sábado, 19 de marzo de 2016

¿Playa o montaña?



El título es totalmente mentiroso, por que en este caso no es playa, sino rivera del Tajuña, y esa es la menor mentira. Lo digo porque parece que voy a discutir sobre una pregunta tópica de esa cosa tan convencional que son las vacaciones y el turismo, al más puro estilo de debate televisivo, en este caso sobre cultura de agencias de viajes, y en realidad sólo pretendo hablar de sensaciones personales, pero dentro de la mentalidad natural de salir al campo, al aire libre (idea que también ha sido mercantilizada, pero no voy a ir por ahí).



Tiempo atrás, cuando optaba como alternativa por un tipo de excursión alejada de la montaña, lo que muchas veces hacía por el Sureste de la provincia de Madrid (como aquella a Comenar de Oreja), solía llevarme unas sensaciones un tanto apagadas en comparación con las propias de los paisajes de fuertes desniveles. Sin embargo, hace un par de semanas, en una travesía entre Morata de Tajuña y Titulcia llena de alicientes, pude corroborar lo que ya había sentido anteriormente por Aranjuez: Que si se sabe buscar el interés de una escapada, el sentimiento evasivo puede ser igual de satisfactorio en escenarios muy diferentes.




Debido a que apenas una semana después de aquella salida, hubo un fin de semana propicio para practicar montañismo invernal en la Sierra de Guadarrama, volví a comprobar la misma idea otra vez, ahora desde mi campo de juego más habitual, gracias a la satisfacción de subir por una ruta para mí nueva con nieve.





Así pues, ni playa, ni montaña, ni páramos y riberas: Todos los paisajes naturales son propicios para investigar y hallar: Se busca lo que físicamente pueda haber de interesante (sin saber muchas veces lo que habrá), y lo que se encuentra no sólo es lo palpable, sino también el disfrute y el enriquecimiento emocional. Es la curiosidad la que te lleva a dirigirte a veces por un rincón en busca que algo que intuyes, y luego puedes das con otra cosa sin embargo distinta pero tal vez incluso más interesante que la que esperabas. La actitud del explorador suele conducir a la recompensa del descubrimiento, tanto de lo exterior como de lo interior.


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