martes, 16 de marzo de 2010

Cumplido plan 63: Peñacabra y sus hoyas glaciares



ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. Tampoco es del todo recomendable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto (que nunca debe entenderse como una "guía"), y por tanto de sus consecuencias.



Al segundo intento fue la vencida.

Este invierno que está a punto de acabar está ofreciendo sensaciones encontradas a todos los montañeros. Por un lado, el frecuente paso de temporales y borrascas ha hecho que los fines de semana aprovechables hayan sido más bien pocos, las veces de quedarse en casa, unas cuantas, y las de renunciar sobre la marcha a una actividad, alguna que otra (véanse mis "no cumplidos") . Sin embargo, por la misma razón, nuestras queridas montañas se han colmado del manto nivoso como hacía mucho tiempo que no veíamos, y esas pocas veces que se puede salir al monte, no sólo las ascensiones están siendo muy disfrutables, sino que además los paisajes están engalanados como nunca. Es una gozada llegar al Valle del Lozoya y encontrarte Cuerda Larga, Cabezas de Hierro, Valdemartín o Peñalara como se puede ver en estas primeras fotos. Y eso que ya estamos a mediados de marzo.





Pero no debemos olvidar que estoy hablando en concreto de la Sierra de Guadarrama. Y, por un lado, los que llevamos haciendo montañismo invernal -mínimamente serio- no más de cinco años, nunca habíamos disfrutado de ésta sierra así, como estos dos últimos inviernos. Aunque por otro lado el ser Guadarrama significa que, por mucha nieve que haya caído, estamos acostumbrados a ver cómo el manto blanco desaparece en cuatro días. Y son tantas las opciones de cosas por hacer, que da rabia pensar que no haya habido más findes aprovechables. Sobre todo, da rabia pensar cuándo volverá a haber un invierno así. Como minimísimo, está claro que habrá que esperar otro año, y ya sería ser muy optimistas, creo yo. De todas formas, confiemos en que se va a mantener más o menos parecido dos o tres semanas más; yo con eso (y esperando buenos findes) me daría con un canto en los dientes (quizá sea mucho pedir, la verdad).





Todo el párrafo anterior venía a cuento porque precisamente en la preparación del posible plan para el pasado fin de semana, me debatía entre tres cosas que quiero hacer en Guadarrama aprovechando la nieve. Una porque llevo con ello en mente desde el año pasado, que es subir a Oso por la cara este, y que descarté porque mi anterior intento había sido la semana pasada (el reciente plan 69). Otra porque no estoy seguro de si es una zona en la que se mantendrá bien la nieve (cosa que también me pasa con la Este de Oso), que es la Noreste de La Najarra; ésta la descarté por la difícil logística (tardíos horarios de autobuses para el domingo, demasiado frío para vivaquear allí la noche anterior, plazas completas en el Refugio de la Morcuera, y demasiado pijismo y sablazo en los hoteles de Miraflores de la Sierra). La tercera es este nuevo intento de subir a Peñacabra por sus hoyas glaciares, por el que me decanté finalmente, y creo que con acierto. Lo que me resulta sorprendente es que me haya visto en la situación de tener que elegir entre varias rutas que me apetecían mucho por Guadarrama, cuando llevo ya varios años exprimiéndome la cabeza para ver a dónde ir que no me resulte repetitivo, en esta sierra que tanto he visitado y revisitado.







En esta excursión me llamaba la atención poder conocer las tres hoyas glaciares (Hoyo Berrocoso, Hoyo Cerrado y Hoyo de Pañacabra o Pinilla) con la mayor cantidad de nieve posible, pues lógicamente es la mejor manera de disfrutar de un paisaje de origen glaciar. Y aunque también era importante comenzar pronto la excursión (cosa que tampoco permitía aquí el autobús), no me parecía tan grave como con La Najarra, pues en ésta el objetivo en sí era subir ese corredor Noreste, para lo cual es fundamental que la nieve esté dura, y en Peñacabra había más alicientes; era una excursión más completa, con más aspectos a valorar y disfrutar, y no importaba tanto no pasarlo especialmente bien en el hecho mismo de ascender, por aquello de la incomodidad con nieve blanda; además, era posible buscar alternativas de menores pendientes. Pero es que además luego tuve la suerte de poder ganar la cuerda por una pala con la nieve perfectamente estable y dura... ¡a las dos de la tarde!







También me acordé de la primera intentona del plan, un mes antes. Aquel paseo por el Arroyo de la Saúca bajo la niebla y con el azote constante del viento... uno de los "no cumplidos" de este invierno (aunque ahora ya sí). Pensé que en el fondo fue una suerte poder tomarme con calma aquella excursión, para poder disfrutar con tranquilidad del bonito paraje de la cabecera del arroyo, cosa que no es posible permitirse si quieres hacer el recorrido completo a Peñacabra y bajar a tiempo a Pinilla del Valle, al menos con nieve. Además, me pareció que era un lugar que tenía más encanto precisamente con esa niebla. Y además, cuando un día despejado permite ver desde lejos los circos glaciares como telón de fondo, éstos destacan más que el propio entorno de la Saúca, al menos en invierno. Y además de todo eso, el conocer esta primera parte del recorrido me evitó tener que parar a mirar el mapa y demás, con lo que gané bastante tiempo (o perdí poco). En definitiva, casi creo que me vino bien, en todos los sentidos, aquel "no cumplido" de hace un mes.





En definitiva, que disfruté bastante, en muchos aspectos, de esta ascensión a Peñacabra: del reto logrado, de la actividad en sí, de los paisajes, etc. Sólo eché en falta algo más de tiempo para haber parado a disfrutar algún rato más con calma, o para haber dado alguna vueltecilla para obtener más vistas del paraje. Lo cierto es que no fue la habitual excursión con muchos ratos de pachorra, como solemos hacer nosotros, por el gusto del disfrute con tranquilidad. Hubo cierto estrés por no perder el único autobús del día; Y ese estrés puede chafar en parte el disfrute, impidiéndote parar a contemplar en profundidad el paisaje, a obtener la sensación de escapada. Hubo un momento en que, en medio de una zona arbustiva con nieve blanda (tedioso brete), casi empecé a temerme que no me daría tiempo a cumplir el objetivo. La verdad es que eso provoca una sensación contradictoria, porque, por otro lado, el hecho de tener que tomarte más en serio la ascensión también tiene su miga. Es más, me agradó lo bien que calculé los tiempos, sobre todo en la bajada; tal es así que pude permitirme el lujo de llegar a la parada con paso parsimonioso mientras veía cómo se acercaba el autobús: Ni me sobró ni me faltó tiempo, ni me tuve que poner a correr o andar deprisa. Muy elegante.









Sólo me queda mostrar algunas fotos más de este paraje tan incomprensiblemente desconocido de Guadarrama. Me gustan especialmente las dos siguientes; en la segunda, la pared de Hoyo Cerrado parece estar diciéndole a la lejana Peñalara: "¡Por muy alta que seas, no tengo nada que envidiarte!". Y lleva razón...















Descripción técnica de la ascensión.

1 comentario:

  1. Preciosas fotos, casi parece que estés en los Alpes o, al menos, en un 3.000 del Pirineo.

    La narración, también muy interesante. El mejor momento, tu encuentro con el autobús, je,je.

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