"Todos somos mucha gente, todos llevamos a muchos dentro, personas con los mismos recuerdos que nosotros que nos van ganando terreno y al final nos sustituyen. En eso consiste la madurez. En no reconocerse". (Los años extraordinarios, Rodrigo Cortés)
jueves, 11 de noviembre de 2010
Cumplida escapada 96: Hoyo Cerrado o del Mediano
Cuántas excursiones habremos hecho en las que la ruta nos acabó aportando mucho más de lo esperado. Cuántas veces, el día antes de salir, teníamos la sensación de que el itinerario parecía menor, porque lo más espectacular de cada sierra era siempre lo que más visto teníamos, y ya sólo nos quedaba por conocer lo menos interesante (a priori)... Y cuántas de esas veces nos llevamos luego, sin embargo, una grata sorpresa.
Esta excursión fue un muy buen ejemplo de lo que quiero decir. Es verdad que cuando ya te ves estudiando sobre el mapa itinerarios escondidos o agrestes, buscados con espíritu exploratorio, hay un cierto regustillo de curiosidad y originalidad, pero también hay (al menos en mí) una especie de mecanismo de olvido que te impide recordar, cuando estás en casa, el encanto que muchas veces tienen luego estas rutas nuevas. Es como que ya no sabes dónde meterte para no aburrirte con lo de siempre...
Y lo mejor de todo es que estoy en mi querida Sierra de Guadarrama, que por muy querida que sea, ya tengo la sensación de que difícilmente puede seguir sorprendiéndome, depués de tantas y tantas excursiones. Pero sigo estando equivocado. De verdad que ayer, llegando al casi recóndito paraje glaciar del Hoyo del Mediano (que ese es su nombre más correcto), volví a tener la sensación de estar descubriendo una nueva sierra. Qué lugar más idílico, más singular y apartado, esperando a serme presentado después de tantos años pateando por estas montañas. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto por aquí...
Por otro lado, la excursión tuvo el atractivo de una ruta montañera exigente, desde el punto de vista de orientarme por caminos y tramos sin senda por los que no había estado nunca, y también por la larga distancia y el considerable desnivel. Una de esas rutas que satisfacen por lo que obligan a dar de sí al montañero. Además, pude combinar las dos ideas o maneras de entender esta afición que ya he mencionado anteriormente: estrés deportivo y momentos de disfrute y relax... Si bien es cierto que tanto relax pudo haberme complicado la cosa...
Porque la aproximación desde Soto del Real a la Hoya de San Blas, que son unos seis kilómetros por pistas de tierra, más la subida a Hoyo Cerrado, que son otros tantos más, pero ya con 600 metros de desnivel, los hice a buen ritmo; aunque todo ello sin dejar de apreciar el agradable ambiente otoñal. Pero es que luego era inevitable disfrutar del paraje del Hoyo del Mediano durante un rato... y aún quedaban cerca de 500 metros de desnivel hasta Asómate de Hoyos...
...Y comencé subiendo rápido por la ladera del circo del Mediano, nuevamente sorprendiéndome de lo vistoso del desnivel, de lo pequeñito que se iba haciendo abajo Hoyo Cerrado. Ni que estuviera en Gredos.
Pero luego empezó a aparecer la niebla, y la cosa se puso así (y enseguida peor...):
Tuve que pararme, porque como aún estaba bien orientado, decidí que era el momento de sacar la brújula y dejar marcado un rumbo. Por supuesto, en cuanto terminé de hacer esto, y hube guardado mapa y brújula y puesta la mochila a la espalda, a los diez minutos apareció Murphy, como no podía ser menos:
En realidad esto no me retrasó mucho; lo que vino a prolongar más de la cuenta esta ascensión final fue que aparecieron las cabras y, claro, mi cámara de fotos no se pudo resistir...
Estuve mucho rato, haciendo muuuchas fotos, pero es que me lo ponían tan a huevo que daba pena no aprovecharlo.
Bueno, al menos hice cima con un buen horario para comer: las 14:30. Volví a sentirme tranquilo, porque mi previsión más pesimista era salir de allí a eso de las 15:00; Sobre todo porque contaba con que la luz me aguantaría como mínimo hasta volver a las anchas pistas de tierra de la Hoya de San Blas, y ahí ya no habría problema aun siendo de noche... Eso sí, arriba también me lo tomé con calma, pues el ambiente estaba muy vistoso (con las nubes) y solitario, y apetecía disfrutarlo: salí a las 15:30.
Luego disfruté del trayecto por Cuerda Larga entre Asómate de Hoyos y Los Bailanderos, volví a caminar relajadamente ante la vistosidad de los Riscos de Peña Arcón (espolón suroeste de La Najarra, que parecen unos Galayos venidos a menos, pero muy chulos), aparecieron más cabras, las nubes jugaron con el sol al juego del contraluz...
Vamos, que se me fue haciendo tarde medio inadvertidamente, en mitad de una excursión de casi 30 kilómetros de distancia total en un solo día... es verdad que seguía contando con las pistas de tierra hasta Soto del Real, donde la luz ya no era estrictamente necesaria... Con lo que no contaba es con que las pilas del frontal sólo me durasen diez minutos... Noche de, prácticamente, luna nueva... Caminos por los que nunca había andado antes... En fin, ese regreso no fue una terrible aventura, ni mucho menos, pero se hizo algo durillo y también con un poco de incertidumbre sobre si las bifurcaciones que estaba tomando eran realmente las correctas. Yo tenían más o menos memorizado lo que había visto en el mapa, pero ya no podía consultarlo, ni lo recordaba todo; llegó un momento en que algún cruce no me sonaba... y que algún camino pasaba de ser una pista a una senda más agreste... Se hizo interminable, pero se me dió bien, seguí todo el itinerario planeado (medio intuitivamente, medio de suerte...).
Anécdotas aparte, y volviendo a lo que decía al principio, la verdad es que me cuesta imaginar cuando agotaré todas las posibilidades de seguir sorprendiéndome en Guadarrama. Cada uno de estos nuevos lugares, una vez conocidos, en buena medida dejan de ser un sorpresa futura, y se supone que cada vez me quedarán menos... pero el hecho es que eso es lo que llevo pensando desde hace varios años, y siempre aparecen lugares nuevos, siempre quedan cosas, quizá más de las que uno pueda imaginar... y eso que hablo, insisto, del Guadarrama... si nos ponemos a hablar del Pirineo... o del conjunto de montañas que se pueden llagar a conocer en toda una vida...
Descripción ténica de la ascensión.
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Alberto, efectivamente, nunca llegamos a conocerlo todo. Siempre habrá algo que nos vaya sorprendiendo día a día.
ResponderEliminarPodrás estar, por ejemplo, en la Maliciosa una vez, y otra, y otra. Y se podría decir que ya estuviste allí alguna vez. Sin embargo, podemos ir por un lado, por otro... Y cada día que pase, aunque ya lo hubiéramos hecho anteriormente, las condiciones tampoco serán nunca las mismas...
Lo que quiero decir es que, aún repitiendo objetivo, por así decirlo, siempre disfrutaremos de una bonita jornada de montaña, y también aunque las condiciones meteorológicas no sean las más apropiadas, como me pasó a mí en la última salida. Pero sabes por qué sucede esto? Por amor, porque amamos la montaña como a casi ninguna otra cosa en nuestra vida.
Eso es realmente lo bonito de la montaña, que nunca sabes lo que te va a tener preparado. Cada instante en ella parece una vida entera...
Un abrazo, compañero, y espero que por mucho tiempo sigas disfrutando de esta bendita afición.
Bueno, Carlos, qué místico de la montaña... bonitas palabras.
ResponderEliminarAlberto, no sé como lo haces, y tengo la sensación de que siempre te lo digo, pero tus narraciones me atrapan de la primera palabra a la última y las fotos son el remate.
Es verdad que se te complicó la jornada y hay que tener cuidado, pero esas fotos de las cabras y los juegos de luces y nubes son espectaculares.
La verdad es que tengo que reconocer que no tuve mucho cuidado... pero por no haber comprobado las pilas del frontal el día antes; si hubiera sabido que estaban tan gastadas supongo que me habría dado más prisa...
ResponderEliminarYo tengo una teoría (de la que cada vez estoy más convencido, por experiencia): creo que si entendemos nuestro amor por la montaña como una especie de relación con ella (esto casi suena a enfermedad, jeje...), es importante la actitud con la que ideamos nuevas excursiones y rutas, porque la rutina puede matar cualquier relación. Y desde luego, es muy sano subir a cada montaña por todas las vías posibles, inventar, explorar... Pero bueno, esto ya son rayadas mías...
Gueis, como estáis por aquí, mística de la montaña cien por cien.
ResponderEliminarSí, para mí la relación con la naturaleza también tiene tintes personales, pero, la verdad, más del tipo amistad y no tanto de pareja... Lo que dices de la montaña se puede aplicar a estas últimas relaciones y las convierte en una aventura total, con momentos de angustia, esfuerzo, cerrarón, falta de previsión, y momentos gloriosos, claro.
:-)