martes, 7 de mayo de 2019

Alex Honnold y Carlos Soria, lo titánico y lo humano

De entrada, una aclaración: Los adjetivos del título de este post no están referidos respectivamente a cada uno de los protagonistas, sino que los dos se refieren a ambos, porque en ambos casos hay un aspecto grandioso en lo que hacen, y en ambos casos hay una parte humana, por cierto muy diferente -pero vagamente relacionada- en cada uno.

En el caso del canadiense Alex Honnold, protagonista del documental ganador del premio Óscar en su última edición, no hace falta aclarar mucho lo épico de su gesta; escalar sin cuerda una pared como la de El Capitán en Yosemite es, sencillamente, algo del todo excepcional, algo al alcance de prácticamente nadie. Para entenderlo ni siquiera vale con ver la película, Free Solo; salvo para otros escaladores libres, calibrar la dificultad -técnica, física y sobre todo psicológica- de la gesta es imposible, independientemente de valoraciones éticas.

A lo que me ayudó más ver el documental fue a sufrir la parte humana de la historia. Y esta se refiere, sobre todo, a las personas que rodean al escalador en su vida personal. Y tampoco me parece que sea fácil vivir con algo así. No puedes -en principio- negar a alguien la libertad de elegir hacer aquello que en la vida le da sentido e impulso para seguir adelante, pero claro, cuando es la propia vida la que está en juego, el sufrimiento anímico que conlleva alrededor es difícil. Es complicado empatizar, y no hablo aquí precisamente de las típicas frases cuñadiles de “esa gente está loca”, “son unos insensatos”, “no vale la pena jugarse la vida por eso”, etc., etc. Es mejor ver el documental para que cada uno saque sus conclusiones. Eso sí, la sencillez con la que Honnold afronta su elección es, al mismo tiempo, sorprendente y comprensible: Es su vida, y además su actividad deportiva está profesionalmente estudiadísima y cuidadísima al milímetro: no es precisamente alguien que no sepa lo que hace. Lo más alejado de un loco, vaya. Y aun así, cuesta entenderlo.

Por similares fechas al día que vi el documental, asistí a una conferencia del alpinista natural de Ávila, Carlos Soria, el más veterano del mundo en ascender a la mayoría de las montañas de más de ocho mil metros. De nuevo la gesta titánica vuelve a estar aclarada, sin necesitar explicación alguna. Pero de nuevo pasa algo similar a lo último que decía sobre Alex Honnold: la sencillez con la que Soria explicó su vida alpinista podría ser similar, o incluso más humilde en muchos casos, que las batallitas de cualquier montañero aficionado de cordilleras ibéricas y nivel de dificultad más bien bajo. Es cierto que no hay un aspecto psicológico tan extremo como en el caso del canadiense; ahí está la gran diferencia. Soria es alguien que transmite amor por la montaña, cariño por sus experiencias vividas, e ilusión por lo que pueda deparar el futuro. Y ojo que a veces también escala sin cuerda (cosas de mucha menor dificutad). Sin duda resultó una charla muy agradable, el tipo de sentimiento del que uno querría estar siempre impregnado; Y a él le ha durado -de momento- hasta los 80 años... y luego otros tenemos baches muchas décadas antes...

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