domingo, 4 de septiembre de 2011

Cumplido 125: "Super 8" (J.J. Abrams)

Aunque no sea una película que me haya marcado como lo hacían los films dirigidos o producidos por Spielberg en los setenta y ochenta, en muchos de los cuales por cierto se inspira éste, "Super 8" no me ha decepcionado en absoluto. Supongo que haría falta volver a ser un niño para volver a sentir hasta aquel punto ese influjo mágico de aquellas películas, pero ésta nueva producción del "rey midas" de Hollywood tiene todos los ingredientes, y sobre todo el estilo y el tono, de aquel cine. No es un intento forzado de imitar obras anteriores con resultado artificial y sin personalidad propia, como "Indiana Jones 4". "Super 8" tiene fuerza y brillo por sí misma; parece rescatada de aquella época; parece como estar viendo una vieja película de Spielberg que aún no habías visto -gran error si no la hubieran ambientado en los 70-. Una gozada, vaya.

Es cierto que la parte fantástica de la película no me ha provocado la emoción que recuerdo de las primeras veces que veía, por ejemplo, "Encuentros en la tercera fase". Tanto si mi edad tiene más o menos que ver en ello, creo que esto se debe a que el tono simpático y divertido con el que son presentados los personajes adolescentes de la película tiene mucha más fuerza. Ese buen rollo entre infantil y juvenil, ese espíritu de iniciativa y aventura, el buen sentido del humor, así cómo las difíciles experiencias de esas edades -tratadas con ternura pero no empalagosidad- tienen más fuerza que los sucesos extraordinarios que dan lugar a la acción; todo lo que los chavales representan y dan vida por sí mismos es argumento suficiente para disfrutar de la película; el resto es, como dice uno de los protagonistas, "valor añadido". También influirá que lo otro lo tenemos muy visto, tanto si es al encantador estilo misterioso de aquellos años, como si es con el actual cine de ciencia ficción al que ya estamos acostumbrados, en el que unos efectos especiales perfeccionistas nos lo dan todo hecho, quitándole valor a la imaginación.

Así pues, aquella premisa que tan bien funcionaba en películas como "E.T.", de colocar a personajes corrientes ante situaciones extraordinarias, no es que ahora me llame menos la atención; es que me parece tan disfrutable el hecho mismo de ver a los chavales tratando de rodar su primera película: eso es tan interesante y sobre todo divertido, o más, que los propios hechos extraordinarios. Y sobre todo desde el protagonismo de quien aún es demasiado joven como para haber perdido la ilusión, o el sentido de la magia o de la fantasía. Y que eso funcione (aunque dependerá del espectador) en una época en que el público es tan escéptico ya que el cine tiene que ser tan creíble y realista que hasta Batman necesita ser explicado como si fuera un personaje real, me parece que tiene un gran mérito. O eso, o esta película sólo nos va a gustar a los nostálgicos de aquella época.

Me ha encantado la parte autobiográfica, metacinematográfica, que tiene la película. Hablamos de un film que rememora el estilo que hizo famoso a Spielberg entre los 70 y los 80, y en el cual los protagonistas hacen lo mismo que el propio Spielberg entre finales de los 50 y principios de los 60: Coger su cámara de Super 8, reunir a sus hermanas y amigos, y rodar películas de aficionados. Es todo un autohomenaje, que al mismo tiempo es un agradecimiento al mundo del cine y a todo lo que le ha dado, y que casi parece cerrar un ciclo, aunque el cineasta siga con proyectos de ciencia ficción y fantasía.

Spielberg se ha pasado toda la vida tratando de utilizar el cine para escapar de la rutina, de la gris cotidianeidad, a través del cine fantástico y de ciencia ficción. Tras ser capaz de enfrentarse también a dramas humanos de gran calado y madurez, parece que en el otoño de su vida sigue necesitando revisitar ese escapismo, y sigue guardando dentro a un niño que se sigue expresando muy bien. Yo no puedo por menos que agradecérselo.

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