"Todos somos mucha gente, todos llevamos a muchos dentro, personas con los mismos recuerdos que nosotros que nos van ganando terreno y al final nos sustituyen. En eso consiste la madurez. En no reconocerse". (Los años extraordinarios, Rodrigo Cortés)
jueves, 27 de junio de 2013
El Flaco, uno que lo logró: Viviendo y escapando
Hace algún tiempo que apareció por Internet este vídeo, y es probable que si sueles buscar temas relacionados con el montañismo ya lo hayas visto antes. En cualquier caso, desde que yo lo vi tuve claro que era un documento que podía resultar muy inspirador y enriquecedor para este humilde blog, así que finalmente he decidido ponerlo.
De todo lo que transmite su protagonista, Manuel Alfonso, “El Flaco”, creo que lo que resulta finalmente es una impresión general de serenidad a la hora de entender y sentir la montaña, que para mi gusto es precisamente la más reconfortante de las emociones que se pueden vivir en este ambiente, y la que más me parece que podría aportar a la vida en general para mejorarla, para curarla de su enloquecido y desbocado ritmo de los últimos siglos.
Ahora bien, en la montaña la serenidad no siempre es un sentimiento fácil de alcanzar; no se puede forzar. Tiene que llegar por sí mismo, encontrarle a uno. De lo contrario, puede confundirse con el aburrimiento. Desde mayo del año pasado he venido experimentando esta idea, pasando del "paréntesis" al actual ritmo más o menos deportivo y constante. Supongo que eso es lo que le ha ocurrido al ser humano a lo largo de la historia, que no puede reprimir su afán de superación, y acaba debatiéndose entre la ambición y la búsqueda de la felicidad digamos más tranquila.
Por eso admiro y envidio al "Flaco", aparte de por su arrojo y decisión: Porque da la sensación de haber seguido el camino de la montaña y de la vida sin haberse equivocado en el ritmo. Parece que le hubiera salido natural.
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