martes, 15 de junio de 2010

Montañismo de "interés general"

No he querido publicar antes esta entrada, ya pensada y escrita hace semanas, coincidiendo con los últimos acontecimientos que dentro del himalayismo han tenido un importante alcance mediático, precisamente para no resultar oportunista, y también para guardar el mayor respeto posible hacia lo doloroso de uno de esos sucesos.

De entrada, quiero aclarar que esto no pretende ser exactamente una crítica hacia el mundo del alpinismo profesional llamémosle "popular" o "publicitado". Es más, respeto y admiro a quien tiene la osadía de ganarse la vida con un deporte tan duro y arriesgado. Además, criticar desde el ordenador sin conocer ni por asomo lo que debe ser aquello es hacer gala de la ignorancia y la presunción.

En realidad, mi relativa falta de interés hacia ese montañismo que "interesa a todo el mundo" (o al menos a la prensa que provoca dicho interés), se debe a que en el fondo representa justo lo contrario de lo que a mí me aporta la montaña. Si la montaña me evade del aspecto vil de la mentalidad humana, el alpinismo de élite que excepcionalmente ocupa varias páginas en la prensa generalista contiene todas o algunas de las tres siguientes características:

1. Competición, suma de "trofeos", o ser el primero en.
2. Polémica.
3. Accidentes mortales (con el morbo que conlleva).

No niego que sería ingenuo pensar que hay otra manera de que el alpinismo pueda llamar la atención de la mayoría de la gente, teniendo en cuenta cómo funciona la sociedad y cuál es su escala de valores. Pero el hecho es que al gran público le llega un tipo de imagen del deporte de la montaña que creo que no sirve para representar unos valores muy diferentes de la ambiciosa mentalidad "de las llanuras". Y es una pena, porque hablamos de un escenario que puede aportar unas enseñanzas muy valiosas sobre el esfuerzo, la humildad, la austeridad, la necesidad, la solidaridad, el respeto, la templanza, la observación reflexiva, la admiración y valoración de aquello que tenemos (dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor) frente a lo que queremos cambiar para amoldar a otras "comodidades", etc., que no vendrían precisamente mal en la convulsa actualidad. Pero no. Al profano le llama la atención esto cuando se parece al fútbol, a la fórmula uno, o al "sálvame de luxe": cuando hay alguien que tiene algo de lo que presumir, o algo que reprochar, o algo que sospechar, y los medios le ponen en la palestra bajo la fórmula del éxito.

Me quedo con lo que dijeron en su día dos montañeros clásicos. Por un lado, Maurice Herzog: "No es más quien más alto llega, sino aquel que influenciado por la belleza que lo envuelve, más intensamente siente.": Ese es el aspecto que le interesó transmitir nada menos que a uno de los dos primeros hombres en subir a un ochomil en la historia, en unas condiciones obviamente mucho más heróicas (y dignas de presunción) que las actuales. Por otro lado, Roger Baxter-Jones: "Regresad vivos, regresad como amigos, llegad a la cumbre. Por ese orden." En fin, mentalidades "improductivas", que hoy en día no interesa esponsorizar.

Así pues, al final esta entrada no es una crítica a nadie en concreto, sino una reflexión acerca de cómo también el alpinismo acaba siendo un reflejo del mundo que hemos creado. Si bien es cierto que los medios, con algo más de conocimientos e interés en el tema, podrían escribir menos páginas sobre declaraciones altisonantes, intereses competitivos o retos cuestionados, y más sobre cómo por ejemplo Iñaqui Ochoa de Olza sacaba de grietas glaciares a sherpas accidentados de expediciones ajenas a la suya, o sobre el heróico y solidario intento de rescate del propio montañero, o sobre su legado, la ONG SOS Himalaya. Y digo que podrían, porque cuando quieren, pueden: Aunque no comparta en su totalidad el siguiente artículo de Eduardo Rodrigálvarez para El País, como mínimo aporta mucha más luz que el tratamiento vulgarizador de la imágen del montañismo que han tenido esas noticias antes mencionadas (no explícitamente, pero creo que no hace falta):

El reto convertido en show

4 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo contigo en esta entrada.
    Por otro lado, interesante y divertida la conversación entre Estela y tú sobre los cumpleaños.

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  2. Yo no digo nada sobre esta entrada porque todavía la estoy pensando, pero, lledo, tú también puedes participar en la conversación de los cumpleaños. ¿A ti te gusta celebrarlos?

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  3. No suelo celebrarlos, y las felicitaciones vacías de quien no me importa me la repamfinfla? rempanpinflan?, vamos, que preferiría que no se acordaran de mi ese día.
    Pero mentiría si no dijera que ése día sí me gusta recibir un cariñoso abrazo de quienes me importan de verdad... y ojalá pudiera ser así todos los días...

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  4. Vaya, me estoy cuestionando seriamente si, a partir de ahora, voy a felicitar alguien, salvo a mis más allegados... y también me estoy animando a dar buenos abrazos más a menudo. A ver si es que a nadie nos gusta que nos feliciten al tun tun, aunque, pensándolo bien, creo a mí siempre me hace ilusión que me feliciten, no sólo mis más íntimos.

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