sábado, 11 de diciembre de 2010

Cumplido 99: Bájame una estrella (Miriam García Pascual)



Si alguno de vosotros ha leído este libro (que no es improbable, pues se trata de una de las obras literarias españolas sobre alpinismo más conocidas de las últimas décadas), quizá le haya llamado la atención cómo he tardado tanto en cumplir el plan cuando apenas se trata de 65 páginas. Al margen de que he estado liado con otras cosas y planes, lo cierto es que no es un libro que pida ser leído con prisas; más bien sugiere degustarlo, repetir algunas frases, párrafos e incluso páginas enteras para captar más cosas, para sentir mejor las sutilezas, o simplemente para retener más tiempo las evocaciones de ambientes, como cuando te das la vuelta para volver a mirar el paisaje que continuamente estás dejando atrás durante una excursión. Además, no es una narración que exija continuidad para no perder el hilo. Y es tan cortito que da pena acabarlo.

Pero en absoluto es difícil de leer, al contrario. El estilo de Miriam García Pascual es sencillo, gráfico, cercano, auténtico y sincero, nada pretencioso. Y sin embargo expresa tanto... Lo cierto es que tenía una gran habilidad para decir mucho con pocas palabras. No renuncia a las sutilezas ni a la poesía, transmite sensaciones, experiencias psicológicas, emociones profundas, filosofía de vida. Cuando yo intento algo parecido, me veo recurriendo a frases rimbombantes, epítetos vistosos y palabras grandilocuentes, y me quedo corto. Me parece muy difícil escribir tan fácil como escribía Miriam.

Y también es muy llamativa la diversidad de temas que caben en tan pocas páginas. Partiendo de la base del diario del viaje que esta montañera y escaladora escribió durante un periplo de varios meses por América junto a otro alpinista, surgen los muy variados elementos que llenan toda vida, más aún cuando esa vida está alejada de la perspectiva monótona de lo convencional, y se busca hacer realidad el anhelo de la libertad.

Miriam quiso explicar el sentido del estilo de vida alpinista, tratar de responder a las recurrentes preguntas (que sólo hacen los adultos, que nunca haría un niño): ¿Por qué lo haces? ¿Qué sentido tiene? ¿Merece la pena? Ella misma aclara que seguramente no lograría hacerlo entender, que la única manera de entenderlo es viviéndolo, que las fórmulas de la felicidad no son matemáticas. De la misma manera que ella no podía entender verse a si misma afrontando una vida rutinaria.

Se presenta como alguien que "A los 22 años llegó a ser algo en la vida y se licenció en pedagogía; tres años más tarde ya no era nada y, simplemente, vivía." Con la misma lógica inocente con la que prefería a los niños condescendientes que a los adultos inquisitivos, no soportaba que la preguntaran "¿Qué vas a ser de mayor?". Se sentía vista como la "oveja negra" por quienes envidiaban su filosofía pero no se atrevían a vivir como ella. Pero al mismo tiempo ella envidiaba a quienes encontraban la felicidad en lo cotidiano, y sobre todo confesaba sufrir por el precio de la libertad, que es la soledad, como "el precio de ser pájaro es la esclavitud del viento", y más aún por la tristeza que su vida causaba en sus seres queridos. Pero tenía que elegir, y pensaba que lo que realmente la consumiría es que la metiesen en una jaula.

Cada parte del viaje comienza con la evocación del paisaje a conquistar. La imagen de la montaña anhelada, de la que logra transmitir al mismo tiempo la ilusión que ella sentía en esos momentos previos. Te sientes realmente frente al Gran Capitán (Yosemite, EEUU), y llegas a sentir que vas a participar en la misma aventura.



Las descripciones de las escaladas son casi nada técnicas, pero su sencillez evoca detalles concretos que ayudan al realismo. Aveces narra con sentido del humor anécdotas curiosas, otras profundiza en la psicología de las situaciones, suele buscar un sentido poético a muchos momentos, nunca se vanagloria de los logros, más bien al contrario: se ríe de los heroísmos: "Metí el clavo y volví a ser una escaladora cobarde y vulgar que no se volvió a caer en el resto de la vía".

Pero como dije se tratan muchos más temas y situaciones. Merecen mención aparte los reflejos que muestra de las realidades sociales de los países que visita, especialmente en Sudamérica. También vive sus propias rutinas dentro de su libertad vital: Establece campamentos en austeras cabañas en plena naturaleza, en las que también se siente feliz, porque son tan pequeñas que "no caben muchas cosas y todo lo que entra es importante."

Hacia el final, el libro adquiere un argumento casi de novela, de guión escrito maquiavélicamente, cuando las diferentes ironías de la vida confluyen en un episodio especialmente emotivo durante el asedio al Fitz Roy en Patagonia, Argentina. Es la única parte que exige ser leída sin interrupciones.



Tras leer el libro, no sé si quedan completamente respondidas las preguntas que intentaba resolver Miriam: ¿Por qué vives así? Pero creo que, en el caso de los alpinistas que escriben, una respuesta podría ser el propio libro, la literatura de montaña. Las experiencias aventureras vividas en primera persona permiten un punto de vista literario que ofrece un género de obras francamente romántico; se suman así a la intención del arte de poder evadir a los lectores de la rutina, en este caso desde la verdad de la experiencia real. Quizá jugarse la vida sea un sacrificio demasiado grande, pero veo cierto paralelismo con muchos de los grandes genios de la historia del arte, inadaptados en sus vidas personales. ¿Le preguntaríamos a Mozart, a Van Gogh, a Jack London o a Janis Joplin por qué vivieron así? Y perdón por las comparaciones.

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