viernes, 30 de abril de 2010

Mira tú lo que vino a traerme una alegría...

...Y ese juego llamado fútbol, tan bonito pero tan vulgarizado, del que cada vez reniego más, resulta que aparece en el momento justo para animarme momentáneamente... vaya tela...

Parece una tontería, pero precisamente (en alusión a la anterior entrada) para mí se trata de un tipo de ilusión infantil. Es una alegría que no sabe tan limpia como lo habría hecho hace años: parece más un bálsamo que una satisfacción pura. Pero el caso es que funciona. Qué cosas.

¡AUPA ATLETI!

jueves, 29 de abril de 2010

Cumplido plan 77: "Espinete no existe"

Pues me reí, pero estuve lejos de desternillarme.

Y de nostálgico, poco: o topicazos muy manidos (que si las vacaciones Santillana, que si las amenazas maternales a la hora de comer, que si la mala distribución del chocolate en el Bollicao...), o cosas que yo no conocí en mi niñez; en ningún caso dije: "¡vaya impacto, de esto casi ni me acordaba, qué ilusión recordarlo! Ni de lejos. No me llegó el sentido emotivo, en parte porque se atenuaba frente al carácter cómico de la obra, en parte porque los momentos "tiernos" me pareció que rozaban la ñoñería gratuita.

Quizá es el momento en el que estoy, o quizá ya me he olvidado de ser niño: no me creí el engaño del inicio de la obra, ese que Eduardo Aldán (gran cómico, de todas formas), desvela al final: ese que pone precisamente como ejemplo de la importancia de seguir creyendo.

miércoles, 28 de abril de 2010

Viene mal tiempo...

No era bueno, pero va a peor...

Se juntan dos frentes, coincidentes de manera casi maquiavélica. Porque la solución preferible para uno, parece la menos adecuada para el otro. ¿Callejón sin salida?

Siento que la vida cada vez me pertenece menos: yo le pertenezco a ella, y ella hace conmigo lo que quiere: no me deja escapar.

martes, 27 de abril de 2010

Plan 77: "Espinete no existe"

  1. Momento: Mañana miércoles.
  2. Lugar: Pequeño Teatro Gran vía.
  3. Plan: Reir y viajar en el tiempo, recordando viejos y pequeños símbolos de la infancia, de la mano de este monólogo protagonizado por Eduardo Aldán.

domingo, 25 de abril de 2010

Cumplido plan 76: Vuelo en globo.



Cada vez más, creo que escapar tiene que ver con mucho más que simplemente el lugar físico, o simplemente la actividad a realizar. Ayer pudimos cumplir con el viejo sueño de montar en globo, y estuvo realmente chulo, bonito y entretenido, pero debo reconocer que no percibo que me dejara un poso de experiencia inolvidable, ni mucho menos. No al menos a la altura (sin que esa palabra pretenda estar "nunca mejor dicha") de lo que había imaginado tantas veces.







Para empezar, la etiqueta de "montaña" que puse en la anterior entrada, aquí la voy a suprimir, porque el anunciado objeto del vuelo, las sierras de Guadarrama y Ayllón, quedaron, en el mejor de los casos, como un mero telón de fondo del paisaje. En un vuelo en globo, es la meteorología y sobre todo el viento (ayer muy flojo) los que deciden el punto de despegue y la trayectoria, y desde Ayllón, hacia el oeste, y a apenas 6 Km/h de velocidad durante una hora, lo más que se pudo ver, de cerca, fueron el propio pueblo segoviano y sus alrededores.







El paisaje era en general bonito y agradable, y más aún la perspectiva a vista de pájaro, a la cual no solemos estar acostumbrados. Las riberas, las arboledas, los caminos, esas pistas de tierra por las que te imaginas caminando como en tantos otros sitios y ocasiones anteriores... Desde arriba todo resulta familiar pero distinto. Es un punto de vista muy curioso, una sensación llamativa. Pero no tan impresionante como esperaba.





La verdad, dentro de que fue divertido, me pareció más cercano a un entretenimiento de parque de atracciones que a una excursión de espíritu escapista. No lo sentí como una vivencia propia. No sé si es egocentrismo, pero si las riendas de la excursión no las manejan los protagonistas, ésta pierde mucho interés, para mi gusto. No me llaman mucho la atención las actividades "aventureras" organizadas, de esas que -como ésta misma-, parece que hay que hacer para poder contarlo y presumir de ello: "Yo volé en globo". Aunque lo haya hecho mil veces, me sentí más "yo" en el vivaqueo de la noche anterior (ya hacía mucho que no dormía bajo un techo de estrellas).





Igualmente, cuando completamos la excursión con una breve visita a la cascada del Chorro en Somosierra, comprobé el otro aspecto al que me refería en el primer párrafo (hasta ahora he hablado de "actividad" no escapista, ahora me referiré a "lugar físico" que por si mismo no completa la escapada). ¿Qué más da lo bonito o vistoso que sea el salto de agua, si el entorno cercano es la carretera de Burgos, con un montón de gente en plan dominguero, y las conversaciones con tu grupo de amigos (incluidas mis intervenciones) van de las cosas mundanas y la vida cotidiana? Es una agradable quedada de amigos, igual de válida que en un bar de Madrid. Si en un entorno natural similar quitas la carretera y la muchedumbre, y el mismo grupo de amigos contemplan en silencio el salto de agua, percibiendo cada matiz de las vistas y los sonidos, entonces se hace real la escapada. La diferencia no es pequeña.



Que conste que en todo momento me lo pasé muy bien, ¿eh? (por si el anterior párrafo da lugar a malos entendidos...) De hecho, cuando hay buenos amigos, ¿quién necesita escapar? ;)

jueves, 22 de abril de 2010

Posible plan 76: Volar en globo aerostático.

  1. Lugar: Riaza / Ayllón (Segovia).
  2. Momento: Este sábado.
  3. Plan: Si la meteorología lo permite (de ahí lo de "posible"), podremos al fin cumplir esta idea que teníamos en mente desde hace ya bastante tiempo; de hecho, ya estuvimos apuntados para un vuelo hace un mes por la Montaña Palentina, que tuvo que ser suspendido por las malas previsiones. El objeto del vuelo (según los organizadores) es la observación desde las alturas de las sierras de Ayllón y Guadarrama, de ahí que, sin ser una actividad montañera, incluya la etiqueta "montaña" en la entrada. Además, luego daremos algún paseito por ahí.

miércoles, 21 de abril de 2010

Plan 75: ¡Eh, petrel! (Julio Villar)

  1. Momento: Ya estoy en ello. Y no creo que me lleve mucho más.
  2. Lugar: A donde me lleve el velero Mistral.
  3. Plan: Julio Villar es el ejemplo perfecto del auténtico escapista, de vocación y de accción. Tras año y medio de convalecencia por un grave accidente de montaña, y con sólo 25 años de edad, decide embarcarse en un velero ligero de apenas siete metros de eslora, sólo apto para travesías pequeñas, en el que, en solitario e inicialmente sin nociones de navegación, logra dar vuelta y media al planeta, durante cuatro años en los que llega a vivir meses enteros sin dinero. Y lo de menos es la gesta. Lo realmente valioso son las vivencias, las sensaciones, los sentimientos, las reflexiones, la filosofía, todo ello reflejado con sensibilidad y poesía en su "Cuaderno de un navegante solitario".

lunes, 19 de abril de 2010

Cumplido plan 72: Gaia III. Atlantia.

"Ya no quedan sueños.
Qué difícil es dibujar sonrisas en el corazón.
Ya no queda nadie con quien naufragar.
Sólo queda el ayer."

(Atlantia - Txus).

He tardado algo en ponerme con esta entrada desde que me hice con el nuevo disco de Mägo de Oz y lo escuché por primera vez. Y es que, tras esa audición inicial, creí conveniente darle más oportunidades de las que en un principio habría imaginado que necesitaría.

Al terminar de sonar el segundo CD en mi equipo en esa primera escucha, tenía una sensación contradictoria. Por un lado, nunca un disco de Mägo de Oz me había sonado tan raro, tan diferente a los anteriores. Por otro, no sabía medir mi grado de decepción en ese momento, pues antes todos los discos de Mägo me maravillaban desde la primera escucha, pero también había percibido muchas cosas en este "Gaia III" que tenían muy buena pinta. Dos o tres escuchas más me ayudaron a superar el choque inicial y a disfrutar el disco, y otras tres o cuatro más me han llevado a una opinión que ya no parece modificarse mucho más con cada nueva audición: Me gusta bastante, pero no me parece la mejor obra del grupo, ni de lejos. Bueno, supongo que el paso del tiempo aún podría tener más que decir, pero no voy a esperar al año que viene para escribir esta entrada...

De lo que tengo una sensación bastante clara es de que en realidad no hay un cambio estilístico tan radical como podría parecer en la primera escucha, o como se ha dicho por ahí, ni mucho menos. Al igual que han hecho muchas veces antes, han añadidos retazos de estilos que antes no habían tocado, pero la base y la esencia sigue siendo la misma. No hay que adaptarse a "entender" a un grupo que haya removido ostensiblemente sus cimientos musicales, ni mucho menos. En la segunda escucha del disco ya me empezó a quedar bastante claro, una vez que aparté de mi la ofuscación inicial. Creo que ese cambio es más bien una apariencia externa, y se debe sobre todo a la manera de grabar el disco, a la producción o a las mezclas. Es decir, que tampoco hay que sobrevalorar el disco desde el punto de vista tan manido de "todo gran cambio necesita un gran esfuerzo por parte del oyente"; no es para tanto. No son The Flower Kings ni Dream Theater, son (siguen siendo) Mägo de Oz.

Pero en lo que si creo que hay que escribir un párrafo aparte es en lo de la mencionada producción. Porque ahí radica la mayor parte de la polémica. Es indudable que el disco tiene una gran calidad de sonido, y un enorme y meritorio trabajo de mezclas; tal vez el mayor de toda su discografía. Lo que ya no me parece es que tenga "calidez" de sonido; es decir, me parece que le falta autenticidad, que las voces me suenan menos limpias, menos verdaderas que antes, acolchadas por tal aluvión de sonidos, arreglos, orquestaciones y efectos. Diría que es un disco de efectos especiales, de florituras tecnológicas, en detrimento de la instrumentación real. Ojo, esto puede agradar a muchos, siendo una cuestión de gustos; esos sonidos electrónicos, propios del metal industrial, son la novedad estilística que desubica al oyente habitual de Mägo en la primera escucha. Pero es que veo un problema parecido en algunas de las orquestaciones pseudo - sinfónicas, que normalmente a mi tanto me gustan (las de "Gaia II" me parecían espectaculares); aquí a veces me suenan a pastiches, tipo versión cutre de banda sonora de "Piratas del Caribe", metidos con calzador en medio de donde no acaban de pegarme (por ejemplo tras la parte lenta introductoria de "Dies Irae"). Por otro lado, en "Gaia II" esas orquestaciones sonaban más auténticas: contaban con un cuarteto de cuerda real para apoyar a los teclados orquestales; en "Gaia III" es todo orquestación sintetizada, y se nota (y mucho).

Y, al margen de lo del sonido, sigo teniendo la sensación (como en esa primera escucha) de que la calidad media de las composiciones ha bajado sensiblemente con respecto a trabajos anteriores, si bien hay canciones concretas que son un verdadero chorro de aire fresco a su repertorio. Pero para esto ya prefiero desglosarlas una por una.

"El Latido de Gaia": Desde el primer momento (musical) queda claro el cambio: sintetizadores y teclados se adueñan del protagonismo, dejando algo de tregua a las orquestaciones, y relativamente poco espacio instrumental a lo que hace años entendíamos por Mägo de Oz. Es sólo una apariencia, porque en lo melódico se acude a pasajes de "Gaia I" y "Gaia II". Con las repetidas escuchas acaba siendo una introducción efectiva y resultona para el disco, pero toda comparación con "Obertura MDXX" o "Volaverunt Opus 666" me resulta durísima.

"Dies Irae": Bonita parte lenta inicial (pero muy lejos de la equivalente de la canción "Gaia"). Luego viene lo del pastiche orquestal mal ubicado (para mí), que sin embargo en seguida si suena potente cuando entra el grupo en plan metalero, máxime con los épicos coros en latín, muy espectaculares. Y ya el tema en sí me gusta mucho: típica canción de metal alemán, que cuanto más la oigo más me parece que no tiene tanto que envidiar a su equivalente "La voz dormida". No falta, como en aquella, la inevitable incursión instrumental clasicista barroca. Creo que el final de la canción habría quedado más grandioso si hubieran mantenido más rato los coros en latín (como que el oído me pide más cada vez que la escucho). En cualquier caso, muy buena, de mis favoritas del disco.

"Für Immer": Pero el corte seco del final de la anterior se justifica para algo que no me gusta nada, y que encima no me pega del todo con lo anterior: El comienzo a base de sintetizador de la siguiente. El tema, con el estribillo en alemán debido a su argumento (alude a misteriosas justificaciones ocultistas de Hitler a sus funestos propósitos), parece una alejada versión ibérica de Rammstein, por tener parte de la letra en tal idioma, por los sintetizadores, y por su sonido pegadizo - machacón (por lo demás es un típico tema rockero de Mägo). Musicalmente, me parece entretenida y resultona, en el mejor de los casos. Con esta canción hemos entrado en una fase del disco con varios temas consecutivos de calidad aceptable pero tirando a mediocre, para mi gusto. Y no es una cuestión de cambio de estilo, pues básicamente son tipos de canciones que, pequeñas novedades aparte, ya han hecho anteriormente.

"Vodka´n´roll", por ejemplo, es el típico tema fiestero - macarra de toda la vida de Mägo, con sonido entre rockero, medio punkie, toques folk y algo de ska. Vamos, de los que, también de toda la vida, suelo pasar con el botoncito de los dos triangulitos horizontales...

"El Príncipe de la Dulce Pena IV" promete positivamente hasta los 21 segundos, pero luego me aburre un poco (en general). Tiene poco que ver musicalmente con su homónimo; más bien anda en la línea rítmico - melódica de "El Arbol de la Noche Triste" o, más aún, "Diabolus in Música", pero venido a menos. No está mal, pero me suena algo empalagoso, sobre todo en las estrofas, quizá porque no me gusta la manera de cantar de Carlos Escobedo de Sober (me resulta artificial, relamida y forzada). Eso sí, los puentes instrumentales detrás de los estribillos, con ese cambio de tono a acordes mayores, me parecen como un brillante rayo de luz en las tinieblas.

"Mi hogar eres tú" es otro aceptable pero olvidable tema rockero, en el que lo mejor es el juego rítmico en las estrofas (sobre todo al comienzo de la primera), y lo peor es el posterior exceso de teclados ambientales de fondo, así como la duración más larga de lo necesario, teniendo en cuenta lo que contiene.

"Fuerza y honor ("El Dorado")" es la que más me asustó por su comienzo electrónico, pero luego resulta ser la recuperación de la calidad en el disco. Un tema instrumental muy trabajado y efectivo, con muchos estilos y muy bien estructurado. Se fundamenta en el folk, pero pasa por momentos de jazz fusión y alguno medio progresivo. Más que nunca, suenan a los Gwendal más experimentales. Me agrada practicamente tanto como "Runa llena" o "El Callejón del infierno".

"El violín del Diablo" me pareció desde el primer momento uno de los grandes temas del disco (si no el mejor). Heavy, emotivo, épico, espectacular, muy muy grande. Suena a Mägo, pero suena a novedoso dentro del repertorio de Mägo. Me recuerda a Avalanch sobre todo en la línea melódica, especialmente en los cambios de tono del estribillo. Por cierto, cantado íntegramente (y muy bien) por Patricia Tapia (que escribió su letra).

"Siempre (Adiós Dulcinea II)" es la balada del disco, cerrando el primer CD. Está bien. No es de las mejores del repertorio del grupo, pero me parece menos cansina que "Desde mi cielo", aunque no me gusta tanto como "Creo (La Voz Dormida II)". Escuchable.

"Mis demonios" abre el segundo CD (que me parece mejor que el primero) volviendo a la línea del medio tiempo melódico de "El Príncipe de la Dulce Pena IV", con bastante mejor resultado para mi gusto, aunque aún sin llegar a la gran "Diabolus in música". Comparaciones aparte, me gusta bastante.

"Que el viento sople a tu favor" es el inevitable "Molinos de viento" de turno. Para mí, a partir de "Fiesta pagana" (inclusive) empezaron a sobrar todos, creativamente hablando, lo que no quita que puedan ser razonablemente escuchables y entretenidos. Pero churros de un mismo molde, al fin y al cabo. Por otro lado, no deja de ser curioso que, si la letra de la anterior del disco alude a los estragos del alcohol y las drogas, en ésta te condenen a una maldición mortal si no te emborrachas...

"Sueños dormidos" me parece otra de las (pocas) maravillas del álbum. Una preciosidad de melodía aflamencada (qué fácil se me hace este género - que en sentido puro no me gusta - cuando las voces no son nada flamencas y el sonido es rockero). Tocada e interpretada con autenticidad y emotividad (aquí no hay arreglos que me ofusquen). Muy buena y sensible la letra, aludiendo a la enfermedad del Alzheimer.

"Aún amanece gratis" es un optimista medio tiempo acústico, bien ejecutado y efectivo, aderezado por algún toque folk, y por un curioso y breve interludio con sonido de balada de AOR setentero en la línea de Boston o Toto al que le han añadido unos coros muy a lo Queen.

"La soga del muerto (Ayahuasca)", por rara que pueda parecer, es la típica canción gamberra o canalla de Mägo de Oz aludiendo a estados alucinógenos debidos al consumo de algún tipo de droga, y que a veces lo han hecho con un estilo esperable (en plan rock and roll en "El Bálsamo de Fierabrás" o "El Señor de los gramillos"), y a veces con un estilo menos "convencional" (a lo charleston en "Domingo de gramos"). Aquí, definitivamente, han hecho una mezcla de lo más alocada y variopinta, logrando quizá el mejor resultado hasta la fecha en dicha intención(con permiso del último de los ejemplos de antes): Celta a lo Gwendal, una incursión folk en plan oeste americano, otra de piano neoclásico, una armonía de guitarra eléctrica a lo Queen, sonidos circenses... y mucho, mucho desfase... Muy divertida.

"La ira de Gaia" vuelve al rock convencional de Mägo, esta vez con una línea melódica algo siniestra dentro de lo desenfadado. La parte principal de la canción no está mal (pegadizo estribillo), pero mejor aún es la parte central, un medio tiempo bastante logrado y que entronca muy bien con el resto a pesar de la diferencia.

"Atlantia" cierra el álbum en plan épico, siendo el tema largo - sinfónico del mismo. También me parece uno de los más logrados de todo el disco. Lo que pasa es que es un compendio de mil cosas que ya han hecho antes Mägo de Oz, algunas de manera intencionada (aludiendo a otras partes de la trilogía "Gaia"), pero otras no tanto, más bien denotando falta de originalidad (otro estribillo en el que "quiero" esto y "quiero" lo otro, como en "El rincón de los sentidos", por cierto también de manera descaradamente similar a cierta canción de Amaral...); en fin, cómo nos quejamos los oyentes: si no es por que han cambiado de sonido, es porque se repiten... En cualquier caso, y aunque la canción no llega al nivel de otros temas complejos como "Finisterra" o sobre todo esa maravilla llamada "La cantata del Diablo", es un gran cierre, con un autoflagelante y sobrecogedor final narrado por Txus.

Por último, añadir que, en alusión al optimismo o caracter antidepresivo del grupo que mencionaba en la entrada preparatoria, en esta ocasión sin embargo las letras llevan a una conclusión absolutamente pesimista (la oratoria autoflagelante de Txus que mencionaba antes). Da miedo pensar que esas visiones decepcionadas del papel destructivo final del ser humano resulten más lúcidas que el optimismo del "progreso".

Conclusión final. Creo que Mägo de Oz han hecho bien en tratar de hacer algo diferente a lo anterior. En mayor o menor medida, siempre lo habían hecho antes, pero el listón puesto por Gaia II quizá obligaba a un cierto cambio de mentalidad, a un "pensamiento lateral": Haber vuelto a intentar algo demasiado parecido podía haber sido, al mismo tiempo, repetitivo y decepcionante (más decepcionante que lo que han hecho). Que el resultado baje con respecto a lo anterior, quizá era inevitable, pero aun podía haber sido un error mayor. Mientras se tenga la mente abierta, el disco sigue siendo muy disfrutable. Mägo de Oz es un grupo que, en cada nuevo disco tipo "ópera rock", han tratado siempre de superarse; es una apuesta difícil y arriesgada salvo que seas genio y malabarista al mismo tiempo (The Flower Kings o Dream Theater, dije antes). Llega un punto en que eso tiene un límite. Por lo demás, el límite actual lo han alcanzado con mucho más que dignidad, para mi gusto. Que sigan en ello.


"Busco un rincón donde abandonar
toda tristeza que hay en mí
donde la vida no haga pagar
impuestos por querer vivir."

(Aún amanece gratis - Txus).


"Quiero poder recuperar
todos los sueños que vendí
por puñados de progreso amor
perdí mi libertad."

(Atlantia - Txus).

sábado, 17 de abril de 2010

Cumplido plan 62: Escaladas en los Alpes.

"(...) por muy esquiva que sea la felicidad, a veces se la puede sorprender tomando el sol en irreales riscos de granito."


Valor alpinista

Creo que leyendo este libro resulta difícil juzgar con precisión (al menos para mi, con mi modesto nivel montañero) el mérito histórico de los logros alpinistas de Albert Frederick Mummery (1855-1895). Principalmente porque, tal y como él los narra, no parece que sea el único o principal protagonista de entre los compañeros de cordada con los que realizaba sus ascensiones. No sé si es una actitud humilde o modesta, o realmente él pasó a la historia como el más grande de su momento debido a que él fue precisamente quien escribió aquellas hazañas, aunque las compartiera con otros. Ni siquiera se presenta a si mismo como impulsor de aquellos proyectos, o no al menos de manera tan patente como el liderazgo de Edward Whymper en su afán de conquista del Cervino unos años antes. Así al menos lo he percibido yo. Tal vez indagando más en otros escritos (no suyos) o documentos, se pueda tener una idea más exacta de su importancia individual. Lo que es cierto es que casi todos los "personajes" de esta recopilación de historias reales parecen auténticos líderes equitativos en importancia.

De lo que no cabe duda es de que estamos hablando de un pionero, de alguien que, juto a sus acompañantes, cambió la forma y filosofía de subir montañas. Aquellas fueron las primeras escaladas de dificultad, de IV grado o más. Y sobre todo, era la primera vez que lo importante no era la cima, sino la vía y lo osado de enfrentarse a ella, de buscar el acceso que supusiera una verdadera superación.

Entiendo que para un escalador actual, incluso a nivel aficionado, tiene que resultar curioso leer relatos en los que se explican por primera vez, con la pureza y candidez del descubrimiento, conceptos que ahora ya están tan tecnificados y consabidos. Por ejemplo, a un aficionado al boulder le debe hacer gracia eso de que escalar por un techo de roca le hiciera a Mummery sentirse como una mosca.

Reconozco que a mí me ha resultado dificil ponerme en situación, entrar en la comprensión de la a veces exhaustiva descripción de cada roca, cada cornisa, cada nevero y cada paso dificil. Pero creo que hay momentos en los que imaginar las escenas pone los pelos de punta. Era la primera vez que se intentaban determinados tipos de pasos, y eso le da un aire de inverosímil o surrealista a cosas que, hoy en día, ya se llevan dominando desde entonces (más de un siglo). En esos fragmentos es francamente impresionante.


Valor literario

El primer valor que hay que indicar aquí es el inherente a todos los libros sobre alpinismo: En realidad es literatura de aventuras, con dos particularidades: Por un lado son hechos reales, y por otro el objetivo es la aventura en si misma; no hay nadie a quien rescatar, ni tesoros que buscar, ni malos de los que huir; es aún más romántico: el inútil pero bello reto del enfrentamiento a la naturaleza, en un entorno grandioso reservado a unos pocos privilegiados, pero que los demás vamos a poder evocar gracias a los escritos de aquellos. Mayor es el valor si tenemos en cuenta que se trata, como dijimos antes, de ascensiones pioneras, cuya realización hoy está trivializada por las técnicas actuales: no sólo fueron gestas inéditas entonces, sino que son irrepetibles ahora; su narración es un documento muy valioso.

Dicho esto, creo que el estilo de Mummery me ha resultado demasiado sobrio y técnico como para producir placer literario romántico o apasionado, salvo en momentos muy concretos. Únicamente su refinado sentido del humor, irónico, inglés, me ha hecho disfrutar por encima de la media. Y es curioso, porque decía en la entrada preparatoria del plan que antes me apetecía haber leído alguna novela cómica; bueno, pues con este libro me he reído bastante.

Como ejemplo de uno de los pocos momentos de evocación poética que he encontrado, cerraré la entrada con esta reflexión del autor -acompañada por versos- en la Aguja de los Charmoz (Chamonix - Mont Blanc):

"Para mí, el verdadero culto (en las cimas) es tumbarse con los ojos medio cerrados al sol y dejar que el paisaje

como una dulce y seductora melodía,
tan dulce que no sabemos que la estamos escuchando,

nos envuelva con suave deleite hasta que, indiferentes al bullicioso mundo, casi hayamos llorado...

Juremos solemnemente...
...vivir en los montes, recostados
como los dioses, lejos de la humanidad".

martes, 13 de abril de 2010

Cumplida ESCAPADA 74: Cabeza Nevada (Gredos)





ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto (que nunca debe entenderse como una "guía"), y por tanto de sus consecuencias.




Espero que no me toméis por Forest Gump con la metáfora que va a iniciar esta entrada...

Cabeza Nevada o Mogota del Cervunal es como el mejor de los bombones. Para empezar, tiene un aspecto más que apetecible y atractivo. Su cara norte está diciéndo: "cómeme" -o sea, "súbeme"-. Su semblante estético y altivo (a pesar de su relativa modestia) hace razonable ese aparente sinsentido inútil de subir montañas: parece estar hecha para ascenderse.



Una vez que ya estamos degustando el bombón, éste sabe muy rico: Con nieve, es una ascensión que, dentro de lo fácil, aporta mucho disfrute y satisfacción por el esfuerzo; sus pendientes casi mantenidas exigen y permiten un progreso deportivamente muy beneficioso.





Finalmente, el gusto culminante que deja el bombón es de órdago: Una de las mejores perspectivas del macizo central de Gredos, este invierno excepcionalmente nevado. No creo que la recompensa al esfuerzo sea justa o equitativa: Se sale ganando con infinitas creces (más aún teniendo en cuenta que ya antes hemos venido disfrutando, y mucho).





Qué gozada de excursión. No sé si será mi invernal culminante de ésta temporada, pero de momento (y si no hiciera ya más), me parece un gran colofón. Ésta si que ha sido una gran escapada, con momentos francamente evasivos.





Por ejemplo cuando, habiendo comenzado la ascensión final aun casi de noche, la claridad crepuscular va aumentando en medio de un escenario blanco, y se empiezan a pintar en el horizonte, tras La Serrota y Las Parameras, los colores del inminente amanecer...





...Y entonces alzas la mirada y ves que, de repente, la cima de la montaña a la que subes aparece sonrojada ¿será por que la has llamado "bombón"?...





Entonces se para el tiempo. El momento se hace mágico, indescriptible. Se queda uno absorto contemplando un espectáculo tan bello. A la luz y los colores se unen el silencio, la paz, la soledad, la quietud, el aún cercano madrugar, por cierto en medio de un lugar bien diferente al que suele traernos diariamente el despertador... Sólo te puedes sentir privilegiado ante algo así.





Te olvidas de la montaña a la que subes, de su nombre y su altitud, de por qué estás allí, de tu "objetivo", incluso de si lo que haces es montañismo... Te quedas parado unos minutos que no ocupan lugar en el reloj. Haces fotos, pero menos de las que merecería el momento, porque prefieres disfrutarlo con tus propios ojos, en vivo y en directo. Y las fotos que haces son idóneas para presumir de ellas, aunque sabes que en realidad el "cuadro" lo ha elaborado la naturaleza, no tú. De hecho, aunque luego las admiras y disfrutas en casa, también sabes que no reflejan lo vivido in situ.









Y luego la cima. Tres cuartos de lo mismo. Magia, belleza, espectáculo sobrecogedor, minutos de vida que no se gastan, tiempo que no se pierde... Y fotos, muchas más fotos: En la tarjeta de memoria de la cámara, en la retina, y en el corazón.

















De hecho, cuando finalmente desandas el camino para volver, para irte de ese lugar en el que querrías estar mucho más tiempo, echas una última mirada atrás al paisaje que tanto te ha dado, como queriendo llevártelo contigo a ese otro mundo rutinario, tan desprovisto de belleza. Vuelves la cabeza una y otra vez para comprobar que sigue allí, y que seguirá estando aunque tú te vayas, y aunque parezca una tontería, pensarlo es un inmenso consuelo.



La excursión ha sido un verdadero placer. Y aún lo digo en pretérito perfecto compuesto porque aún me resulta próxima, me la he traído a la vida cotidiana, aportándome algo más de optimismo para estos días (al menos de momento). Por otro lado, me ha ocurrido algo que hacía mucho tiempo que no sentía: al volver a casa, me notaba como desubicado, como ocurre tras un muy largo y lejano viaje... ¡y sólo ha sido un fin de semana...!















Descripción técnica de la ascensión.

viernes, 9 de abril de 2010

Plan 74: Cabeza Nevada

  1. Lugar: Sierra de Gredos.
  2. Momento: Este fin de semana.
  3. Plan: Ascensión a Cabeza Nevada o Mogota del Cervunal desde Navalperal de Tormes, haciendo noche en el Cervunal, mientras medio país se entretiene con no sé qué pachanga entre millonarios... Bueno, vale, no seré hipócrita; reconozco que me apetecía verlo, pero prefiero (con creces) ir a ver el Circo de Gredos antes de que se le vaya la nieve.

jueves, 8 de abril de 2010

Cumplido plan 64: Las Cuatro Estaciones (Vivaldi)

Tiene gracia. Ayer venía andando por Preciados, de hacerme con el nuevo disco de Mägo de Oz, y pensaba en ese momento que aun me quedaba este plan musical por cumplir. Decidí entonces que lo escucharía por la noche, antes de acostarme, dejando el de Mägo para hoy. Y antes de terminarme un helado y entrar en el metro, pasé junto a un violinista que tocaba en ese momento el Concierto en mi mayor, La primavera, opus 8, nº 1, de Vivaldi...

Contada la anécdota, diré de entrada que no voy a engañar a nadie: No me considero quien para escribir acerca de música clásica. Estoy muy lejos de ser siquiera un aceptable aficionado. De hecho, casi siempre que escucho clásica tengo la sensación de que se me escapan cien mil cosas, de que no capto ni la enésima parte de lo que vale.

Sin embargo, creo que ocurre algo muy paradógico con este género: Al mismo tiempo que pienso lo del anterior párrafo, creo sinceramente que es un estilo que puede (o podría) gustar a cualquiera, sea cual sea su condición y nivel cultural. Más allá del nivel de percepción de cada cual, creo que es un sonido muy universal, y sólo los sistemas educativos y la mayoría de los medios de comunicación han podido dificultar en parte su aceptación en la actualidad. Pero su efecto deja indiferentes a pocos; A veces es incluso algo inconsciente. Por ejemplo, las bandas sonoras orquestales de las películas, que están basadas en la música clásica, suponen un cambio en el estado de ánimo que suele atribuirse a lo que se está viendo en la pantalla, pero muchas veces es fundamental su poderoso efecto anímico. Esto es algo que puede ocurrirle (y le ocurre) a quien jamás ha sospechado conscientemente que le guste la música clásica.

Sin ir más lejos, yo anoche volví a sobrecogerme con la violencia dramática del primer y tercer movimientos de El verano, o del primero de El invierno. Son los dos que más me gustan. Me encanta el barroco cuando se desarrolla en ritmos veloces y acordes menores.

Es verdad que Las cuatro estaciones de Vivaldi es una de esas obras que pueden calificarse de accesibles, y por eso es de las que, a mi nivel, prefiero escuchar.

De todas formas, reconozco que me cuesta ponerme a ello. El plan preparatorio me lo propuse hace casi dos meses, y mientras he escuchado muchas otras cosas más actuales. De momento, sigo tirando más a la vertiente rockera. Eso sí, cada vez me interesa menos el rock a secas ("It´s only R´N´R so I don´t like it"). Prefiero a los músicos que, dentro del rock, buscan complejidades mayores. Mi ideal actual está a medio camino entre la música clásica, el jazz y el rock. Y que fusionen otras cosas (música celta, por ejemplo).

De lo que no me cabe la menor duda es que la música clásica (aceptando que reúne muchas épocas y subgéneros), es la mejor de la historia. Si no, no seguiría causando tal admiración dos o tres siglos después. ¿Qué se dirá de los músicos actuales (por ejemplo, los de la SGAE) dentro de 300 años? ¿Se hablará de ellos...?

lunes, 5 de abril de 2010

Cumplido plan 73: Integral del Cóncavo de Siete Picos



ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto (que nunca debe entenderse como una "guía"), y por tanto de sus consecuencias.



Finalmente, la excursión no resultó ser tan original. Ese acercamiento a Siete Picos por su cuerda sur no sólo había sido ampliamente recorrido antes, como comentaba en la anterior entrada, sino que además existía traza de senda e hitos practicamente todo el rato. Era algo más que probable, porque la ruta no es difícil, porque es una estribación atractiva de la montaña, y porque estamos en Guadarrama, y hablamos de una de sus montañas emblemáticas. Era ingenuo pensar que sólo conocieran el itinerario unos pocos.



Pero eso no quita miga a la excursión. Más o menos original, es variada, entretenida, y panorámica hacia la propia cumbre a conquistar. Y, en cualquier caso, la idea de recorrerla nosotros parte de la observación personal, y no de haberla visto publicitada en algún libro o reseña, lo cual tiene un encanto especial. No se trata de pretender ser más originales que el resto, se trata de sentirte tu mismo eligiendo tu propia ruta, de buscar inspiración al diseñar excursiones. Así se disfruta el doble del montañismo, y no te cansas nunca de practicarlo, ni siquiera aunque subas muchas veces a las mismas montañas.





Salvando las enormes distancias, la base filosófica de todo esto es aquello que propuso por ejemplo Mummery al decir que cada ascenso a una misma montaña por una vía nueva descubre en realidad una nueva montaña; o que la montaña no se conoce realmente hasta que no se conocen todos sus itinerarios de ascensión. Nosotros nos hemos visto conducidos a esta filosofía precisamente por la necesidad de buscar nuevas rutas para no cansarnos de lo mismo (Guadarrama no es tan grande como Pirineos, ni de lejos). Y lo curioso es que yo aún me sorprendo descubriendo rincones nuevos en Guadarrama. Me llama la atención, porque hace ya unos cuantos años que empezaba a tener la sensación de que la sierra se me iba quedando pequeña, y temía cansarme. Pero es esa búsqueda de "lo que falta" lo que te descubre que "lo que te falta" siempre sigue siendo más que "lo que llevas". Incluso en Guadarrama. Y eso por no hablar de los muchos niveles de dificultad técnica que tengo por delante para superar (la inmensa mayoría), al margen de hasta cuál de ellos acabe llegando.





Por otro lado, es interesante la evolución en la búsqueda de lo novedoso u original. Antes consistía en buscar las sendas o rutas que faltaban por recorrer, fueran cuales fueran. Ahora tiene un cierto sentido de la búsqueda estética. Por ejemplo, ésta misma excursión, que en el plan inicial consistía simplemente en subir a Siete Picos por la cuerda oriental de la cara sur, quedó completada, de una manera muy lógica y paisajísticamente vistosa, bajando luego por la cuerda opuesta, la occidental, con lo que se convirtió en un recorrido integral de toda la cresta que define el bonito valle del Cóncavo de Siete Picos. Si tuviera que recomendar un itinerario fácil técnicamente que permita buenas panorámicas, lejanas y cercanas, de Siete Picos, incluyendo el pasar por su cumbre, sin duda éste me parece el mejor. Diez años, y once ascensiones, me ha costado dar con él...





Bueno, aparte de todo lo dicho, fue una excursión muy disfrutable. Eso sí, vista lo dura y estable que estaba la nieve incluso por la tarde, me quedé con algo de duda de si no tendríamos que haber aprovechado otra vez el buen año nival que hemos tenido. Había un par de ideas que se me habían quedado en el tintero: la ascensión a Oso (plan pendiente 69), la cara Noreste de La Najarra... Cosas que pocos inviernos se van a poder hacer como éste, y da cierta rabia pensar que ya hay que esperar al año que viene para muchas de ellas, eso si el año que viene es mínimamente parecido a este, que ya es mucho pedir... Pero bueno, tampoco ha estado nada mal lo que he hecho, y aún se podrá hacer algo más lejos: A ver si el tiempo respeta el próximo finde y nos podemos ir a Gredos...











Descripción técnica de la ascensión.