artísticamente, como han demostrado incluso en alguno de esos discos que me gustan menos de ellos. Cuando hablé aquí hace tiempo de aquello de la madurez musical, los ejemplos que critiqué de grupos que cambian su estilo musical para vender más discos eran de casos en los que el nuevo estilo no me gustaba, luego había un elemento subjetivo por mi parte; en este caso, la nueva orientación de Theater (que desde luego no han cambiado para vender más) me gusta bastante, incluso la prefiero a ciertas cosas que hacían antes; pero hay que reconocer que es artísticamente menos creativa, compositivamente más uniforme, y estructuralmente menos compleja. Y, sobre todo, antes eran más libres, se movían por más terrenos, en un auténtico viaje musical aparentemente ilimitado: parte fundamental de la esencia del Rock Progresivo y de la creatividad musical.

En fin, lo bueno de que tenga en mis manos un disco "menor" de Dream Theater es que eso significa tener en mis manos un disco muy bueno, y por tanto muchas horas de disfrute auditivo (le acabo de dar la vuelta al argumento del principio del segundo párrafo). Además, siempre puede quedar aquello de que tal vez cuanto más lo escuche más me vaya gustando. Lo que ocurre es que en este álbum me parece que hay poco por descubrir más allá de lo que se aprecia en las primeras escuchas, me temo (poca profundidad)...

P.D.: Lo que sí me parece más curioso y destacable es el disco de versiones que incluye la edición especial del álbum. No tiene desperdicio.

miércoles, 24 de junio de 2009

Cumplido plan 31: Ascensión a Peñalara según J. F. Zabala.

De ¿Viviendo o escapando?


Este libro es salud. Quien lo compuso
sabe escuchar el poderoso ritmo
del corazón del carpetano monte.
Honra merece.

Así finaliza la poesía - prólogo que Enrique de Mesa escribió para el libro "Excursiones al Guadarrama. Tomo II" de José Fernández Zabala. Y aciertan sus versos, más aún si nos ponemos en la situación de aquel ya lejano año de 1911, en que esta Sierra de Guadarrama estaba siendo descubierta cultural y deportivamente por unos pocos, y este libro estaba entre los que abrían las puertas de las maravillas de sus montañas a los futuros montañeros, que habrían de enriquecer sus vidas a partir de entonces. Debemos mucho a todos aquellos ilustres guadarramistas y peñalaros que enseñaron a explorar un nuevo mundo tan cercano y accesible, pero también tan rico y beneficioso.

Atraído por el encanto de lo añejo y por la sana envidia y el sabor melancólico hacia una época que me hubiera gustado vivir, he procurado en los últimos años hacerme con literatura de entonces, para tratar de imaginar el Guadarrama de principios del S. XX. y sobre todo la impresión que debió causar a sus primeros exploradores, comprobando que me sentía en parte reflejado en ellos al recordar mis primeras excursiones por estas montañas. Entre los libros estaba éste de Zabala, y entre sus excursiones, la subida a Peñalara desde La Granja que reflejo aquí, y que me interesaba por pasar junto a sitios por los que tenía curiosidad, una vez comprobado que, casi un siglo después, los nombres de fuentes, lugares pintorescos, etc., seguían estando sobre los mapas actuales. Mucho ha cambiado: el paisaje humano, la mentalidad, las costumbres, las formas... pero en el fondo subyace un mismo sentimiento que, quizá incluso con más necesidad ahora que antes, merece la pena seguir buscando. Así pues, y tras haber seguido en muchas ocasiones reseñas de rutas en libros actuales (las famosas guías de montaña), quise tratar de seguir en lo posible los pasos de Zabala en un libro 98 años anterior, haciendo por tanto un itinerario en el espacio físico pero también en la evocación temporal, si es que era posible mirar por entre las huellas del progreso humano algún vestigio del pasado; el resto, la forma general de las montañas, es la misma que vió Zabala.

Hago caso, pues, a otros dos versos de Enrique de Mesa en su poesía - prólogo:

Seguid el paso al andariego artista;
marchad con él por la cañada umbrosa...

De ¿Viviendo o escapando?


ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados, ni tampoco es del todo aconsejable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.

De Peñalara Zabala


Lo primero que hay que aclarar es que Zabala concibió este itinerario para ser realizado a caballo hasta relativamente cerca de la ascensión final a Peñalara; aunque hoy en día existe precisamente la posibilidad de realizar rutas guiadas a caballo por la zona, el actual asfalto de buena parte del camino casi lo hacen más apropiado para la bicicleta. En cualquier caso, mi medio de transporte es siempre el mismo, el que mis esquemas han asimilado como el mejor para percibir la naturaleza: las piernas.

De Peñalara Zabala


La primera referencia toponímica que menciona Zabala y que aparece en mi mapa es la Puerta de Cosío o de los Baños de la Dama, uno de los accesos a los jardines de La Granja. Así pues, desde donde el autobús me deja en San Ildefonso -poco después de las 11:30 de la mañana del sábado 20- me dirijo a este punto de partida. Puente Blanco, Vado de los Tres Maderos... No parece que haya pasado un siglo...

De Peñalara Zabala


...O sí. En la época de Zabala, sólo un camino cruzaba el entonces llamado Arroyo Bercial (ahora de las Chorrancas) por el Vado de los tres Maderos. Ahora, unos pocos metros aguas arriba del vado, también una pista asfaltada lo hace por un cómodo puente. Yo sigo los pasos de Zabala, y vadeo el arroyo aun llevando mis botas viejas; el rastro del viejo camino es evidente pero mucho menos llamativo que la carretera próxima: no logro hacerme a la idea del paisaje, ahora alterado, que pudo ver entonces Zabala. Es más, al otro lado del arroyo, nuestro añejo camino quedó lapidado por otra pista de cemento que sigue aproximadamente la traza de aquel:

De Peñalara Zabala


Más adelante, apunto estoy de saltarme otra referencia conservada a pesar del paso del tiempo: la Fuente del Milano. Está apartada unos metros de la carretera, y sin indicación hacia la misma, pero al ver de lejos un par de mesas de merendero, y saber que, según el mapa, debo estar cerca, intuyo que ahí debe estar. Y ahí está. Cercada por una valla para impedir que el ganado acceda a ella (algo que no recuerdo haber visto antes en fuentes serranas); seguramente Zabala la vio sin encerrar en ese pequeño corralillo. Además, junto a la fuente atisbo de nuevo la difusa pero ancha traza del aparente viejo camino. La sigo unos metros, pero pronto se pierde de nuevo al volver a coincidir con el asfalto.

De Peñalara Zabala


Por aquí cerca Zabala nombra el Cerro del Puerco, del que sugiere la posibilidad de ascender al mismo, lo cual me parece interesante para obtener una buena panorámica del Valle del Eresma y de los Macizos de Siete Picos, la Mujer Muerta, Montón de Trigo y la propia Peñalara. No sé si Zabala subió a este mirador; lo que es seguro es que si lo hizo no se encontró con el panorama que, insospechadamente, descubrí allí: los restos de un infausto acontecimiento acaecido 25 años tras la publicación del libro, y 12 después de la muerte de Zabala: La Guerra Civil. Son muchos los restos que he podido ver a lo largo de todos estos años por la sierra, pero los de aquí son de los más extensos y mejor conservados que recuerdo. Una brutal barrera histórica entre la época de Zabala y la nuestra, que cambió muchas cosas. Definitivamente, esta ruta estaba resultando ser un viaje por las cuatro dimensiones...

De Peñalara Zabala


El siguiente punto pintoresco, y primero por el que tengo curiosidad desde hace tiempo, es la Cueva del Monje. Igualmente, a punto estoy de saltármelo: ninguna señal lo indica en el punto de paso por la cerretera, a pesar de que sí se había hecho antes en el cartel del Vado de los Tres Maderos (ver foto de arriba); además, los troncos de pinos apilados tapan casi del todo su silueta: se trata de unas rocas de llamativa disposición, haciendo una de ellas techo al apoyarse en otras dos. De ella dice Zabala que tiene ese nombre por creerse que en tiempos pasados (él también evocaba otra época) habitó en ella un anacoreta, "una especie de Fausto local, el labrador Segura", según otro ilustre guadarramista, Constancio Bernaldo de Quirós. Ahora tiene una escalera de madera para acceder a lo más alto de las rocas, donde hay colocado un curioso Cristo: La cruz está de pie sin cuerpo alguno, y la estatuílla de Cristo aparece sin embargo clavada al suelo de la propia roca, al pie de la cruz (se puede ver en las fotos de la excursión: enlace abajo).

De Peñalara Zabala


Tras ello, dos referencias más: los Arroyos de Peñalara y de las Quebradas, y después desaparece la coincidencia toponímica entre el libro de Zabala y mi mapa actual, salvo por la pradera que aquel llamó de Navalasviudas, que es el nombre que el plano da a un arroyo. Después, debo intuir el tramo hasta subir a Peña Citores. Más que eso, lo que hago es seguir un camino que pasa cerca de una fuente nombrada en otro libro por Constancio Bernaldo de Quirós, y que también llevaba tiempo deseando conocer: La Fuente del Intendente. Dijo Quirós de ella que sus aguas eran las más frías de todos los manantiales de la sierra. No sé si don Constancio llevaba normalmente un termómetro encima, pero en cualquier caso tal afirmación alimentaba aún más mi curiosidad. La búsqueda exploratoria de la fuente resultó ser todo un reto. Tras dos intentonas, encontré con cierta emoción el manadero buscado, y comprobé admirado lo gélido de sus aguas: apenas podía mantener la mano dentro del arroyo resultante unos pocos segundos, practicamente como si estuviera cogiendo un bloque de hielo con los dedos (con el consiguiente dolor al sacarlos), lo que no recuerdo haber vivido en ninguna fuente en ésta época del año (en la que suelo meter la cabeza bajo el caño para refrescarme, cosa que aquí no me habría atrevido a hacer con tal temperatura). No podía creer que las palabras de Bernaldo de Quirós se mantuvieran con tanta vigencia tantos años después, sobre todo en un punto tan difícil de afirmar a ciencia cierta: pero ese frío resultaba muy convincente.

De Peñalara Zabala


Sigo subiendo hacia la cuerda de Peña Citores. Estoy en la parte más esforzada de toda la ruta, merced a la fuerte pendiente de la estrecha y agreste senda. Al llegar a los Ceniceros Altos me encuentro con un nuevo paisaje, la familiar vista de Cuerda Larga (junto a otras montañas nombradas antes) aunque desde una perspectiva a la que estoy menos acostumbrado. Un último repecho, el más duro e incómodo pero también entretenido, y llego junto al refugio de Peña Citores (un kilómetro al oeste de la cima), donde coincido y charlo con otro montañero durante unos minutos (entre otras cosas, de las trincheras y búnkeres de la guerra) mientras contemplamos la rojiza puesta de sol sobre similares vistas a las mencionadas antes, aunque más completas y abiertas. Las fotos las hago cuando ya me he quedado solo de nuevo, y prometo que no están hechas con el modo de escena de "puesta de sol": así de intenso era el rojo.

De Peñalara Zabala


Otro objetivo de esta ruta era comprobar el estado del refugio, pues había pasado por aquí hacía dos años y estaba bastante deteriorado, pero con materiales para ser reparado. El estado ahora es aceptable. De hecho, el viento que sopla en la cuerda me hace pensar en la posibilidad de dormir dentro; afortunadamente, compruebo que al abrigo de unas rocas no se mueve una brizna, y así puedo vivaquear: La estrellada noche de luna nueva lo merecía. Eso sí, nunca logro dormirme mirando las estrellas: supongo que me quedo tan embelesado que no me produce sueño.

De Peñalara Zabala


Al día siguiente, prosigo la marcha antes de las ocho. Recorro la cuerda principal del Macizo de Peñalara. Ahora mi intención es algo que no he hecho nunca: completar todo el cordal de este macizo, desde Peña Citores hasta la Laguna de los Pájaros.

Tras hacer cima en Peña Citores, el primer detalle desconocido que me encuentro, al lado de la trinchera circular que hay por aquí, es una triste y emotiva inscripción sobre una placa, que parece poner colofón a la temática guerrera - histórica dentro de esta ruta. Habla por si misma:

De Peñalara Zabala


Mientras tomo fotos de los corrillos de piedras de las tiendas de campaña del Batallón Alpino (bueno, había un epílogo), cerca de la Fuente de los Pájaros, empiezo a atisbar la diferencia entre las anteriores rutas montañeras (desde la Sierra del Valle) y esta: de la soledad absoluta a la muchedumbre. Es lo que tiene Guadarrama. En esta ocasión, lo que me encuentro es aún más llamativo: La Maratón Alpina; una prueba deportiva extremadamente dura: 45 kilómetros subiendo y bajando montañas por la sierra, corriendo. Otra manera de entender la montaña. Yo no la comparto del todo. La manera estresada de realizar esta actividad creo que hace que la misma nuble totalmente la percepción del entorno. La montaña deja de ser la protagonista, y apenas resulta ser un marco, en el mejor de los casos. Pero también es verdad que no puedo hablar demasiado de lo que no he probado.

De Peñalara Zabala


Tras la cima de Peñalara ya no coincido con el trazado de la maratón. Sin embargo, la presencia de gente sigue siendo importante. Aun así, disfruto de la entretenida y vistosa cresta de Claveles, que merece la pena recorrerse entera, y no tiene practicamente dificultad técnica (aunque sí riesgo y exigencia de cierta habilidad en el tránsito). Son muchas las veces que he pasado por aquí, y más las que he visitado este paraje de Peñalara, pero raro es no volver a disfrutarlo cada vez que vuelvo, a pesar de la falta de novedad, a pesar de la comparativa con las recientes Sierra Nevada y Pirineos, a pesar de la nutrida compañía. De nuevo el encanto de la montaña se puede percibir si se mira con la perspectiva adecuada. Esta actividad estaba planteada de inicio con una cierta originalidad, y combinando diferentes alicientes, diferentes cosas que no había hecho nunca en un lugar en el que había estado muchas veces. Y el resultado era que la excursión resultaba agradecida a su ideólogo. Creo que empiezo a pillarle el truco en cuanto a qué se puede hacer en montaña que me vaya a gustar en cada momento.

De Peñalara Zabala


Y volviendo al libro de Zabala, busco la orilla de una laguna cualquiera de las muchas que adornan las praderas orientales del macizo, para en ella leer las palabras del ilustre montañero acerca de este paraje. Luego, bajo hacia otro lugar que desconocía aunque había visto siempre desde lejos: La Hoya de Pepe Hernando. Precioso lugar. Aquí leo, completo, el poema de Enrique de Mesa: Cuando el tema es tan afín a mis gustos como la descripción estética de la montaña, y el estilo tan accesible como éste, sí logro apreciar el sentido de la poesía; más aún, tengo las imágenes leídas junto a mí; junto a un sonoro arroyo, leo:



en el reir de los regatos locos
canta la vida

De Peñalara Zabala


Poco más que añadir a una excursión leída, caminada, y ahora aquí narrada. El ciclo prosigue. Si alguien, de entre los escasos lectores de este blog, decidiera hacer esta ruta o parte de ella, mantendría viva la intención de Zabala. Si no, en cualquier caso las montañas seguirán ahí, para que cada uno sepa extraer de ellas lo que considere más enriquecedor. Cuanto más abra sus sentidos y sensibilidades, mayor será la recompensa. Y en eso no defrauda, nunca, este mundo natural.

De Peñalara Zabala


Todas las fotos de la excursión

viernes, 19 de junio de 2009

Plan 31: Ascensión a Peñalara según José Fernández Zabala.

  1. Lugar: Sierra de Guadarrama.
  2. Momento: Este mismo fin de semana.
  3. Plan: Idea 15 de la lista de posibles planes montañeros futuros : Ascensión a Peñalara siguiendo la primera ruta del itinerario B del libro "Excursiones al Guadarrama" de José Fernández Zabala (1911): La Granja - Cueva del Monje - Navalasviudas - Peña Citores - Dos Hermanas - Peñalara. Bajada a Cotos, bien directa por Dos Hermanas, bien (preferible) dando la vuelta por Claveles, Laguna de los Pájaros, etc. Entre el sábado y el domingo, haciendo noche donde pille.
  4. Objetivos: Volver a Guadarrama (ya hacía tiempo), vivaquear, disfrutar... lo habitual. Pero con un carácter especial: la revivencia de un itinerario descrito por un clásico guadarramista a principios del S. XX, en la medida de lo posible (muchas cosas han cambiado). Si en el plan 27 (Pirineos) me acompañó la escritura de mis porpias reflexiones, aquí lo hará la lectura de este libro, publicado en una época en que estas montañas estaban siendo descubiertas, y más que montañismo, se hacía exploración de lo desconocido.

miércoles, 17 de junio de 2009

Cumplido plan 30: "Los Mundos de Coraline"




Hay veces que un exceso de espectación previa puede llevar a una apreciación menos asombrada de lo esperado. Es lo que me ha ocurrido, en parte, con esta película. Se trata de un film lleno de elementos que lo sitúan muy por encima de la media en cuanto a originalidad o ingenio respecto de lo que suele verse habitualmente en las salas de cine. Sin embargo, esa etiqueta ha llevado a "Los Mundos de Coraline" a algo parecido al tópico de "lo nunca visto", y a mí no me pareció para tanto. Sin embargo, en general puedo decir que disfruté mucho con la película.

Por un lado, está el aspecto técnico y artístico. Es una película visualmente preciosa, de principio a fin y en todo momento. Además, en general no es la típica espectacularidad abrumadora, sino que dominan los elementos sutiles y de equilibrio fotográfico general. Pero también hay escenas concretas realmente impresionantes. El 3D, por un lado no cansa, pero por otro parece relativamente poco aprovechado; no hay muchos detalles que asombren en cuanto a esa técnica. Y quizá lo que más me decepciona en este apartado es lo de la stop motion de la que tanto se habla. Muy pocos lo han dicho por ahí: sí, vale, la base son muñenos reales, pero está todo tan retocado digitalmente que casi ensombrece a la técnica original: pocas veces se aprecian como objetos reales. Es verdad que cuando eso sí ocurre me he quedado embelesado, como la escena inicial de la confección de la muñeca; pero he hechado en falta más autenticidad, y me ha sobrado algo de maquillaje infográfico (casi no he leído a nadie en las críticas de internet que lo reconozca, aun siendo tan evidente: un respeto a Ray Harryhausen, por favor, o incluso al propio Henry Selick, director de ésta "Coraline", que en "Pesadilla Antes de Navidad" le quedó mucho más artesanal siendo igual de difícil o incluso más). De todas formas, no niego que el agrado visual es constante, y en ocasiones incluso me he quedado con la boca abierta (cosa que en cualquier caso esperaba que me hubiese ocurrido más veces).

Luego está el ingenio de algunas de las ideas de la historia (aquí supongo que hay que reconocer la mayor parte del mérito a Neil Gaiman, autor de la novela homónima en que se basa el guión). Realmente, hay detalles francamente geniales: ¡Véase el perfil de la sombra que eclipsa a la luna, por ejemplo! La imaginación es otro elemento que hace de esta película algo muy disfrutable, con apariencia de original aunque la historia pueda parecer la enésima "Alicia en el País de las Maravillas". No lo olvidemos, ser original es cada vez más difícil, y por tanto incluso el simple hecho de aparentarlo ya tiene mérito.

Hay más aspectos loables: el sentido del humor, los momentos sombríos, el ritmo, la calidad de la narrativa, etc. Pero lo más importante para mí es que define muy bien lo que busco en este blog, y por tanto parte de mi personalidad. Todo lo dicho anteriormente, y en especial el argumento de la historia, es pura evasión. Es más, creo que la película habla de la filosofía del escapismo y sus posibles consecuencias negativas. Es otro punto de vista, quizá paradójico, y que ya mencioné de otra manera con Abre los Ojos. De hecho, buena parte del antepenúltimo párrafo de aquella entrada sobre la película de Amenábar podría aplicarse también a esta película: los sueños que acaban convirtiéndose en pesadilla. La vida ideal que luego no resulta precisamente ser tal. Bien podría ser una ejemplificación del famoso dicho: "La felicidad no consiste en tener lo que quieres, sino en querer lo que tienes" (tan sabio y al mismo tiempo cuestionable que llevo un tiempo pensando en dedicarle una entrada...). Tal vez habrá que seguir midiendo con cautela las dosis adecuadas de escapadas, no vaya a ser...

lunes, 15 de junio de 2009

Cumplido plan 29: La Buitrera.

De Buitrera


ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.

De Buitrera


Parece que me cuesta preparar excursiones con un mayor número de participantes sin que ocurran imprevistos. No sólo tuvimos que renunciar al plan inicial de ir a la Sierra de las Parameras (idea 2 de la lista de posibles planes montañeros futuros) debido a las previsiones meteorológicas, sino que –lo que es peor-, Iván se encontró indispuesto y finalmente no pudo venir. Visto desde otra perspectiva, en un principio no contábamos con Carlos, así que puedo estar agradecido al hecho de que, en otro caso, me habría vuelto a quedar solo.

De Buitrera


Dicho todo lo cual, y de nuevo sintiendo sinceramente que Iván no pudiera disfrutarlo, hay que decir que el plan fue realmente entretenido y agradable. Yo ya intuía que era una buena alternativa a la idea inicial de las Parameras, dada la renuncia a la excursión de dos días para eludir las tormentas. Pero nuevamente este sorprendente Macizo de Ayllón volvió a asombrarme, como siempre.

De Buitrera


Ayllón es la otra alternativa para los madrileños que buscamos una escapada montañera de un día. Y tiene un encanto muy especial, gracias a su mucha menor explotación excursionista, con respecto a Guadarrama. Aunque no le tengo el cariño inevitable que profeso a la sierra de los Siete Picos, Peñalara, Maliciosa, Montón de Trigo, Oso o La Pedriza, debo reconocer que su solitaria y desolada apariencia relativa le dan un valor enorme. Los pueblos (salvo precisamente Riaza) son pueblos, no urbanizaciones de chales; las carreteras, pocas, estrechas e intrincadas (de esas de película de miedo) y escasamente transitadas; los domingueros, una especie extraña más allá de las casas rurales o de los hayedos en otoño. Y las montañas, francamente bonitas y transitables: vistosas por su roca pizarrosa, de perfiles llamativos y un característico afloramiento en forma de afiladas piedras que, inclinadas, asoman por encima del suelo como si hubieran clavado oblicuamente unas navajas gigantes los del piso de abajo. Una montaña accesible pero con paisajes sorprendentes, como la Cuerda del Dragón. O como ésta Buitrera. En definitiva, un paraíso cercano.

De Buitrera


Pero, aun sabiéndolo, e incluso aun intuyéndolo de nuevo en esta ocasión, esta sierra no deja de sorprenderme, cada vez que vuelvo a ella. Esta ruta de subida a La Buitrera resultó ser muy atractiva y variada, incluyendo tránsito por zonas rocosas recogidas y vistosas, y hasta algún entretenido tramo de trepada. Y, por si fuera poco, el sabor de la “aventura” (no extrema, ni mucho menos): nos pilló la tormenta a la bajada, con el bueno de Carlos sin chubasquero… A buscar refugio en la mencionadas rocas inclinadas (que tenían la inclinación adecuada –para nosotros- a la dirección de la tormenta y de la caída de la lluvia: hubo suerte), a darnos prisa entre aguacero y aguacero para evitar que la roca estuviera mojada en el antes mencionado destrepe, y finalmente a esperar, sin prisa (e incluso con disfrute) a que pasaran los últimos chaparrones mientras descansábamos bajo un buen techo de roca… Siendo vivencias relativamente sencillas y asequibles, tienen el encanto del rigor de la vida a la intemperie, y la impresión de las fuerzas de la naturaleza en medio de lugares deshabitados: la visión de los rayos desde la altura, la panorámica del paso de los aguaceros a lo lejos en la llanura, la música épica de los truenos… no es miedo lo que se debe sentir: es admiración. Por otro lado, me encanta el colorido del campo y la nitidez de las vistas cuando sale el sol tras una lluvia. Podría ser algo meramente estético, por sí mismo precioso, pero además encierra una metáfora psicológicamente positiva.

De Buitrera


Lo que más valoro de esta excursión con respecto a las anteriores, a parte del hecho de poder compartirla in situ (no tener que decirme a mi mismo, sino a otra persona, aquello de: “¿a que mola el sitio?”), es que, impresionado aún por los recientes paisajes espectaculares de Sierra Nevada y Pirineos, puedo seguir apreciando e incluso sorprendiéndome de panoramas en principio más humildes. Cada paisaje tiene su encanto; toda montaña es bonita porque, mientras el hombre no la haya afeado, toda montaña es lo que tiene que ser. En el Valle de Tena, la Sierra de la Partacúa podía destacar sobre el paisaje ondulado del Río de Escarra o de la Lana Mayor, pero no me impedía disfrutar también de ese paisaje ondulado, mucho más modesto que el paredón de Peña Telera: ¿por qué en esta preciosa Sierra de Ayllón no iba a apreciar igualmente otros bonitos paisajes, de montaña asequible, si además no hay cerca otro paisaje que pueda hacerle sombra? Creo que ese es el secreto del montañismo que no cansa, que no se desgasta: Darse cuenta (porque no es un sentimiento forzado o conformista) de que no sólo hay belleza en la más difícil de las ascensiones, o en la más impresionante de las montañas. Espero poder seguir teniendo esta visión abierta de las montañas, y no caer en los mismos errores de excursiones como la Peña del Rayo. Pero no siempre es fácil intuir qué te va a gustar y qué no…

De Buitrera


Todas las fotos de la excursión

Descripción de la ascensión

domingo, 14 de junio de 2009

Plan 30: "Los Mundos de Coraline" (Henry Selick)

  1. Momento: Esta tarde.
  2. Lugar: Cierto complejo de multicines comerciales de los que no haré publicidad (desgraciadamente, única manera de ver la película en 3D en Madrid).
  3. Plan: Algo cada vez más difícil: Ver algo nunca visto antes: Stop Motion en 3D (con las famosas gafas estereoscópicas). Junto a eso, una historia aparentemente imaginativa y evasiva, realizada por el director de la espectacular e inolvidable "Pesadilla Antes de Navidad" (no, no es de Tim Burton, aunque suyas fueran las ideas y el diseño de los muñecos). En definitiva, cine para escapar, desde todos los puntos de vista.

viernes, 12 de junio de 2009

Plan 29: La Buitrera.

  1. Lugar: Macizo de Ayllón.
  2. Momento: Mañana sábado 13.
  3. Plan: Subida a la cumbre de La Buitrera (2.048 metros) desde la Ermita de Hontanares (Riaza, Segovia). Al fin, excursión montañera con compañía: Iván y Carlos. Una pena que la previsión meteorológica del domingo nos disuada de planes más ambiciosos inicialmente pensados, pero la alternativa me parece muy atractiva.

jueves, 11 de junio de 2009

Cumplido plan de escapada 27 (básico): Sierras de Tendeñera y Peña Telera.

De Pirijunio Tende


Aunque la meteorología me impidió conocer la zona de Respomuso (de ahí lo de “básico” en el título de la entrada), de nuevo un plan merece la denominación de “escapada”: Embelesamiento paisajístico - solitario, podría decirse. Parece ser que la decisión de seguir adelante en las inmediaciones del Cerro Escusa (Sierra del Valle) supuso una especie de punto de inflexión en este año montañero…

De Pirijunio Tele


Nota: Las partes entrecomilladas y en cursiva están escritas durante el propio viaje.

ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados, ni tampoco es del todo aconsejable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.

De Pirijunio Tende


“Finalmente, mi sexto viaje por Pirineos ha sido una experiencia memorable desde el punto de vista paisajístico. En cuanto al tipo de actividad, ha merecido la pena cambiar al “senderismo seguro”: ha faltado, respecto de Sierra Nevada, la satisfactoria sensación del reto superado o de la situación tensa bien resuelta (sensaciones “aventureras”), pero en realidad no la he echado de menos: la mayor tranquilidad me ha permitido disfrutar de otros aspectos que de otra manera habrían pasado, quizá, desapercibidos. Supongo que en Sierra Nevada, si hubiera tenido la oportunidad de bajar con menos estrés por la Loma del Calvario, habría disfrutado aún más, o de otra manera, del paisaje que ofrecen las paredes septentrionales de la Alcazaba y el Mulhacén. Eso sí, lo de la reducción del esfuerzo físico no ha sido tan notorio como esperaba: a parte de haber acarreado innecesariamente una tienda, crampones y piolet, entre otras cosas, que luego no he utilizado, la segunda excursión ha resultado bastante cañera.

Como dije en el plan, he escrito mis sensaciones in situ. Entre eso y algunos de los mensajes de móvil intercambiados con Ángel (indispensable apoyo técnico, con sus partes meteorológicos), he reunido el material para esta entrada”.


(Biescas, viernes 5 de junio de 2009)

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Sierra de Tendeñera

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“¿Por qué si cotidianamente tengo que ver durante horas los mismos panoramas todos los días, no especialmente bonitos en general (visual y conceptualmente), ahora que estoy en este lugar tan excepcional sólo puedo pararme unos minutos en cada uno de los muchos parajes soberbios que me voy encontrando?: Cada pocos cientos de metros aparece uno nuevo, más bello y/o espectacular que el anterior, y podría pasarme días enteros en él sin cansarme de admirarlo. Pero tengo que elegir entre esa posibilidad o seguir caminando, para conocer paisajes nuevos. Por eso, me alegro de haber elegido esta vez un montañismo más pausado, más contemplativo: eso es lo que exige el venir por vez primera a estos rincones de las sierras interiores de Pirineos. Ya volveré con objetivos más ambiciosos cuando estas montañas y yo nos conozcamos mejor. De todas formas, no deja de ser injusto: estos lugares merecen más tiempo, y la rutina, menos”.

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“Puede ser cierto que cuanto más vengo, menos me sorprendo (especialmente lo noto después de lo de Sierra Nevada). Pero debo elegir entre eso y añorarlo cuando renuncio a ello: Francamente prefiero, con creces, lo primero. Además, no se trata necesariamente o solamente de ilusionarse o de emocionarse intensamente siempre: Ahora mismo tengo una relajada pero muy placentera sensación de libertad y contemplación paisajística, sin alteración del ánimo (ni arriba ni abajo). Paz, soledad, panorámicas inigualables: impagable. Y en breve, en la cima, supongo que sentiré la emoción buscada… ¡Allá voy!”

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“…Y la encontré, y la sentí (la emoción). Estoy en lo alto de este impresionante mirador llamado Montaña del Verde (2.288 metros), desde el que veo mi primer y tercer tresmiles pirenaicos (Monte Perdido -o ese parece- y Garmo Negro –éste seguro-), junto con otras muchas imágenes familiares y míticas del Pirineo: Foratata, Anayet, Midi d´Ossau, Los Infiernos, Vignemale, y las propias sierras de Tendeñera (muy próxima e imponente) y Peña Telera, ambas objeto de este viaje. Sólo me acompaña la música de Jon Lord (“Pictured Within”), que casi parece pensada para escucharse en sitios como éste. Y sí, estoy emocionado. La aparente sobriedad sentimental de antes era pasajera: Al parecer, finalmente sí se puede abusar de la belleza todo lo que uno quiera. Me vuelvo a sentir agradecido infinitamente hacia esa belleza, que es un gran consuelo para esa otra vida real que nos ha tocado vivir”.

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“Estoy de nuevo en la versión relajada y contemplativa del disfrute montañero. Supongo que la paz que me transmite la quietud del Ibón de Sabocos ayuda a ello, a pesar del violento desnivel de la pared de la Peña del mismo nombre, que tengo frente a mí. Sentado en la misma orilla del lago, percibo, junto a su evidente belleza estética, la calidad que aporta lo natural: no es un embalse, es una masa lacustre espontánea y milenaria. Es curioso, si en un Ibón represado no se ve el dique, la calidad estética puede ser prácticamente la misma, pero no la percibo igual (recuerdo el Embalse de Bachimaña, por ejmplo): Parece que el trasfondo influye en mi ánimo, en mayor o en menor medida”.

(Sierra de Tendeñera, martes 2 de junio de 2009)

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Sierra de la Partacúa (Peña Telera)

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Mensaje de móvil a Ángel durante la primera parte de la excursión: “Esta subida a la punta del Pacino, al sur de Sallent, es una respetable (muy respetable) miniatura paisajística de lo que hicimos frente al Mont Blanc”. Ciertamente, la excursión comenzaba muy al estilo de la subida, el verano anterior en el viaje a los Alpes, al Pointe Lapez en el Macizo de las Aiguilles Rouges frente al Mont Blanc, con el valle de Chamonix de por medio: la visión del impresionante desnivel y las impactantes formas nevadas del mítico macizo desde aquella cima mirador, con la panorámica opuesta de un farallón calizo, mientras transitábamos por aquella sierra de verdes pastos; ahora en el Valle de Tena no llegaba a aquella magnitud, pero la filosofía era la misma, tal y como me respondió Ángel con otro SMS: “Estamos inventando un senderismo paralelo. No solo disfrutamos de las cumbres desde dentro sino también desde fuera, en sus mejores miradores”. Bueno, yo no lo llamaría invento a estas alturas, pero el resto de la idea es la esencia de este viaje: el conocimiento y disfrute paisajístico de montañas nuevas. De hecho, así empezó (y empieza) todo: Primero se admiran las montañas, y luego se desean: Así lo vivió Saussure desde una cima cercana al Pointe Lapez, antes mencionado, cuando diseñó la conquista del propio Mont Blanc. Así lo suelo vivir yo: quiero subir a una montaña cuando ya la he visto y admirado previamente.

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“No hay dos excursiones iguales. Incluso en una misma zona (Valle de Tena) y con similares características técnicas (senderismo de montaña, sin pasos de dificultad y con caminos marcados), las perspectivas y las percepciones pueden ser muy distintas. Hoy en la privilegiada cima de la Punta del Pacino no me he emocionado como ayer en la Montaña del Verde. Por el contrario me he sentido más atraído por una mayor curiosidad y, mapa en mano, he tratado de distinguir todos los picos y valles posibles: Es la llamada del enriquecimiento cultural – geográfico; la montaña es un libro abierto que invita a ser leído, y sus capítulos son múltiples y diversos: geología, flora, fauna, historia… No es mi intención presumir aplicando a mi mismo lo que dice la siguiente frase, sino simplemente expresar mi acuerdo con la misma: es una cita de El Quijote: “Quien anda mucho y lee mucho, ve mucho y sabe mucho”.

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“Me parece fascinante la enorme cantidad de rincones espectaculares que se encuentran, a cada paso, en cualquier itinerario que se recorra de este Valle de Tena. Y además, su diversidad. Toda esta enorme extensión que hay sin poblar entre el Gállego y la Sierra de la Partacúa ofrece una amplia superficie de evasión. Cierto es que hay un embalse, varias edificaciones pequeñas aisladas, algunas pistas de tierra, y que la vegetación está arrasada por el pastoreo, pero la sensación de soledad –sin llegar a lo inhóspito- y belleza de las formas del terreno permiten muchas horas de senderismo fácil, agradable y apartado. Los afloramientos calizos eventuales (Puntas del Catero y la Cochata, o Peña del Calcín, por ejemplo) rompen orgullosos la monotonía como islotes erguidos en un mar verde; impresionantes barrancos desbocados (como el de Escarrilla) parecen hollar el suelo hasta lo más profundo, como sumideros incontrolados en los que la tierra quisiera engullirse a si misma.; y como telón de fondo, la propia Sierra de la Partacúa se alza brutal con su enorme paredón, como una barrera natural que quisiera impedir el paso a cualquier forma de vida, como si fuera el muro que pone fin a esta habitación del mundo: Parece la muralla del Mordor imaginado por J.R.R. Tolkien en su inventada Tierra Media. Pero aquí son montañeros y escaladores los hobbits encargados de traspasarla, de buscar su Monte del Destino, para destruir quién sabe qué tipo de anillo: probablemente, el vacío vital, más allá de su pasión por la conquista de paredes y cimas.

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…Una marmota ha venido a chillarme para despertarme (ella a mí: paradójico) de estas reflexiones (progresivamente más rimbombantes y surrealistas). Se lo agradezco: me queda largo camino hasta algún refugio, y la noche y las posibles tormentas se van acercando…”


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“Estoy sentado frente al Ibón de Tramacastilla. Ahora ya no soy capaz de encontrar palabras para plasmar lo que estoy viendo y sintiendo. Es más, creo que me acerco a mi límite de capacidad para asimilar tanta emoción paisajística: ¡Esto es un clímax panorámico constante! Ya no sé si es la calidad + cantidad de las vistas, o quizá mi predisposición actual para apreciarlo: me siento en sintonía absoluta con la naturaleza y la montaña. Ésta me parece una de las excursiones más disfrutables que recuerdo haber hecho jamás. Me río ahora de lo escrito ayer: no hay límite de abuso para la apreciación de la belleza.

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Aparte de Cazorla, no recuerdo un espacio natural abierto y despoblado tan inmenso en la Península. Si vengo emocionado con este paisaje ondulado, verde y apacible, ¿cómo voy a abarcar con mis humildes sentidos la grandiosidad extraordinaria de Peña Telera y sus paredones interminables? Mientras, asoman al fondo Arriel, Foratata, Pallás, Balaitus, Tendeñera… y al fin el Vignemale… Increíble. Indescriptible”.


(Sierra de la Partacúa, miércoles 3 de junio de 2009)

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Y luego vino el embelesamiento al pie de la Sierra de la Partacúa, para la cual no sé si pude abarcar con mis sentidos toda su enormidad, pero sí tuve unos momentos realmente mágicos de disfrute visual, mientras la luz del día se iba apagando. Con el cuello torcido para dirigir la cabeza hacia arriba, iba recorriendo lentamente por la pista los últimos kilómetros del día sin mirar al suelo, y parándome cada pocos pasos, aunque la perspectiva apenas hubiera cambiado. De fondo, el rumor de los arroyos y el canto de algunos pájaros, como única compañía en un momento de gran quietud y soledad. Enfrente, un paisaje de tal violencia visual por lo agresivo de los desniveles que contrastaba drásticamente con la sensación de tiempo detenido del momento. Al día siguiente se lo intenté expresar así a Ángel por SMS: “El espectáculo de la Sierra de la Partacúa es de escándalo: paredones calizos de mil metros de desnivel: visión impactante al estilo de la del Naranjo de Bulnes aquella memorable mañana. Diría que probablemente es lo que más me ha impactado de todo lo que he visto hasta ahora en Pirineos”.

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Epílogo

“¿Es tan necesaria la conquista para sentirse realizado como amante de la montaña? Hace un año consideraba indispensable hacer algún tresmil si venía a Pirineos. Ahora no me importa tanto. Es sólo un aliciente más. ¿Es tan importante el reto, la dificultad de la actividad realizada? Puede serlo, pero es más importante sentir que amas la montaña que sentir que amas lo que haces en ella; lo segundo es la excusa, pero su satisfacción es más pasajera que lo primero. Dicho lo cual, merecerá la pena buscar retos nuevos, volver a estas zonas que acabo de conocer para llegar más arriba.

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Me ha agradado mucho sentir que voy conociendo cada vez más esta parte del Pirineo, que voy tomando familiaridad con su paisaje como en su día la fui tomando con Guadarrama o Gredos: Ya no es una panorámica inabarcable de infinitos picos; ahora son montañas con nombre e imagen identificadora propios. Es como cuando miraba al cielo hace muchos años y sólo veía un caos de estrellas desordenadas, donde ahora distingo constelaciones.

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Sólo empiezo a echar en falta la compañía de amigos en estas experiencias montañeras. La soledad ha sido buena aliada en los tres últimos planes de este tipo (
Gredos, Sierra Nevada y ésta de Pirineos), pero ya toca compartir in situ. Espero que la próxima sea así”.

(Biescas, viernes 5 de junio de 2009)

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Descripciones técnicas:

Montaña del Verde (Sierra de Tendeñera).

Punta del Pacino (Valle de Tena).

Travesía Sallent de Gállego - Biescas (Valle de Tena / Sierra de la Partacúa).

Fotos:

Sierra de Tendeñera

Sierra de la Partacúa (Peña Telera)