Al final, mi nuevo objetivo de salir al campo con la fotografía como prioridad, que no lo estoy haciendo siempre que salgo pero sí bastante, ha acabado llevándome sobre todo a la fotografía nocturna, como puede verse en las últimas entradas, que parecen haber oscurecido el blog, espero que sólo en sentido literal (visual).
Más allá de si las fotos valen la pena o no, esto me ha conducido a otra manera de percibir y disfrutar la naturaleza, en su faceta más silenciosa, reposada y evasiva, transmitiéndome sensaciones mayores de recogimiento e introspección que las ya de por sí habituales en ambientes alejados de la urbe. No puedo decir que sea algo totalmente nuevo, pero sí llevado a otro nivel: Igual que la diferencia que hay de hacer una excursión de un día a pasar la noche vivaqueando, o de eso a hacer la propia caminata durante las horas de oscuridad, el pasar unas horas pendiente de la cámara y por lo tanto sin moverme del sitio en medio de la noche aporta otras dosis más de contemplación y de magia. Y, en cierta manera, el resultado final de las fotos creo que recoge parte de ese sentimiento (qué más puede pedir un aficionado a la fotografía y a la naturaleza).
114 fotos de 2 minutos de exposición cada una (3 horas 48 minutos)
7,5 mm micro (equivalente a 15 mm); f/3.5; ISO 100
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