lunes, 30 de marzo de 2009

Cumpliendo plan 13 (con irregularidad): "El Sentimiento de la Montaña"

Como digo en el título de la entrada, estoy leyendo el libro de Eduardo Martínez de Pisón y Sebastián Álvaro con menos asiduidad de la que me gustaría. Lo empecé con cierta constancia (pero sin prisas) en la primera semana y, terminado el primer capítulo "Precedentes remotos y próximos", llevo ya varias semanas sin avanzar, más por circunstancias ajenas a la obra que por falta de interés hacia la misma.

Para dar cierta continuidad al momento de retomarlo, he vuelto a releer el último apartado de dicho capítulo I, titulado "Nuevas miradas", que es el que más me había agradado hasta el momento, al sentirme más identificado con él que con las anteriores páginas.

El final del párrafo anterior se explica fácilmente, pero para ello antes debo aclarar brevemente la intención principal del libro. Aunque ésta se expresa en su propio título, debe añadirse que la búsqueda de dicho "sentimiento de la montaña" la efectúan los autores en la recopilación de escritos tan históricos como la propia relación entre el hombre y la montaña, y van hallando la pista en las manifestaciones culturales que van surgiendo según se va desarrollando dicha relación. En los precedentes remotos del primer capítulo vemos como el hombre primero -en general- teme, mitifica y sacraliza a las montañas, luego se acerca a ellas con interés práctico y, tras la llegada de la ilustración, se forja la relación que llevará al surgimiento del montañismo. Establecido el acontecimiento clave de la planificación, realización física y posterior escritura de la conquista del Mont Blanc a finales del S. XVIII, queda inventado el alpinismo. Hay un antes y un después de dicho acontecimiento, que en el libro se refleja con ese apartado final, "Nuevas miradas" (el "después"), en una serie de manifestaciones culturales y artísticas que expresan percepciones y sentimientos que, sin haberlos yo leído nunca antes, los fui descubriendo en mis primeras patedadas por sendas y mis primeras trepadas por rocas, de una forma similar a como transmiten las líneas inmortalizadas por ilustres autores de aquella época. Más que nunca, el libro me hace sentir parte de un verdadero movimiento cultural, que expersa como pocos el sentir del ser humano ante la naturaleza.

Sin ir más lejos, comienza el apartado con una sugerente frase: "(...) las montañas se suben dos veces, una con el piolet y otra con la pluma, (...)", refiriéndose a la literatura que surge de las ascensiones a las montañas, y poniendo como ejemplo el del propio líder de la conquista del Mont Blanc, Horace Bénedict de Saussure. Pero yo añadiría más, trascendiendo a la actividad y al escrito de la ascensión: Las montañas se suben tres veces: primero con el mapa, luego con el piolet, y finalmente con la pluma. Es decir, la planificación, la ascensión y la literatura (también practicó Saussure la primera para poder subir al techo de los Alpes). Ha sido así desde que se practica el montañismo, y yo disfruto de las tres partes de la actividad, sintiendo que hay una verdadera realización artística en todo el proceso: Primero se compone la obra, luego se interpreta (con mayor o menor número de improvisaciones), y finalmente resulta gratificante el disfrutar de lo que sería el equivalente a grabar el disco o imprimir el libro. A mi nivel no quiero llamarme a mi mismo artista, pero no puedo evitar sentirme realizado con dicha vocación, que realizo desde hace ya tiempo, y que coincide (modestamente) con la expresión cultural a que se refiere este libro. No es casual que con el tiempo surgiera en mí esta actividad en tres fases.

Más adelante refleja el libro sentimientos del propio Saussure, con los cuales también me identifico (y que llevo precibiendo desde hace años, sin conocer entonces estos precedentes culturales): "El espectáculo de la montaña excita en el alma una emoción más profunda... ¡qué océano de pensamientos! Sólo los que se han entregado a estas meditaciones sobre las cimas de los altos Alpes saben en qué medida son más hondas, más extensas, más luminosas que las que surgen cuando estamos encerrados entre los muros de una gabinete". El ilustrado ha salido de la biblioteca y ha subido a la montaña, hallando más emoción en su iluminación que en la de los libros.

Muy interesante me parece una comparación que hizo el famoso filósofo alemán Immanuel Kant (también geógrafo, entre otras cosas) en un ensayo titulado "Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime": Lo bello produce agrado alegre o encantador (campiñas floridas, valles con arroyos serpenteantes y prados con ovejas), y lo sublime produce agrado unido a terror, conmoción (montañas). Y concluye: " (...) la emoción de lo sublime es más poderosa que la de lo bello".

André Monglond, leyendo al pirineista Louis Ramond de Carboniers, extrae los que son algunos de mis alicientes favoritos para practicar montañismo: "Alegría del descubrimiento, iniciación en un mundo desconocido, gusto por el riesgo, pasión por vencer dificultades, belleza de un paisaje y mezcla de emoción y serenidad". Y comparto con el propio Ramond de Carboniers el sentido estético y funcional del orden que hay en el aparente caos de determinados paisajes montañosos.

Pero las citas que más me gustan son nada menos que las del ilustre y polifacético alemán Johan Wolfgang von Goethe , que además de escritor, poeta, científico, humanista y filósofo, fue también viajero - montañero en los Alpes: "esas cimas preceden toda vida y están más allá de toda vida", y sobre todo (no puedo evitar ponerlo con letras de oro): "¿Para qué recurrir a las sensaciones de lo infinito, si aquí lo finito basta para colmar el espíritu?". Yo en realidad diría más: ojalá mi espíritu lograra abarcar todo lo que la montaña y la naturaleza muestra de manera física, porque siempre tengo la sensación de que me dejo algo, que me precipito en su disfrute. Ni siquiera pueden valer a los creyentes como contestación de tan elevada agudeza las palabras de un poeta inglés, T. Gray, que un siglo antes que Goethe había dicho: "Hay paisajes con tal majestad que son capaces de hacer volverse creyente al más furibundo ateo". Tampoco está nada mal, pero su aserción queda contestada y tambaleada por el gran Goethe. Por cierto que esta otra frase la he sacado en realidad de otro libro, "Historia del Alpinismo" de Agustín Faus.

Hablaba en la entrada de mi ascensión a Oso de las sensaciones de la soledad en la montaña. Pues bien, esto no se puede reflejar mejor de como lo hace precisamente el propio Goethe en su libro "Los Años de Peregrinación de Wilhem Meister". Un personaje del libro es un naturalista, retirado y solitario en la naturaleza, que asegura que "para aprender bien las cosas es preciso estar en sus propios dominios, donde éstas te rodean, como quien aprende una lengua en el lugar donde se habla. Sólo en medio de las montañas se puede alcanzar el conocimiento de las montañas, descifrar en sus rasgos físicos las letras con las que forman palabras y, paso a paso, reproducir la escritura de la naturaleza. Ello conduce a ser renunciante de otros ambientes. Esta senda se sigue no sólo por método, sino también por decepción de los hombres". Cuando otro personaje le pregunta que por qué ese gusto extraño por la inclinación más solitaria del mundo, el naturalista responde: "Precisamente porque es solitaria". Casi reproduce, junto a mi mencionado artículo sobre el montañismo en solitario, el encabezamiento de éste mi blog, bajo su título ("el mundo -humano- en suma, me aburre, me decepciona, e incluso me deprime..."). ¿Acabaré siendo un anacoreta? ¿Será ese mi plan de escapada final...? No creáis que no lo he pensado, al menos como idea remota... Al menos me reconforta comprobar que personajes tan ilustres ya pensaron estas cosas varios siglos antes que yo.

Más adelante sigo encontrando afinidad con otros ilustrados del S. XIX. Étienne Pivert de Senancour: "Sobre los montes salvajes una especie de inmovilidad austera prolonga el tiempo y engrandece el pensamiento". Realmente sobrecoje esa quietud cuando se está en lo alto de una cima solitaria. Percy Byssehe Shelley (esposo de la también escritora Mary Shelley, famosa por "Frankenstein") dijo lo siguiente del Mont Blanc tras su viaje a los Alpes, en relación a la frase de Senancour y con parecidos a lo que dije yo en la mencionada ascensión a Oso: "Donde todo parece mudo hay, sin embargo, una voz que expresa la armonía más sensible. El que busque lo verdadero, que suba, pues, hacia los altos valles hasta donde nada haya hecho el hombre, hasta las vastas ruinas del invierno eterno, donde todo dura, nieves, bosques y silencios. Donde nada se desea ni se busca ni se imagina fuera de la naturaleza. Allí, los mismos obstáculos y riesgos de una naturaleza difícil te engrandecen, puedes vivir tu vida real en la unidad sublime proporcionada por las montañas desiertas. Es el lugar del silencio, donde habita la fuerza del mundo, con tanta muerte y tanta vida en su belleza". Viviendo, no escapando...

Y en cuanto al sentido del montañismo como deporte, encuentran E. M. de Pisón y S. Álvaro que unas palabras del poeta, historiador y dramaturgo Federico Schiller sintetizan bien dicho sentido: "Sólo juega el hombre cuando es hombre en el pleno sentido de la palabra, y sólo es plenamente hombre cuando juega". Realmente, ese sentido del juego para la búsqueda de un objetivo, que forma parte del aprendizaje de nuestra infancia y que luego será nuestro instrumento para "jugar" en la vida real adulta, sólo me resulta vocacional o me provoca ese entusiasmo propiamente infantil cuando practico montañismo; casi todo el resto de la vida me resulta artificial, fruto de un sistema deshumanizador (e inevitable). Los dos autores del propio libro explicarán más adelante el sentido del juego del alpinismo muy bien, como la acción de participar físicamente sobre el escenario del paisaje, percibiendo así mejor, y con todos los sentidos, todos los aspectos de dicho paisaje. Y añaden que dicho juego precisa de la libertad y de la posibilidad de innovar. Concluyen que cada vez quedan menos paisajes en los que poder jugar, y que "el día que se agoten habrá muerto una de las formas humanas de libertad y de creación".

Más ilustres, a los que no hace (o no debería hacer) falta presentar: Unamuno : "Ven y tráete un corazón que vigile y reciba". Victor Hugo : Contemplando el Pirineo, escribe que el paisaje exterior crea en él otro interior, hasta el punto de que sus ojos, puestos en el panorama, acaban por mirar hacia dentro y le hacen ver no ya la naturaleza, sino su espíritu. Suya es también otra frase no reflejada en este libro: "Es triste pensar que la naturaleza habla y el hombre no escucha", la cual gusta mucho a mi amigo Ángel, quien escribió en los agradecimientos de su último trabajo de carrera :"A las montañas, el verdadero mundo civilizado".

Habla también el libro de otras expresiones culturales y/o artísticas que muestran el sentimiento de la montaña, como la arquitectura (hay quien compara las catedrales góticas con las montañas, o quizá sea al revés...), la música (Schumann, Wagner, Schubert, Strauss... que inspiran algunas de sus composiciones en paisajes alpinos), o la pintura. En este punto me llama la atención un cuadro de C.D. Friedrich , pensado para producir al observador la sensación de estar mirándolo como si estuviera en la cumbre de una montaña: El personaje que está de espaldas, ¿está fuera del cuadro o somos nosotros -espectadores- los que ya estamos en su interior?:



De ¿Viviendo o escapando?



Y si hasta ahora me había sentido identificado con todas esas citas y frases, aquí ya rozo la afinidad más evidente, al recordar esta foto automática que me hice a mi mismo en Gredos en verano del año pasado, sin tener constacia del cuadro de Friedrich:


De ¿Viviendo o escapando?


No busco con esta comparativa una casualidad casi aparentemente sobrenatural, o una señal luminosa de película de misterio. Es mucho más natural: es ese sentimiento universal que provoca la montaña a los seres humanos, y las tambien similares formas de expersión que buscamos para plasmarlo: Yo pretendía, supongo que al igual que Friedrich en su cuadro, tener con esta foto un recuerdo de la sensación que tuve en aquel momento en aquella cima, para lo cual era necesario el personaje subjetivo, dentro de la foto, que contempla el paisaje al igual que lo hace el observador de la fotografía.

Quiero aclarar que no he pretendido el ridículo atrevimiento de compararme con los ilustres personajes que menciono en esta entrada. ¡¡Ellos descubrieorn lo mismo que yo pero más de 200 años antes, y en una época en que sólo por atreverse a explorar las montañas ya se era infinitamente más osado que ahora por hacer la más difícil de las cimas (y yo no he pasado aún de los cuatromiles, ni de los pasos de nivel II+, por no hablar de la aún más enorme diferencia cultural)!! Mi intención es demostrar hasta qué punto esta afición de "conquistar lo inútil" que diría el alpinista Lionel Terray es toda una corriente cultural de altísimo valor, para lo cual necesitaba buscar analogías en mi propia experiencia de modesto montañero y sobrio bebedor de cultura.

Mucho he dicho ya. Por eso, otra gran frase, esta del historiador francés Jules Michelet , cierra con acierto el capítulo I del libro, casi poniendo la puntilla a todas las citas anteriores, y poniéndomela a mí en esta alargada entrada que estoy ya terminando: "Callaos; terminad vuestros sermones y dejad hablar a los Alpes". No debo sino callarme, pues.

P.D.: Espero proseguir en breve con el capítulo II: "El origen del sentimiento en España".

Ésta y todas las entradas relacionadas con "El Sentimiento de la Montaña" (plan 13) en la etiqueta Literatura.

jueves, 26 de marzo de 2009

Cumplido plan 19 (con "recortes"): Sierra de Béjar o de Candelario.

De Sierra de Béjar


ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.

De Sierra de Béjar


En esta ocasión ocurrió lo que no pocas veces antes: Hubo que renunciar a buena parte de los objetivos, debido a que se nos echaba el tiempo encima (que suele ser el motivo mayoritario). La clásica excursión de la que vuelves sin cima.

De Sierra de Béjar


De la idea inicial de hacer cumbre en el Canchal de la Ceja y El Torreón, regresando por las Portillas de Talamanca y de Galindo, la cosa se redujo a la subida hasta la más alta de las Lagunas del Trampal (que actualmente es el trampal, otrora laguna). Desde aquí, intentamos subir a La Ceja por su cara norte, por unas rampas de nieve que desde abajo parecían menos inclinadas, y que luego nos dieron más miedo, además de estar muy dura la nieve (practicamente era hielo). Así que renunciamos, y poco después decidimos que lo mejor era pensar ya en la bajada, para evitar la noche. (¡acertamos!).

De Sierra de Béjar


¿Qué te pierdes cuando no haces cumbre? Por un lado, no satisfaces el instinto ambicioso de casi todo ser humano (más o menos elevado en cada uno), lo cual no considero muy grave, al menos en mi caso, pues cada vez creo menos en la mayoría de los géneros de ambición humana (por muy instintiva que sea, pero actualmente tan artificializada y peligrosa). Por otro, te quedas con una pequeña ilusión no cumplida: esto ya si me resulta más decepcionante; en mi caso era, sobre todo, ver una parte de la sierra que no conocía de cerca. Y finalmente, te pierdes esa extraña sensación psicológica de la cima, análoga al hecho de estar físicamente elevado sobre muchos metros y mucha superficie a tu alrededor. Por supuesto, también están las sensaciones paisajísticas. Y bastantes más aspectos o puntos de vista, más o menos difíciles de explicar. Y, claro, todo ello está estrechamente relacionado entre sí.

De Sierra de Béjar


Pero, tras la decisión de renunciar a todo objetivo que no fuera volver al punto de incio, apareció una cierta liberación de estrés y prisas (que luego no nos habrían venido mal), que nos permitió disfrutar del otro aspecto de la montaña: el contemplativo. Bajar a la orilla de la segunda laguna (que en la subida habíamos pasado de largo) para comer tranquilamente, observar la laguna más baja desde el desagüe de la segunda, escuchar la tranquilidad del silencio, hacer fotos, etc. El montañismo tranquilo.

De Sierra de Béjar


La Sierra de Béjar es, de hecho, un lugar ideal para este tipo de disfrute, dada su relativamente poca afluencia de visitantes, al menos en su vertiente abulense (al parecer desde la zona de Candelario sube más gente). Nosotros estuvimos casi todo el rato solos, y ciertamente es una gozada poder sentirse tan lejos del mundanal ruido (al menos a nosotros nos lo parece así).

De Sierra de Béjar


Por último, hacía tiempo que no contemplaba un paisaje nevado tan vistoso. De hecho, desde que estuvimos en Los Alpes en agosto del año pasado, todas las excursiones que había hecho habían estado claramente por debajo de ésta en ese sentido. El reencontrarse con esta espectacularidad visual depués de tanto tiempo es también un aliciente. Incluso habiendo estado en esta misma sierra y en estas mismas lagunas anteriormente, pero en verano, me pareció un lugar impresionante.

De Sierra de Béjar


De Sierra de Béjar


Todas las fotos de la excursión.

domingo, 22 de marzo de 2009

Cumplido plan 18: "El Curioso Caso de Benjamin Button"

De ¿Viviendo o escapando?



Efectivamente, la película tenía todos los elementos para lograrlo, y lo logró. No sabría decir si es una de las que más me han gustado o emocionado en mucho tiempo, pero desde luego si que fue de esas veces que se sale del cine con una honda impresión.

Primero me quitaré de encima el aspecto crítico o pseudo - objetivo, que es lo de menos en este caso. Creo que es una película perteneciente al buen cine, al gran cine de toda la vida. Tal vez a estas alturas tenga menos mérito del que aparenta por su calidad: por un lado su punto fuerte es una historia perteneciente a una novela ya antigua de Scott Fitzgerald, que aunque pueda ser una novela corta a la que los guionistas han podido sacar mucho partido, es un caramelo para cualquier cineasta: es casi como tener medio peliculón hecho; por otro lado, la innegable calidad técnica y artística del film sigue en realidad un modelo visto mil veces en la historia del cine americano, con los mismos recursos y tópicos de siempre: las películas biográficas, con la emocionante historia de un personaje, contada desde que nace hasta que muere, voz en off incluída; David Fincher se ha limitado a cuidar con enorme mimo y pasión un estilo que ya hemos visto muchas veces antes.

Pero qué más da, si al final el espectador (en este caso yo) disfruta de lo lindo con una historia que le atrapa desde que comienza hasta que termina. Da gusto ver películas así. En realidad, esa recurrencia al cine biográfico de toda la vida era la mejor manera de hacer la película, mérito u originalidad aparte, y además es una especie de homenaje a ese gran cine con el que hemos disfrutado tantas veces. Yo diría que el verdadero mérito, más que de la propia película o de sus realizadores, es del cine en sí mismo.

Finalizo esta breve reseña (porque poco más se puede decir de una película que por sí misma dice tantas cosas, y yo no las voy a decir mejor), enlazando con algo que tiene que ver con la última frase del anterior párrafo, y al mismo tiempo está relacionado con la intención de este blog, no sin cierta dosis de ironía o paradoja (quien suela leer este blog -si lo hay- me entenderá): El cine logra en ocasiones -como en esta- que veamos la magia de la vida que en la realidad de lo cotidiano no somos capaces de percibir, aunque la tengamos delante de nuestras narices, escondida por otros factores más mundanos. Porque, más allá del aspecto fantástico de la historia de Benjamin Button, lo que cuenta es real como la vida misma.

Si la vida tuviera los encuadres del cine, su fotografía, su banda sonora, etc., a nadie le haría falta escapar de ella. El cine en ocasiones es la vida hacia la que querríamos escapar.

jueves, 19 de marzo de 2009

Plan de escapada 19: Sierra de Béjar o de Candelario.

  1. Momento: Salimos mañana viernes por la tarde. Escursión, el sábado.
  2. Lugar: El propio título lo dice. Es la última alineación de dosmiles del Sistema Central ibérico al oeste. Provincias de Salamanca, Cáceres y Ávila.
  3. Plan: En principio, subida al Canchal de la Ceja por las Lagunas del Trampal, con regreso por las portillas de Talamanca y Galindo, aunque lo peliagudo que veamos el paso por la primera de ellas nos dirá si completamos el círculo o regresamos por donde hemos venido. Posible subida al Torreón.

Cumplido plan 16: Ascensión a Oso y quedada montañera.

De Oso

ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados, ni tampoco es del todo aconsejable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.



De Oso



Desde hace tiempo me cuestiono acerca de las ventajas e inconvenientes del montañismo en solitario, más allá de aspectos técnicos y cuestiones de seguridad (cada uno es mayorcito para saber lo que debe hacer, y libre para elegirlo, entiendo). Me interesa aquí lo referente al disfrute emocional de este tipo de actividades. ¿Disfruto más de la montaña en solitario o en compañía? (Doy por entendido que me refiero a una buena compañía, evidentemente: no hace falta recordar ahora uno de esos refranes que considero acertados -ya que hay muchos que discuto-).



De Oso



En esta ocasión pude experimentar ambas sensaciones, ambos puntos de vista, y gracias a ello puedo tener mejor referencia para explicarme. Tampoco es la primera vez que hago una travesía montañera dividida en una parte en solitario y otra con compañía, y de hecho lo he vivido en rutas más largas y de más días, con lo que la experiencia fue más completa. Pero para muestra ha servido el botón.



De Oso

La experiencia en solitario tiene que ver con aquello de "buscarse a uno mismo", y pocos lugares mejores que la montaña para ello (más aún si, como en mi caso, este ambiente es en el que más agusto me siento, o más cercano a sentirme "yo mismo"). La libertad de elegir tu propia ruta, sin discutirlo con nadie (salvo contigo mismo, que no es poco). La sensación de enfrentamiento directo entre tú y la naturaleza, tú y la montaña, pero no entendido sólo como superación de obstáculos, sino sobre todo como captación de sensaciones, como si la montaña te hablara, o te entregase todos sus valores y bellezas para tu emotivo disfrute. La percepción de uno mismo como insignificante al lado de tanta grandeza, pero al mismo tiempo como partícipe de todo ello, como un elemento más del medio que nos da la vida desde nuestros orígenes, como una especie de regreso casi instintivo a lo que antaño fuimos (quizá un nostálgico sentimiento de búsqueda del ser natural que abandonamos por el humano o social).



De Oso

Y al margen de filosofía (que probablemente pueda resultar barata a quien no haya vivido experiencias similares, o a quien no tenga sensibilidad para captarla habiéndolas vivido), están las sensaciones meramente psicológicas. Las que no se pueden explicar con palabras, pero que dan lugar a esas parrafadas poéticas. A la vista de un perfecto ser (humano) normal, un tipo con una mochila caminando solitario por el bosque en dirección contraria a la de la civilización mientras se va haciendo de noche podría parecer un loco. Pero yo me siento más cuerdo, más lúcido y más coherente con lo que soy y lo que busco en ese tipo de momentos. Y lo cierto es que no siento miedo, ni desamparo. De hecho, siento mucho menos esas sensaciones que en bastantes situaciones propias de la civilización o de la sociedad. Porque sé lo que voy a hacer, puesto que lo he elegido, nadie me lo va a impedir, y sé lo que me espera, y cómo apañármelas. Toda la frase anterior es justo lo contrario que en las mencionadas situaciones sociales. Y para mí, la sensación de pasar en solitario una noche de vivac en la montaña (como en esta ocasión, con la sobrecogedora silueta oscura de Oso y Montón de Trigo acunándome) es mejor que cualquier ventaja de la vida social.



De Oso


Y en solitario se capta todo mucho mejor. Los paisajes, los sonidos de la naturaleza, los silencios, los propios pensamientos... Es el ritmo vital que te pide el cuerpo, unido al que te exigen las condiciones naturales. Nada es artificial. Todo tiene absoluto sentido. Nada está perturbado por el absurdo humano, en niguna de sus múltiples versiones e intensidades. Sólamente uno mismo puede ser un verdadero obstáculo en ese sentido. Y no es que sea fácil discutir con uno mismo (en otras excursiones reflejadas en este blog ya me ocurrió), pero está en las manos de uno mismo coger las riendas. Y cuando se logra se puede disfrutar de todo lo demás libremente.



De Oso



¿Y en (buena) compañía? En fin, la buena compañía es tan necesaria para la felicidad como los momentos de soledad. Cuando puedes contar con personas que comparten afinidades contigo, para poder disfrutar juntos de las mismas sensaciones, sólo puedes sentirte privilegiado. Hay ocasiones en las que no poder compartir un buen momento con alguien resulta ser una sensación incompleta. Como cuando piensas "qué pena que Fulanito no esté aquí". No le faltaba razón a Cristopher McCandless (Alexander Supertramp, en realidad), el joven norteamericano que inspiró al libro y película "Hacia Rutas Salvajes", cuando dijo aquello de "La felicidad no es real si no es compartida". Al final, seguramente llega un momento en que, si sigues viviendo en solitario todas las sensaciones dichas en los anteriores párrafos, difícilmente puedes seguir adelante. Entre el Collado de Tirobarra y Montón de Trigo encontré finalmente el complemento perfecto a la experiencia solitaria previa, al unirme a Isa y Ángel para poder disfrutar del mejor medio para forjar la amistad; y lo es en todos sus aspectos, los más afables y los más duros. Al igual que hay que buscar el equilibrio al discutir con uno mismo, hay que hacer lo propio con los amigos. Y la montaña obliga a enfrentarse a situaciones y retos que, bien resueltos (o en su defecto bien reflexionados a posteriori), te convierten, creo, en mejor amigo.



De Oso



¿Con cuál de las dos opciones de ir a la montaña me quedo? Pues la respuesta es bien simple e irresoluble: Necesito de ambas, pues ambas son diferentes y positivas. No es mejor una que otra, son situaciones y sensaciones de difícil compararción. Sencillamente, creo que se complementan. Además existen varias combinaciones de lo mismo, dos de ellas básicas: empezar en solitario y acabar acompañado, y viceversa. Ambas las he vivido, y también ambas son difícilmente elegibles, pues ambas tienen su sensación propia. Pero en realidad nunca estás sólo en la montaña, pues la montaña, o la naturaleza, es una compañía en sí misma. Mucho más que determinadas multitudes de la gran ciudad.



De Oso


Descripción técnica de la ruta.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Plan de escapada 18: "El Curioso Caso de Benjamin Button" (David Fincher)

  1. Lugar: UGC Ciné Cité Méndez Álvaro.
  2. Momento: Sesión de las siete de la tarde, más o menos.
  3. Plan: Al fin parece que voy a poder ver esta esperada película, que por su llamativa historia y sus buenas impresiones de crítica, público y amigos míos, puede ser una de esas ocasiones que realmente disfrutas del cine más de lo normal. O no (nunca hay que fiarse de las espectativas). Por si acaso, lo reflejo aquí, porque por la pinta que tiene, además de original y dentro del estilo fantástico que me suele cautivar, podría ser de mis preferidas de los últimos años, y sería una pena no haber estado prevenido de ello.

sábado, 14 de marzo de 2009

Plan de escapada 17: Escursión a Monfragüe.

  1. Lugar: Parque Nacional de Monfragüe.
  2. Momento: 9 y 10 de Mayo.
  3. Plan: Excursión organizada por la Asociación Vida Silvestre Ibérica, para conocer el Parque Nacional de Monfragüe, especialmante desde el punto de vista de su fauna, que además de permitirme visitar al fin este lugar y de pasar el fin de semana con unos cuantos amigos, sirve para echar un cable a una organización sin ánimo de lucro que realiza proyectos para la conservación de la naturaleza. Hoy mismo he podido al fin formalizar la inscripción.

Plan de escapada 16: Oso desde la Garganta del Espinar, y quedada en las alturas.

  1. Lugar: Sierra de Guadarrama. Inicio en San Rafael (Segovia)
  2. Momento: Esta tarde y hasta mañana domingo. Dentro de una hora cojo el tren.
  3. Plan: Subida a Oso con noche previa en alguno de los refugios de la Garganta del Espinar o del Río Moros. La ascensión la realizaré o por la vertiente sur, o por la norte, o por la cuerda desde el Puerto del Pasapán, dependiendo de las condiciones de la nieve (el objetivo es buscar la mayor cantidad y estabilidad posibles, aunque si por la sur está bien no buscaré más). La segunda parte del plan consiste en quedar con Isa y Ángel en algún punto de la cuerda entre Oso y Montón de Trigo, para pasar el resto del domingo con ellos, bajando presumiblemente a Cercedilla.
  4. Horarios (algunos estimados): Sábado: 16:00 Salida en tren de Atocha. 17:30 Llegada a San Rafael y comienzo de la ruta. 19:30 - 20:00 Llegada a alguno de los refugios (preferentemente el de Las Tabladillas). Domingo: La hora de salir y por tanto de levantarme dependerá de por dónde haya elegido subir a Oso. El comienzo de la marcha podría ser entre las 6:00 y las 7:30, aproximadamente, dependiendo de la opción elegida. Cima en Oso: 9:30 - 10:00. Montón de Trigo (lugar más probable de encuentro): alrededor de las 11:00.

domingo, 8 de marzo de 2009

Cumplido plan 14: "The Book of Secrets" (Loreena McKennitt) + otras reflexiones y escapadas

De ¿Viviendo o escapando?


Es el plan musical que más he tardado en cumplir, y también el que, habiéndolo cumplido, más he tardado en reflejar aquí. Concretamente fue el domingo pasado (1 de marzo, hace justo una semana), cuando acabé el finde con la audición de este disco. En parte ha sido por la falta de tiempo, en parte por no tener claras mis conclusiones acerca de la escapada. Y sigo sin tenerlas claras, así que voy a mostrarlas tan difusas como las siento.

De lo que no dudo en absoluto es del notable talento de Loreena McKennitt, y de cómo el mismo se refleja en este maravilloso disco. Al margen de los incuestionables méritos musicales de la artista canadiense (compone, toca varios instrumentos y canta, todo ello con verdadera autenticidad y sentimiento, amén de la gran calidad), el disco rebosa de capacidad evasiva y de evocación. En su búsqueda del origen del sentimiento musical celta, "The Book of Secrets" tansporta a ese tipo de paisajes en los que nos gustaría vivir (al menos a mí).

Pero de lo que dudo es de la respuesta emotiva del oyente (en este caso yo). De si es única o depende del estado anímico. Me explico. Mi sensación el domingo pasado (tumbado en la cama, como paso previo al acto de dormir antes del temible lunes, tras haber pasado una muy agradable y divertida tarde con unos amigos, y en medio de un panorama general un tanto complicado e inestabilizador moralmente), mi sensación digo, fue la del relax total y absoluto, sin ápice de subidón ni bajón de ánimo -lo cual tampoco está mal-. Porque creo que, al margen de dicho estado anímico, la música de Loreena, tan cercana a las raices Folk como al estilo New Age, parece adecuada para dicho estado plano, relajado, contemplativo, pero también la considero capaz de llegar a tocar la fibra sensible, de emocionar, y sin embargo esto no me pasó (y paradójicamente creo que en estos momentos estoy más bien sensible, por cierto).

Lo cierto es que, vistas las últimas escapadas musicales planeadas aquí, creo que podría ser interesante proponerme, o bien otros métodos o bien otros estilos o géneros. En lo de los métodos podría valer el hecho de añadir la visualización de fotos de viajes o excursiones del pasado, pero también estaría bien aprovechar la llegada del buen tiempo para tumbarme no en la cama sino en el césped de un parque, o combinar montañismo y música escuchando algún disco en lo alto de alguna montaña (cosa que ya he hecho en alguna emotiva ocasión). En cuanto a los géneros, probablemente el próximo podría ser el Heavy Metal...

Debo añadir finalmente algo que he comentado casi de soslayo. El día de la escapada estuve, unas horas antes, con Isa y Ángel en su casa de El Escorial. Disfruté con ellos de, probablemente, las mejores horas de todas la última semanas, haciendo algo tan sencillo como jugar con uno de esos infalibles juegos de mesa, mientras comíamos bombones, tomábamos té y escuchábamos precisamente a Loreena McKennitt de fondo. Y sobre todo, reimos. Algo tan básico y universal como la risa, es una de las mejores (si no la mejor) maneras posibles de escapar. Por ahí, por lo de las risas, pueden ir los tiros de alguna de las próximas escapadas, en concreto una propuesta por Ángel, que espero no me sea difícil de llevar a cabo...

miércoles, 4 de marzo de 2009

Como Björk en "Bailar en la Oscuridad"

Mi jefe nos tiene prohibido escuchar música mientras trabajamos. Dice que llevar los cascos puestos da mala imagen. Pero ocho horas al día de un trabajo que realmente no me gusta, ni mucho menos me distrae, son demasiadas. No me queda más remedio que hacer caso omiso, si quiero aguantar (que tampoco tengo claro que quiera; más bien "debo").

Necesito escuchar música de una forma similar -salvando las distancias- al modo en que el personaje de Björk en "Bailar en la Oscuridad" necesita evadirse de su dura situación con sus ensoñaciones de coreografías hollywoodienses.

El optimismo tranquilo de Blackmore´s Night, el vitalismo enérgico de Gammaray (gran canción y apropiada letra la de "Lust for Life"), la diversión frenética de Emir Kusturika y su No Smokin´ Orchestra... les debo mi aliento diario...

Del escapismo como vocación al escapismo como necesidad: Escapar para vivir.