Mi jefe nos tiene prohibido escuchar música mientras trabajamos. Dice que llevar los cascos puestos da mala imagen. Pero ocho horas al día de un trabajo que realmente no me gusta, ni mucho menos me distrae, son demasiadas. No me queda más remedio que hacer caso omiso, si quiero aguantar (que tampoco tengo claro que quiera; más bien "debo").
Necesito escuchar música de una forma similar -salvando las distancias- al modo en que el personaje de Björk en "Bailar en la Oscuridad" necesita evadirse de su dura situación con sus ensoñaciones de coreografías hollywoodienses.
El optimismo tranquilo de Blackmore´s Night, el vitalismo enérgico de Gammaray (gran canción y apropiada letra la de "Lust for Life"), la diversión frenética de Emir Kusturika y su No Smokin´ Orchestra... les debo mi aliento diario...
Del escapismo como vocación al escapismo como necesidad: Escapar para vivir.
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