viernes, 19 de julio de 2013

¿Demasiado serio para ser rock, demasiado divertido para ser arte?

Al final, más allá de la dificultad del rock progresivo para llegar a la mayoría de la gente, o para ser radiado debido a sus prolongadas estructuras, o de la reticencia de los responsables de los “mass media” a todo lo que no sean fórmulas de consumo rápido y fácil, puede que la razón más básica y sencilla para entender la relativa marginación del estilo esté en el título de esta entrada: Quien busca algo serio acude directamente a la música clásica o como mucho al jazz, y quien quiere divertirse se decanta simplemente por el rock o por el pop más directos, en sus diferentes vertientes. Los términos medios no convencen a la mayoría de la gente de ambos extremos. Tal vez es otro ejemplo más del mundo bipolar que nos muestra la política, el fútbol o muchos otros ámbitos: Blanco o negro; nada de escalas de grises. O tal vez incluso una misma persona a la que le gustan ambas vertientes, normalmente las prefiere por separado: En unas ocasiones rock, en otras música culta, pero nunca revuelto.

Sin embargo, en el caso de la música ese término medio, esa escala no ya de grises sino multicolor, a mí me parece que da lugar a auténticas maravillas con la mayor fusión posible de estilos (sin perder el control de la solidez de las estructuras). Me encanta la mezcla de los estilos más artísticos y técnicos posibles con la energía del rock e incluso innovaciones instrumentales. Me parece que es la culminación misma de la historia de la música, la mayor posibilidad de crear verdadero arte a estas alturas, ya que difícilmente se pueden ya superar los momentos más brillantes del barroco o del romanticismo, o que el rock no puede evolucionar mucho más de cómo lo hizo entre finales de los 60 y mediados de los 70.

Como muy buen ejemplo de todo esto, he conocido recientemente a otro grupo de los setenta (la lista empieza a ser interminable), que además optó en su influencia por una parte de la música clásica que no es precisamente la más accesible (como los mencionados al final del anterior párrafo), que de hecho es la que les daba nombre como formación: Renaissance. Bueno, es cierto que el sonido de reminiscencias medievales preside buena parte de sus composiciones, pero la verdad es que, como buen grupo progresivo, son mucho más que eso.

Estos ingleses sacaron en 1975 el intenso y precioso álbum “Scheherazade and Other Stories”, abajo escuchable íntegramente. Me parece otra maravilla más, que no logro comprender como, a pesar de las diversas explicaciones del primer párrafo de esta entrada, quedó mucho más en el olvido que otras horteradas de aquella época que sí han llegado a nuestra época. Además, me ha permitido descubrir la versión original de una canción que conocía por Blackmore´s Night, la deliciosa “Ocean Gypsy” (tercera del disco).

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