domingo, 31 de enero de 2010

Cumplido plan 61: Barón Rojo en directo

"Este mundo es
un campo de concentración
Pero piensa que
es posible la evasión..."

(Campo de concentración, José Luis Campuzano "Sherpa", Carolina Cortés)


Éste no era un concierto para ir de "tiquismiquis" con la búsqueda de la perfección. Tanto en el escenario como frente al mismo había elementos mucho más importantes que el nivel de calidad. Podría hablarse de nivel de calidez, más bien. Era un concierto histórico, un concierto nostálgico, una oportunidad soñada muchas veces, y un privilegio que alguno dábamos por imposible desde hace muchos años. Porque la ausencia de Bruce Dickinson en Iron Maiden, aunque pareció hacerse larga, apenas duró unos seis años, y la de Rob Halford en Judas Priest fueron doce, pero Sherpa y Hermes Calabria ya llevaban ausentes de Barón Rojo veinte añazos...

Así las cosas, no era cuestión de ponerse exigentes, porque el hecho en sí ya valía la pena. Sigo pensando que he visto al menos dos conciertos de Barón Rojo con mayor calidad musical en general, a pesar de formar parte de la larga etapa (muy digna, por otro lado) de los Hermanos de Castro con "otros músicos" (también muy buenos, en general). Y ayer comencé percibiendo el concierto como siempre, juzgando el sonido, y todo eso. Y sonaba razonablemente bien, ni mucho menos perfecto, pero muy aceptable, con cosas que se escuchaban estupendamente (el bajo de Sherpa y la guitarra de Armando, sobre todo), y con una mezcla general más que correcta, por encima de la media en la sala La Riviera; pero había momentos lo suficientemente defectuosos como para entrar en el límite de "lo que suele fastidiarme los conciertos", y sobre todo, la mayoría de las veces escuchaba más cantar al público que la voz de Sherpa, lo cual me estaba cortando bastante el rollo, porque me parecía fundamental poder escuchar LA VOZ que siempre salía en los discos y que años atrás nunca podía oír en los directos sin Sherpa; era una de las cuentas pendientes (incluso la principal, para mí); Llegaba un momento que incluso yo mismo me quedaba sin cantar (cosa que siempre hacía en todo concierto de Barón), para tratar de percibirlo. Vamos, que aquello no acababa de parecerme el concierto soñado.

Sin embargo, poco a poco me fui dando cuenta de que aquello tenía otros valores que juzgar. Allí estaba la formación clásica de Barón Rojo, la que tantas veces había escuchado en sus discos, y tantas veces me había lamentado de no poder ver en directo. Y lo cierto es que el carisma y liderazgo que aporta Sherpa sobre el escenario suponía una gran diferencia con respecto a cualquier concierto que hubiera visto antes del grupo. De repente, hacía la comparación mental, y me daba cuenta de la sensación de vacío que suponía recordar a las formaciones de los últimos veinte años; era como que faltaba algo sobre el escenario; como que ese grupo que había visto seis veces no eran lo que me habían contado de Barón Rojo, ni lo que percibía de sus discos en directo de los ochenta. Ahora sí tenía a los Barón Rojo de verdad delante de mis narices. Y ciertamente esa sensación si era real, al margen de la calidad objetiva del directo. A partir de ahí, el disfrute fue aumentando.

Lo cierto es que después sí llegaron, afortunadamente, los momentos en que la calidad alcanzaba el nivel mínimo esperado. Sobre todo, la voz de Sherpa pudo lucirse de lo lindo en un tema relativa e incomprensiblemente infravalorado con respecto a otros, y que yo soñaba como la mítica canción que nunca antes había escuchado en directo y encontraba aquí su ocasión perfecta para resucitar: "Tierra de Nadie": muchas menos voces del público cantando que en las anteriores, y el melodioso y cálido timbre de José Luis Campuzano inundó la sala con su reconocible e inolvidable interpretación. Emocionante.

También lució Sherpa en el homónimo "Barón Rojo", y provocó la nostalgia en los juegos de voces con el público de "Los rockeros van al infierno", muy similares a los del mítico disco en directo "Barón al Rojo Vivo" de 1984. Si yo me llegué a emocionar recordando la edición en cinta de cassette que me regalaron hace unos 15 años de ese directo, no quiero ni pensar los lagrimones que posiblemente llegaría a soltar alguno que, presente en este concierto de reunión, estuviera también hace 26 años en la grabación de dicho disco en el Pabellón de Deportes del Real Madrid. Como digo, la nostalgia era uno de los elementos clave de la noche. Allí había gente de todas las edades; el rock duro es un estilo que, al contrario que otros, reúne y acumula generaciones: muchos clásicos le siguen siendo fieles, y sigue llamando a muchos -minoritarios, pero muchos- adolescentes. Graciosa anécodata para el recuerdo: En medio del solo de batería de Hermes Calabria, que ya empezaba a hacerse monótono y cansino, grita uno del público: "¡Venga, coño, que tengo 50 tacos!" Por otro lado, La Riviera estaba anoche a rebosar. Y aunque no es lo mismo las 2.500 personas que caben aquí que tocar en el 84 ante 12.000 almas, tampoco es lo mismo que los locales para 500 personas en los que les vi las primeras veces en los noventa. Y, por supuesto, el público entregado.

Finalmente el concierto se convirtió en una apoteosis que no por esperada dejó de sorprender. Que unos tíos que alcanzan los sesenta tacos dieran un recital de rock de dos horas y tres cuartos, pegando botes con las guitarras en los últimos temas, es más que digno de mención. Y no se hizo largo, tuvo un buen planteamiento, un buen ritmo. Hubo tiempo para todo, para un repertorio plagado de clásicos, eso sí, centrado exclusiva y acertadamente en los discos entre 1980 y 1987, y con predominancia de los cuatro primeros de estudio. Sonaron sorpresas inesperadas y agradecidas como los instrumentales "Efluvios" o "Buenos Aires". Y todos los clásicos imprescindibles, casi sin excepción. Dificilmente alguien pudo decir: "se han dejado tal o cual canción".

Hay que reconocerlo. Con sus defectos, con su imperfección, el concierto de anoche de Barón Rojo fue histórico e inolvidable. Qué pena que no me pillara con diez años menos, cuando tenía más capacidad de disfrutar sin exigir tanto, y cuando el estilo me gustaba más que ahora (alguno podría llamarme en parte "desertor del rock"); Creo que me lo hubiera pasado más a lo grande. Pero bueno, tampoco estuvo nada mal. Mereció la pena ir, sin duda.

REPERTORIO (no en ese orden, pero sí en ese concierto...)

"Concierto para ellos"
"Tierra de Vándalos"
"Incomunicación"
"Campo de concentración"
"El malo"
"Se escapa el tiempo"
"Hermano del rock and roll"
"Con botas sucias"
"Las flores del mal"
"Buenos Aires"
"Rockero indomable"
"Tierra de nadie"
"Caso perdido"
"Herencia letal"
"Son como hormigas"
"Satánico plan (Volúmen brutal)"
"El Barón vuela sobre Inglaterra"
"Breakthoven"
"Cuerdas de acero"
"Barón Rojo"
"Hijos de Caín"
"Larga vida al rock and roll"
"Los rockeros van al infierno"
"Resistiré"
"Efluvios"
"Siempre estás allí"
"Los desertores del rock"
"Casi me mato"

Larga vida a los cabezotas melenudos que se resisten a desaparecer.
Larga vida a esa música hortera, macarra y pasada de moda, que es la mejor.

¡¡LARGA VIDA AL BARÓN!!

viernes, 29 de enero de 2010

Plan 61: Barón Rojo en directo

  1. Momento: Mañana sábado.
  2. Lugar: La Riviera (Madrid).
  3. Plan: Son unas cuantas las veces que he visto a Barón Rojo en directo; algunas de las primeras fueron inolvidables, pero las últimas ya casi sólo me merecían la pena por ser gratis (el grupo recurrente de las fiestas patronales de los barrios y municipios madrileños). En esta ocasión es distinto. Es la oportunidad soñada, tantos años atrás: Ha vuelto la formación original, con Sherpa a la voz y Hermes Calabria a la batería, junto a los permanentes e insustituíbles hermanos De Castro.

miércoles, 27 de enero de 2010

Plan 60: "Avatar" (cumplido).



Momento: El domingo pasado. Esta vez no pude reflejar el plan previamente (como era mi intención), porque el sábado por la noche me entró un virus en el ordenador.

Lugar: Una sala 3D. Creo que merece la pena, y de hecho es la opción más recomendable, habida cuenta de que el aspecto visual es la parte más valiosa de la película, en buena medida por el formato. Hay que reconocer que se ha alcanzado un nivel de calidad en el 3D, y una capacidad de adaptación del cine convencional al formato, que creo que hacen pensar que, en este aspecto, sí podríamos estar ante el verdadero comienzo de la etapa de la transición del 2D al 3D a un nivel quizá equiparable al paso del blanco y negro al color. Vale, es muy pronto para decirlo; aún el cine en B/N fue mayoritario muchos años después de surgir el color, y en cualquier caso nunca se ha dejado de hacer del todo (ahí está, por ejemplo, "La Cinta Blanca").

Resultado:

Alguna vez he mencionado lo gratificantes que me resultan ocasionalmente las escapadas fundamentalmente estéticas, las que no buscan trasfondo, las que no tienen mensaje, o lo tienen limitado, o teniéndolo pasa desapercibido. En la música, por ejemplo, rara vez me intereso por las letras; me basta con el ritmo, con las melodías y armonías, con el virtuosismo de los instrumentistas... ¡viva el rock progresivo...!; con eso ya logro viajar mentalmente. Y con la montaña pasa algo parecido: Se puede intentar explicar lo que se siente ahí arriba, pero sólo viviéndolo se puede entender, y desde luego no tiene por qué conllevar una moraleja, más allá de lo que pueda aportar personalmente a cada uno. Me gusta cómo suena la poesía; no me acaba de gustar el intentar desentrañar su significado.

Y ese es el espíritu con el que creo que hay que ir a ver "Avatar" para disfrutarla. No digo que no me guste el cine con mensaje profundo. Digo que ese es otro tipo de cine. "Avatar" es, fundamentalmente, entretenimiento y espectáculo. Y tampoco digo que no me gusten las escapadas con significado, con conlusiones (ya he mostrado aquí en otras ocasiones que sí). Digo que a veces también me gusta desconectar de las "comidas de tarro" y sentirme como un niño por un rato. Y vaya que si lo logré con la cinta de James Cameron... Como con "La Guerra de las Galaxias", por ejemplo: ese es el espíritu.

En realidad, tampoco hay mucho más que comentar al respecto de lo visual, pues todo está ya dicho: La calidad de las imágenes, el realismo del diseño digital, lo embelesante de la estética, lo impresionantes que son muchas de sus escenas, el atractivo ritmo, la entretenida acción, los momentos más épicos... Una experiencia visual de auténtico lujo. Un manjar para saciar el posible hambre de los ojos urbanos, receptores de tanto colesterol estético a diario; algo similar a lo que busco en parte cuando voy al campo: Pandora es el verdadero "lugar" de éste plan de escapada.

La historia es simple, sí, pero soportable, salvo por algún diálogo algo ridículo y algún personaje demasiado tópico. Por lo demás, es un punto de partida bueno para un argumento de aventuras razonablemente efectivo y en general bien narrado. Si de paso sirve para que quien sólo va al cine a ver efectos especiales comience a pensar un poco (a nivel básico), bien venido sea.

Casi todo lo demás que me gustaría expresar lo haré copiando mi propia crítica en Filmaffinity:

"Lo peor de Avatar es, con diferencia, la exagerada y grandilocuente campaña de publicidad que la promociona. No es publicidad al uso. No se trata simplemente de pasar mil veces el trailer por la tele, o de llenar las calles con montones de anuncios. Se trata de crear una corriente de opinión bien estudiada. De untar de dinero a miles de medios de comunicación en todo el mundo para que críticos supuestamente objetivos y sinceros hablen exageradamente bien del film, ensalzando valores que no tiene, y dando una idea equivocada de las pretensiones de la película.

La idea que nos han querido vender (y que a muchos parece haberles convencido) es que se trata, por un lado, de una historia trascendental. Por otro, que es una película que supone un antes y un después en la historia del cine, como hacía mucho que no se veía. Ya he visto, en dos medios totalmente distintos, el mismo reportaje comparando "Avatar" con "Lo que el viento se llevó"... ¿casualidad? Evidentemente, no: Todo está estudiado, y pagado por la productora de la película (incluídos los Globos de Oro y los Oscars, obviamente).

La realidad es mucho más austera, menos "glamourosa", por mucho que le pese a Cameron y a sus fans: "Avatar" es simplemente buen cine de entretenimiento con producción de primerísima categoría. Punto. Lo cual tampoco está nada mal, pero no es lo mismo.

Dicho lo cual, si uno va al cine sin esperar más que entretenerse e impresionarse con el aspecto visual, lo normal es que disfrute, y mucho, si le gusta el género. Por que, superado el engaño, por lo demás hay que decir que Avatar es un gran espectáculo en su género. Es una muy buena película, sabiendo medir sus intenciones. Incluso la simpleza de la hitoria no la convierte en pretenciosa como han criticado algunos; me parece que su superficialidad es intencionada, es una excusa para contar una historia de aventuras, y por lo tanto no pretende ser profunda. Pretenciosa es, en todo caso, la campaña publicitaria.

Yo me lo pasé en grande viéndola. Pero, insisto, desconectando de la idea sobrevalorada que nos han querido vender. Si quieres salir conmocionado o sentir una sacudida de conciencia o mensaje, te decepcionará. Esto no es cine sesudo, ni mucho menos.

Otra perla de alguno de los críticos: comparar su estética con los grandes artistas del barroco. ¿Se puede ser más exagerado? ¿Se pueden hacer comparaciones más insultantes al intelecto cultural y artístico? De verdad que es de chiste todo lo que se puede llegar a decir. Y, a la larga, todo eso perjudica a la opinión de la película, le resta credibilidad; Y es injusto, por que es una película que, en su correcta medida, en su verdadero estilo, creo que merece una muy buena opinión".


(Hasta aquí la crítica para Filmaffinity).

Es cierto, por otro lado, que la idea básica del argumento daba para mucho más, y resulta comprensible la decepción ante la oportunidad perdida para haber contado una historia mucho más potente, con más calado. Pero esa habría sido otra película; y "Avatar" es la que es, y no es justo que pierda mérito por la comparación con esa otra hipotética película; no es mejor ni peor, es distinta, con otra intención distinta. Además, esa otra película fue, en muchos aspectos, "La Selva Esmeralda" de John Boorman. Quien buscara algo más profundo en "Avatar" debería ver aquella (en la que por cierto es seguro que James Cameron se ha fijado para hacer ésta, entre otras). Incluso el crítico E. Rodríguez Marchante apunta la posibilidad de que haberse tomado más en serio la historia de "Avatar" podría haber sido una insensatez para el resultdo global de la película, y de paso sugiere la acertada idea de que es más un cuento que una historia de novela:

"Allí donde se juntan cine y alucine. (...) se sale ebrio de fantasía, pero entero, porque la película ha tenido la sensatez de mantener el fondo liviano del cuento, el 'érase una vez', dentro de un pellejo abrumadoramente perfecto. (...)"

Al menos éste no ensalza equívocamente la intención de la película...

Por último (esto ya está quedando muy largo), me alegro de comprobar que aún soy capaz, aunque sólo de vez en cuando, de disfrutar de las cosas libre de los prejuicios propios del paso de los años; me alegro de poder ir al cine a veces más como un niño que como si fuera un crítico de cine. Quizá en parte la felicidad consiste en actitudes así, al menos aplicándolas moderadamente.

jueves, 21 de enero de 2010

Silogismo disyuntivo

Leí esto en el 20 minutos:

"Hace años, cuando eso de Internet sonaba a chino mandarín, resultaba comprensible que las listas de ventas las acaparasen los artistas de las grandes multinacionales. Al fin y al cabo para muchos apenas había otra opción. Cuando en el año 2000 conocí Napster, se abrió ante mis ojos un universo inabarcable de cultura musical al alcance de un clic. Entonces lo vi claro: aquello era el fin -o casi- del artista prefabricado, de los grupos convertidos en superventas a golpe de talonario, de la farsa mainstream que había imperado durante años. Cualquiera podría conocer, disfrutar y compartir música de calidad superando los circuitos tradicionales de promoción. Y por ende, hacer disparar su cota de popularidad masiva. Hoy, una década después, miro los artistas que arrasan en las listas de ventas y me pregunto qué falló en mi silogismo disyuntivo."

Del blog Entrada Gratuita de Dani Cabezas.

El artículo está curioso, y tiene un final muy irónico y acertado, pero en realidad la respuesta no es tan difícil: Aunque los medios cambien, los que tienen dinero para pagar la publicidad en los mismos son los de siempre. Y por otro lado la música fácil sigue siendo la más accesible si la educación sigue siendo la misma.

Otra entrada relacionada (ésta ya es mía):

"Madurez" musical

miércoles, 20 de enero de 2010

Pasiones inexplicables

"Las pasiones humanas son un misterio: quienes se dejan arrastrar por ellas no pueden explicárselas y quienes no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay seres humanos que se juegan la vida por subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, pueden explicar exactamente por qué..."

De "La Historia Interminable", Michael Ende.

lunes, 18 de enero de 2010

Cumplido plan 59: The Whirlwind



No todo en la vida tiene por qué ser quejarse. Por ejemplo, hay que reconocer que es todo un privilegio poder contar con la entrega de cuatro musicazos como los que componen Transatlantic para poder disfrutar de tan buenos ratos de música. No contentos con el tiempo y esfuerzo que dedica cada uno de ellos a sus grupos principales (Dream Theater, Neal Morse, The Flower Kings y Marillion), extienden su talento y su pasión a este proyecto, tan exigente como aquellos. No se trata de una música precisamente fácil de hacer, por muy virtuosos que sean, no cuenta con un gran éxito en cuanto a ventas, y ni siquiera les queda el consuelo de tener -hoy en día- el halo de música respetada que tiene el jazz, pero gracias a su fe en ellos mismos, las minoritarias minorías de friquis que les seguimos colmamos nuestras espectativas musicales con creces. Lo dicho, como para quejarse.

Así pues, escuchar "The Whirldwind", álbum que sacan tras ocho años de sequía en cuanto a discos de estudio con material nuevo, es un regalo. Sale barato comprar el disco incluso en estos tiempos de la decadencia del formato físico.

Por lo tanto, la espectativa previa a la escucha era elevada. Y el disco cumplió con lo esperado y deseado. Y además prometió. Prometió un aumento del interés en posteriores escuchas. Creo que hay mucho detalle para apreciar en cada nueva audición.

"The Wirldwind" tiene la potente propuesta de ser un único tema o suite de 78 minutos. Aunque esté dividido en doce partes, no resultan ser canciones independientes; realmente se tiene la sensación de composición sólida, unitaria e indivisible. Bastante más incluso que en el "Scenes From a Memory" de Dream Theater, por ejemplo. Y lo cierto es que me ocurrió algo bastante sorprendente: el primer momento en el que me levanté para mirar en el equipo si ya iba por la mitad (esa era mi sensación), resulta que ya estaba en el corte número once (el pénúltimo): ¡se me hizo sorprendentemente corto! Algo parecido (en otro campo totalmente distinto) a lo que me pasaba en el cine con las películas de El Señor de los Anillos: una utilización tan intensa del ritmo y del tiempo que logra abstraer de la idea del paso del mismo.

No me parece tampoco -de momento- el mejor disco de rock progresivo que he escuchado últimamente (creo que el primero del grupo, por ejemplo, me gusta más), pero, aparte de que es susceptible de ganar -como he dicho- con la acumulación de escuchas, sí es de lo mejorcito. Es el disco que habría preferido que sacaran Dream Theater en lugar de "Black Clouds & Silver Linings", o el disco que llevan dos años sin sacar The Flower Kings. Me parece que no tiene desperdicio, y que posee dos o tres momentos en los que llegué a quedarme embelesado (a pesar de lo muy acostumbrado que empiezo a estar a esta música), como el final de ese mencionado tema 11, y cuyo título es la pregunta que uno se hace mientras escucha esas virguerías tan absolutamente alucinantes y al mismo tiempo llenas de atractivo y emoción: "Is it really happening?"

Ahora, a esperar pacientemente a ese maravilloso acontecimiento (para cuatro friquis), que es la posibilidad de verles tocando en directo... eso ya suena a lujo...

sábado, 16 de enero de 2010

Plan 59: "The Whirlwind" (Transatlantic)

  1. Momento: Próximamente (tal vez, esta misma noche).
  2. Lugar: Mi habitación (físicamente, porque mentalmente espero hacer honor al nombre del grupo, como mínimo).
  3. Plan: Escuchar (sin hacer otra cosa) el último disco de la banda Transatlantic, el cual aún no he catado. Se trata de un único tema o suite de 78 minutos de duración... El supergrupo lo componen Neal Morse (ex - líder de Spock´s Beard), Mike Portnoy de Dream Theater, Roine Stolt de The Flower Kings y Pete Trewavas, de Marillion. Progresivismo por los cuatro costados (y nunca mejor dicho). Y además vienen a tocar en mayo; ya tengo la entrada, y ya pondré el plan...

jueves, 14 de enero de 2010

Cumplido plan 57 (ahora sí): Donde Viven los Monstruos



Pues la verdad es que se me hace francamente complicado elaborar un comentario acerca de esta película. Por un lado, es fácil caer en lo tópico, en lo evidente. Por otro, muy difícil extraer lo más intimista de la historia acertando en lo que pretendían transmitir los realizadores. Aunque claro, siempre queda aquello de que todo, y especialmente el arte, es interpretable individualmente. Así que por ahí voy a tirar, como pueda...

A mí me parece que esta película es un viaje al interior de la mente de un niño, en una etapa de la infancia en que se empiezan a percibir demasiadas realidades del mundo adulto, pero aún no se está preparado para asimilarlas. Y al mismo tiempo, creo que juega con la ambigüedad de saber discernir realmente cuáles de las preocupaciones emocionales humanas son exclusivamente infantiles, cuáles adultas, y cuáles comunes a cualquier edad. Yo incluso diría que seguramente juega con la idea de que en realidad son las mismas, pero con diferente punto de vista, con diferente grado de complejidad psicológica, y sobre todo con diferente capacidad para afrontarlas (no siempre mayor en el caso de los adultos, posiblemente).

Entrando ya -inevitablemente- en la terminología propia de este blog, podría decirse que un niño, en general, basa su felicidad en una escapada constante, en un juego, en la fantasía y la imaginación. Cuando el niño empieza, en mayor o menor medida, a dejar de serlo, la proporción de "tiempo de escapadas" va disminuyendo frente a la realidad. Así hasta llegar a la etapa adulta, en la que casi todo son obligaciones, responsabilidades y preocupaciones, y las escapadas quedan reducidas a breves lapsos. En mi opinión, ver una película, leer una novela, escuchar música, viajar, subir a una montaña, etc., son los juegos de los adultos; son los resquicios de infancia que nos quedan; no en vano a veces los llamamos "caprichos".

Pero muchas de esas escapadas tienen un carácter especial. No es sólo "pasar un buen rato". Tratamos de sanear nuestro ánimo tras un mal momento. Nos alejamos del escenario y de la rutina que nos han llevado a una frustración, y desde otro perspectiva, miramos dentro de nosotros mismos para sacar aquello que necesitamos para seguir adelante. Podría decirse que es una especie de "escapada psicoanalítica". Me parece que lo que hace en la película Max, el niño protagonista, es exactamente eso mismo, quizá llevado a un grado que nunca antes había experimentado en su vida, porque igualmente quizá nunca antes se había sentido tan perdido hasta ese momento. De esta manera, Max decide enfrentarse, superando su miedo, a sus monstruos interiores (preocupaciones emocionales), para conocerlos y tratar de aprender a comprenderlos y a que puedan vivir en armonía con él. Y, sobre todo, a saber gobernarlos, como buen rey.

El problema de la historia es que se mezclan al mismo tiempo muchas ideas, y no me queda claro qué se quiere expresar en cada momento. La disyuntiva entre "hacer sólo lo que queremos hacer" y entender que eso afecta a nuestras relaciones con los demás. El difícil equilibrio. Seguramente, el caos es intencionado. De hecho, la conclusión final es que, realmente, Max no está preparado para ser rey de sus monstruos. Se supone que por que todavía es demasiado niño. Pero, ¿demostramos los adultos, en general, estar preparados para gobernar bien nuestras emociones...?

La paradoja final de la filosofía expresada por esta historia creo que consiste en que la verdadera escapada no es hacia el exterior, sino hacia el interior. Se busca un lugar físico lo más exterior y alejado posible al cotidiano, para encontrar lo que cada uno de nosotros somos realmente por dentro. Creo que lo he sentido, por ejemplo en la montaña.

Bueno, aparte de todas estas comidas de tarro, creo que la película me aportó un rato agradable y entretenido, con un par de momentos emotivos. Cierto es que esa emotividad creo que pierde algo de fuerza durante parte del metraje, y también que me habría gustado percibir más humor y diversión en los momentos más aventureros o alegres de la historia, pero también es verdad que debe ser dificil conseguir un buen equilibrio entre eso y la cruel sinceridad del argumento (la dificil convivencia humana). En cualquier caso, merece la pena, creo.

lunes, 11 de enero de 2010

Cumplido plan 58 (ahora sí, pero mejorable)

(Leer antes las dos entradas previas)

Nunca se sabe cuándo se van a dar las circunstancias adecuadas para aquello que uno espera. Aveces ocurre incluso insperadamente pronto. En este caso, muy inesperadamente, y muy pronto (aunque después de cuatro intentos).

Después de la rabia expresada en el comentario que hice a la anterior entrada, porque la meteorología esperada (ausencia de nubes) se retrasó un día, me parecía aún más difícil que la sierra volviera a estar despejada en los próximos días (más aún con la nevada del domingo). Bueno, pues lo que fue inesperado es que esta mañana sí estuvo despejada. Pero lo que resultó aún más inesperado fue que en el trabajo nos dieron día de permiso ante la imposibilidad de trabajar por la nevada caída. En cuanto pude comprobar por internet que la sierra era perfectamente visible y estaba nevada, no me lo pensé dos veces: ahora o nunca.

Y para allá que me fui. De nuevo al Cerro del Castillo. Y, ahora sí, plan cumplido:



Como decía en la anterior entrada, parece que, efectivamente, mis "éxitos" montañeros trabajados (o al menos insistidos) llegan normalmente en el cuarto intento... Dicho lo cual, y aunque había más nieve que en el plan 7, aún es mejorable. Aún se podría ver más cantidad, y con las propias rocas totalmente heladas: En el otro intento (plan 12), donde sólo pude ver bien La Peñota, esta montaña (que ni siquiera llega a los 2.000 metros de altitud) tenía sus promontorios rocosos cimeros totalmente blancos (primera foto de aquella entrada, hecha con el móvil -me olvidé la batería de la cámara, recordemos-). Así pues, insistiré en el futuro (espero que no muy lejano)...

De momento, yo me entretengo con una ampliación del vídeo de la anterior entrada:





Y con algunas fotos más del día:









sábado, 9 de enero de 2010

NO cumplidos planes 57 ni 58

Plan 57: Por un fallo de información en los horarios no pudimos ver "Donde viven los monstruos", y optamos por "Número 9". Entretenida y muy bien hecha ténica y rítmicamente, pero floja en la historia.

Plan 58: Meteorológicamente, me pasó lo mismo que en el plan 12: Las nubes tapaban la sierra, con lo que no pude ver la panorámica nevada de la misma, que era el plan en si, luego tampoco cumplido. Para colmo (aunque contaba con ello), me encontré con el desolado panorama del Cerro del Castillo sin árboles, tras el incendio del verano pasado. Si hace un año, en el plan 7 (cuyo objetivo también era el mismo) vi esto:



Hoy vi esto otro desde el mismo punto y hacia el mismo ángulo:



En este vídeo se puede ver la transformación:



Una pena, vaya...

Bueno, el plan 57 intentaremos subsanarlo esta semana. En cuanto al 58, ya van tres intentos (el del plan 7, también desde el Cerro del Castillo, no colmaba mis espectativas en cuanto a cantidad de nieve). Pero en mi caso, al menos con la montaña, la vencida suele ir a la cuarta (Almanzor desde Candeleda, Covacha...)... así que ya toca...

viernes, 8 de enero de 2010

Plan 58: Panorámica nevada de la sierra, tercer intento.

  1. Momento: Mañana sábado.
  2. Lugar: Sierra de Guadarrama, aunque vista desde la presierra (Cerro del Castillo, Collado Mediano).
  3. Plan: Nuevo intento de obtener una vista de la cara sur de Guadarrama con mucha nieve, después de lo que pretendí (frustradamente) el invierno pasado con los planes 7 y 12.

jueves, 7 de enero de 2010

Plan 57: "Donde Viven los Monstruos" (Spike Jonze)

  1. Momento: Mañana viernes.
  2. Lugar: El cine que más cerca me pilla de casa (gracias, Isa y Ángel).
  3. Plan: Un comentario generalizado de crítica y público sobre ésta película está siendo que es demasiado adulta para niños y demasiado infantil para adultos... esa idea me atrae, la verdad. Por supuesto, el argumento de la película parece venir que ni pintado para el blog. Hay que verla, vaya.

miércoles, 6 de enero de 2010

Cumplido plan 55: Monte Perdido.



El regreso a mis lecturas montañeras ha sido toda una sorpresa. Este librito sobre la histórica conquista del Monte Perdido finalmente no resulta ser lo que de él esperaba. Es mucho más, y con un planteamiento muy original y atractivo.

De hecho, lo que esperaba como más interesante, la narración de la ascensión por su protagonista, Louis Ramond de Carbonnières, es casi lo de menos, aunque sea el texto sobre el que se asienta todo lo demás. Se trata de un relato bastante más frío y desprovisto de emoción de lo que imaginaba. Se centra más bien en las observaciones científicas (botánicas, topográficas y sobre todo geológicas) que lleva a cabo Ramond en la zona, y que no carecen de interés -ni mucho menos-, pero que adolecen de romanticismo o interés literario y alpinista. Apenas refleja vagamente esa evocación estética del paisaje y de lo inhóspito, ni el sabor aventurero que se espera de este tipo de literatura, ni tampoco queda a la altura de la magnitud del acontecimiento. Pero claro, no era esa la intención de Ramond en dicho texto.

Sin embargo, a dicha narración le acompaña un texto bastante más extenso de Rob Day, bajo el título de "Acerca del itinerario de Ramond", del cual se puede sacar mucho más jugo montañero, en todos los sentidos. Day, junto al fotógrafo Didier Sorbé (del cual se incluyen valiosas fotografías del macizo en blanco y negro), siguió literalmente los pasos de Ramond, evocando su viaje para indagar en los misterios de aquella primera ascensión, dos siglos atrás. Este texto alterna pasajes sobre la propia recreación de Day y Sorbé del itinerario, con datos biográficos sobre Ramond de Carboniers (tanto generales como centrados en la conquista del Monte Perdido).

En cuanto a la propia experiencia de Rob Day en la repetición de la ruta, aquí si podemos extraer esas emotivas expresiones de filia montañera con las que nos sentimos identificados quienes hemos hecho vivacs en alta montaña, nos hemos impregnado de lo grandioso de los paisajes violentamente esculpidos por la orogenia, hemos sentido la soledad y la paz, o hemos percibido el paso del tiempo con una escala diferente a la humanamente convencional. Y todo ello bajo la romántica búsqueda de los pasos de alguien que recorrió el mismo camino doscientos años antes. Salvando las distancias, es un sentimiento parecido a lo que reflejé en este blog cuando yo mismo recreé la ascensión a Peñalara según José Fernández Zabala.

Por lo que respecta a las notas biográficas sobre Ramond de Carboniers, aun tienen, si cabe, más enjundia. Por una lado, no están reflejadas como una relación de experiencias, sin más, sino que también se da una idea de cómo se ha investigado, a largo de muchos años, la figura de este pintoresco personaje que fue titulado como el fundador del pirineísmo, sobre todo por parte de Henri Beraldi. Porque muchos misterios han rodeado tanto su vida (profesional y personal) como su verdadero valor y personalidad como montañero, e incluso es sabido que la propia primera ascensión tuvo su "trampa" en la narración, ya que -y el propio Ramond no lo negaba- en realidad parece que sus guías se le adelantaron unos días en tal conquista. Más romanticismo y halo de misterio que el de un personaje que vale más por el mito que por la realidad, imposible. Ya que, en cualquier caso, su legado es fundamental para entender el posterior sentimiento pirineísta que desarrollarían, principalmente, Herry Russell y Franz Schrader.

Párrafo aparte merece, en cierta medida con adecuada identificación con el autor de éste blog, la relación entre la dispersa vida profesional y personal de Ramond con sus anhelos montañeros. Ramond fue alguien que nunca llegó a desempeñar una vocación definida; deambuló entre la literatura, la ciencia y la política, y al parecer sin llegar a mostrar constancia o perseverancia en ninguna de ellas. Por otro lado, solía debatirse entre sus relaciones sociales de ciudad con personajes ilustrados y la vida rural y campestre, aunque a la larga tendió claramente a lo primero. Sin embargo, después de cada fracaso en su vida profesional o sentimental, parecía coincidir alguno de los -en realidad, escasos- viajes a la montaña, al parecer reparadora de su espíritu (idea aún minoritaria en aquellos tiempos). Esto es algo que no aparece reflejado siempre en sus biografías "oficiales", e incluso se sigue sosteniendo, en contra de lo que descubrió Beraldi, que uno de sus viajes pirenaicos se debió al exilio ante la inminente Revolución Francesa. Queda pues el misterio de la verdadera vocación montañera de Ramond, qué lugar ocupaba realmente entre las prioridades de su vida, y hasta qué punto pudo ser una frustración su relativamente reducida experiencia al respecto. La conclusión final es que no se entregó al montañismo tanto como luego lo harían sus seguidores Russell o Schrader, aunque realmente amaba la montaña. El propio Ramond llegó a escribir que era su anhelo, pero sin confundirlo con el destino que encontró -o que prefirió encontrar- en otro lugar; Hay amores imposibles; Y es preciso seguir andando...

Por si todo lo anterior fuera poco (o poco interesante), acompaña al tomo de los textos mencionados otro volúmen con las fotrografías dichas de Didier Sorbé en blanco y negro, absolutamente preciosas y evocadoras. Logran complementar el espíritu del libro a la perfección. Y van a su vez seguidas de un texto de Jean Arrouye que interpreta acertadamente el valor y significado de las mismas. Efectivamente, tal y como Arrouye apunta, la fotografía de montaña de Sorbé no se queda en la estética y en la estática, sino que es reflejo del viaje realizado para poder obtenerlas. Muestran la dificultad para acceder a los lugares en que se toman, la paciente espera a las mejores condiciones de luz, y el deseo posterior de alcanzar los lugares inmortalizados. Es justo lo que desa uno reflejar cuando hace fotos en motaña, un significado interactivo de movimiento, experiencia y vivencia por el paisaje retratado (aunque claro, qué más quisiera uno que llegar al nivel de Sorbé...)



En definitiva, una obra realmente curiosa, emotiva y completa, que resulta ser un buen resumen del momento cumbre fundacional del pirineismo.

domingo, 3 de enero de 2010

Cumplido plan 56: Tres Provincias o Cebollera Vieja



ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.



Nuevamente, una excursión en principio sencilla salió realmente agradecida; sin llegar a ser inolvidable, pero sí por encima de las espectativas.



Apetecía volver a esta cima que sólo habíamos subido en una ocasión, hace ya unos siete años. Y apetecía volver a una zona mucho menos concurrida que Guadarrama, probablemente menos aún este día, por las condiciones meteorológicas. Pero además de estos alicientes estaba la nieve, que quizá era más de la que esperábamos, y estaba casi recién caída, con la mejora estética que eso supone sobre el terreno. Y además estaban las nubes, y la luz, y la niebla...





Lo que normalmente es un paseo sencillo se convirtió en un itinerario esforzado por el cansancio de las pisadas que se hunden, pero lejos de ser tedioso, en el punto justo de exigencia que da cierto aire de mérito en la ascensión, cuando ésta apenas lo tiene por lo fácil del recorrido. Y la niebla también puso el puntito "aventurero", una vez que nos metimos de lleno en ella, todavía subiendo por una empinada senda hacia la cuerda.







Ya casi arriba del todo, el aliciente fue que la niebla se despejó, y pudimos disfrutar de las buenas panorámicas que ofrece la zona, aquel día vestidas de gala con nubes de diverso tipo y alturas. Pico del Lobo, Peñalara, Cuerda Larga...









Es una gozada, en días como éste, ver la nieve inmaculada cubriendo a la perfección el camino por el que vas a proseguir:



Casi da pena tener que pisarla, pero por otro lado, no sé por qué extraña razón resulta un privilegio ser el primero en hacerlo...:



Hasta en esto siempre seremos menos discretos los humanos que el resto de los animales:



Desde luego, la cosa daba para hacer muchos juegos fotográficos:







En fin, poco más que decir del día. Su disfrute fue más estético que deportivo o anecdótico, así que por eso, en esta ocasión, hay muchas más fotos que texto.























Descripción técnica de la ascensión

viernes, 1 de enero de 2010

Plan 56: Tres Provincias o Cebollera Vieja

  1. Momento: Mañana sábado.
  2. Lugar: Macizo de Ayllón.
  3. Plan: Ascensión al pico de Tres Provincias o Cebollera Vieja desde Somosierra.