lunes, 23 de febrero de 2009

Cumplido plan de escapada 15: La Peñota.

De Peñota


ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias.

De Peñota


Hace ya algunos años que, además de sentir la montaña como una pasión (llamarlo "afición" sería menospreciarlo), percibo que me aporta mucho más de lo que nunca podré valorar ni devolverle. De hecho, es una especie de motor de mi ánimo, y lo ha mantenido vivo en momentos bajos o difíciles. Ayer pude ver ésto con más claridad que nunca. Y con efectos instantáneos, como una especie de medicina de acción rápida, nada más comenzar a caminar y saborear el campo.

De Peñota


Porque incluso ya en el tren, llegando a Cercedilla, aún cabizbajo, pensando hasta qué punto una excursión era lo que necesitaba realmente, todavía estaba preguntándome si esto de escapar no podía llegar a convertirse en una obsesión de la que también acabaré queriendo escapar; no sabía si huir de la realidad, ahora más difícil, me llevará a algún lugar. Algo que incluso antes de darse mi situación personal actual ya me había ocurrido, en la escapada 12.

De Peñota


Pero, como ya he expresado alguna vez en este blog, hasta que no estás en el campo no aprecias realmente lo que te transmite. Y de nuevo estaba equivocado en mis dudas previas. Ya paseando por el Camino Puricelli empezaban a despertar mis antes adormecidos sentidos.

El día fue muy completo y satisfactorio como actividad deportiva. Subimos hasta el Collado de Marichiva, practiqué la autodetención aprendida en el curso que había hecho la semana anterior con Iván, anduvimos por la pista forestal de la Calle Alta hasta la base de La Peñota, hicimos cumbre, y bajamos apresuradamente a Cercedilla para llegar a tiempo al tren de las 18:35. Todo ello lo disfruté con buen estado de forma, y con la consiguiente satisfacción que nunca falta cuando una ruta de montaña sale tan acorde al plan junto a sus improvisaciones. Y la travesía por la cuerda nevada de La Peñota, y la trepada final a su cumbre (que incluso repetí por otra "vía", de lo animado que estaba), y la rápida bajada por la Vereda de los Poyalejos, poniendo a prueba la agilidad (a pesar de algún tropiezo)... Realmente disfruté...

De Peñota


...y sin embargo, la verdadera escapada, el verdadero disfrute, está en el pequeño detalle de aquello que sólo en la naturaleza puedes percibir. El momento tumbado en una pradera, contemplando las vistas de Siete Picos mientras escuchas el murmullo del agua de la fuente de la que acabas de tomar el agua que estás bebiendo. O el regato que, sin hacer ruido, baja junto al camino bañando la pequeña vegetación acuática. O el familiar canto del carbonero. Nada artificial posee la magia de estos instantes. Incluso la jardinería japonesa, que imita a veces a la naturaleza con resultados muy agradables, se queda lejos de la sensación bucólica o incluso mística de esos instantes naturales, espontáneos como la vida; hay algo especial, imposible de explicar, en las sensaciones que se perciben en ellos; y es buena parte de la esencia del amor por la montaña; es un componente fundamental de su efecto balsámico.

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Me siento infinitamente agradecido a la montaña por lograr subir mi estado de ánimo al optimismo que los míos necesitan de mí en estos momentos. E injusto sería no agradecer exactamente lo mismo a mis compañeros en esta excursión, Raúl y Fran.

De Peñota

2 comentarios:

  1. ¿Practicando la autodetención? ¿Y opusiste resistencia contra ti mismo? ¿Tuviste que darte leña?

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  2. Jeje...

    La verdad es que tuve que hacerlo, al ver mis propias pintas... me parecí sospechoso...

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