El de anoche me pareció un concierto atípico en varios sentidos. Por un lado estaba el marco; era la primera vez que veía un concierto sentado ante una mesa, como suele ser habitual por ejemplo en salas de jazz. Unido a esto, el hecho de que fuera un concierto de rock y música celta, bastante animado, hacía que esa situación del público en las sillas y mesas resultara un poco chocante. Pero sobre todo era un concierto atípico porque, después de tantos años yendo a ver a Ñu, estaba presenciando un concierto en el que su líder, José Carlos Molina, compartía protagonismo simultáneo junto a otro grupo, el de Judith Mateo.
La mezcla de estilos y personalidades del peculiar dúo resultaba curiosa. Es cierto que el ritmo habitual de un concierto con un sólo artista concreto (grupo o solista) quedaba algo truncado, debido al contraste al alternar temas de Molina y Mateo, pero por otro lado se ganaba en variedad; Hace tiempo que lo repetitivo de estar viendo hora y media a la misma banda no acaba de convencerme en bastantes conciertos (no todos), con lo que en esta ocasión era un problema menos.
Me gustó el estilo musical de Judith, más celta tradicional que el de Ñu, aunque con sonido rockero. Eran temas en general muy animados y pegadizos, la mayoría instrumentales, y bien trabajados. Hubo dos cantadas -por el marido de Judith, un irlandés-, una de las cuales fue una curiosa versión, con más ritmo, del "Dust in the Wind" de Kansas; bueno, curiosa, pero muy lejos de la original; por cierto, ¿alguien conoce más canciones de Kansas aparte de esa? (lo digo porque hay otros muchísimos temazos de aquel grupo). Por lo demás, ella toca muy bien el violín, y transmite mucha energía durante sus interpretaciones, aunque nos pareció que se le iba la pinza un poco al comunicarse con el público (la "gritona"...)
Y me encantó como sonaron las canciones de Ñu con estos nuevos músicos (la banda es la de Judith). Quizá es un grupo más disciplinado musicalmente que las formaciones habituales de Ñu, menos rockero y salvaje, pero lo cierto es que el sonido era Ñu 100% (si acaso ralentizado en alguna canción, como "Animales Sueltos"). También es cierto que Molina ha cambiado tantísimas veces la formación de su propio grupo, que ésta casi podría considerarse como una más.
La verdad es que no tuve sensación de nostalgia, de "esto ya no es lo que era", por aquello de pensar en José Carlos tocando junto a otro grupo, no propiamente Ñu, para seguir actuando en directo. Los temas sonaban como siempre, y por momentos me parecía un concierto más, de los muchos que he visto del grupo desde hace casi 15 años (Sala Canciller, diciembre de 1995, primer concierto de rock duro al que asistí en mi vida). Una gozada, como siempre, "No Hay Ningún Loco", "La Granja del Loco", "La Danza de las Mil Tierras", "De Fiesta" o "El Flautista". Curiosa quedó la ligeramente progresiva "El Teatro de la Suerte", y contrastada por su caracter rockero para el tono general, "El Tren".
Por otro lado, al perder protagonismo, creo que Molina se sentía más cómodo, más liberado, y eso le permitía mostrar su cara más amable y divertida sobre el escenario. Podría decirse que estuvo sembrado, por encima de su nivel medio de "vis cómica". Desde luego, mostró las tablas que tiene, también compartiendo escenario con otro grupo (aspecto no muy conocido en él).
En cuanto a la interacción José Carlos - Judith, era muy vistosa cuando se producía, con una buena mezcla de flauta y violín (el sonido general, de toda la banda, fue bastante bueno). Pero lo cierto es que no estaba excesivamente aprovechada, limitada a algunas canciones concretas. Quizá la más curiosa fue el clásico "The House of the Rising Sun" de The Animals.
En definitiva, estuvo muy bien, aun a pesar de lo corto que se hizo. Al ser algo menos de la mitad la parte proporcional correspondiente a Molina, quedó bastante alejado de lo que fueron aquellos conciertos inolvidables que pude presenciar de Ñu, que además solían acabar en plan emotivo, dejando un gran sabor de boca a la salida. Pero a cambio pudimos disfrutar también de la buena música de Judith Mateo.
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