Siendo muy dado yo a sorprenderme con las cosas del pasado, en especial –como es lógico- si pertenecen a mi propio pasado, recientemente me he reencontrado inesperadamente con algo que me ha transportado a unos 20 ó 25 años atrás en mi vida. Y es algo que podría parecer entre superficial y friqui, pero el caso es que me ha impresionado.
Trasteando por Internet, de repente me he visto jugando con un emulador del que fue mi primer ordenador, el Amstrad CPC 6128. ¡Cuántas veces he añorado aquellos juegos! No es que reniegue totalmente de los juegos actuales, o de los últimos 10 ó 15 años, que con algunos también me he entretenido, además de reconocer el nivelazo que se ha alcanzado en muchos aspectos; pero el hecho es que siempre he tenido la sensación de que con los juegos de los 80 y primera mitad de los 90 me lo pasaba muchísimo mejor. Y muchos años he anhelado poder volver a jugar con ellos, aunque dándolo por imposible… Tonto de mí (o poco apañado en tecnología), porque estaba claro que no podía ser muy difícil encontrar un simulador de aquel ordenador que tanto llamó la atención en su momento… Si el caso es que he tenido emuladores de videoconsolas antiguas, pero nunca se me ocurrió buscar el Amstrad…
…y sin embargo me alegro de que haya tardado más tiempo en darme cuenta, porque así el impacto ha sido mayor: Cuando me he visto ante las pantallas de aquellos “Camelot Warriors”, o “Abu Simbel Profanation”, o “Phantomas II”, o “Game Over”, o “Army Moves”, o “Nonamed”, o “Dragon´s Layer”, o “Ghost´n Globins”, o “Commando”, o “Kick Off”, o “Enduro Racer”… he tenido una clarísima sensación de haber estado jugando a ellos la mismísima semana anterior… ¡no habían cambiado nada en mi cabeza! ¡Incluso seguía recordando muchos de los trucos! En algunos casos, podía llevar más de 20 años sin jugar… Con todo lo mucho que ha llovido, con todo lo muchísimo que ha podido cambiar en mi vida…
En definitiva, no me ha ocurrido como con las películas, muchas de las cuales envejecen con el paso del tiempo. O como cuando volví al campamento del Moncayo 27 años después, que sabía que era el lugar pero no acababa de reconocerlo del todo, fotográficamente. Será porque ese campamento lo recordé muchas veces, con la inevitable distorsión, mientras que todos esos juegos simplemente habían estado en “pause” pero olvidados (aunque sabiendo que los echaba de menos, en comparación con posteriores y más potentes juegos).
Precisamente este recuerdo resucitado me retrotrae a la época en que probablemente lo que más disfrutaba en mi vida eran aquellos campamentos, el grupo scout, base de mi posterior (y actual) afición por la montaña. El escapismo iba por otros derroteros distintos a los de fijarme en el paisaje y tratar de coleccionar cimas, aunque dichos lugares sí eran escenarios de lo que realmente me llenaba en aquellos años. Es más, recuerdo que aquel ordenador apareció ante mí a la vuelta de un campamento de Semana Santa, en forma de regalo de cumpleaños. Y se convirtió en otra nueva manera de escapar.
Mis amigos y vecinos estaban en su mayoría con los Spectrum (sobre todo el de 48K), o los Commodore, y cuando corrió la voz de que yo tenía aquel CPC ¡de 128 K!, de repente todo el mundo entraba en mi casa, incluso algunos que no habían estado nunca. No sé si aquello hizo arrepentir a mis padres en la elección del regalo. El caso es que era un ordenador espectacular para su época.
Lo curioso es que entonces me llamó la atención la informática; cogía el manual de instrucciones del Amstrad y copiaba los programas en lenguaje Basic, e incluso me diseñaba yo mis propios juegos; eso sí, siempre aventuras conversacionales o juegos tipo Trivial con varias opciones de respuesta, porque de los “PRINT”, “INPUT” Y “GO TO” no pasaba… Llegué a escribir un juego conversacional de la trilogía de Regreso al Futuro…
…Lo curioso –continúo- es que en parte parecía que podía ir para informático, porque como mínimo me gustaba aquello… Pero, motivado por el apego al campo derivado de las salidas y viajes con el grupo scout, luego tiró más el monte - o más bien la cabra que soy tiró para el monte-, y mis estudios derivaron por ese lado, mientras que lo otro fue quedando cada vez más apartado… y mira tú por donde, ahora me viene este recuerdo retro en un momento en el que tengo un contrato por actualizar una página web dedicada al sector informático... casi parece una broma…
Por añadir otro detalle relacionado con algunas entradas que suelo escribir en el blog, también me ha llamado la atención la música de muchos de los juegos. No sólo el hecho de seguir recordándola, de poder tararear aún muchas de las melodías (¡qué buenas eran muchas, al margen del sonido “lata”!), sino la influencia casi experimental o progresiva del estilo de muchas de ellas… ¿vendrá en parte de ahí mi posterior –actual- gusto por el rock progresivo, que entonces no sabía ni que existía –o al menos que se llamara así-…?
En fin, que me parece una flipada tener metido, dentro de este mismo portátil desde el que escribo, aquel mismo ordenador (¡porque a efectos prácticos es exactamente el mismo!), resucitado en una versión que lo relega a un mero programa que apenas ocupa unos pocos megas, juegos incluídos. Entonces era todo un trasto en medio de mi habitación, y ahora cabe en la enésima parte de la memoria de un dispositivo que no ocupa ni la décima parte de espacio físico que aquel (y aún cabe en la enésima parte de la memoria de un pen-drive)… pero que en grandeza, encanto y significado nostálgico no le llega al viejo Amstrad ni a la suela de los zapatos; además, por mucho más inteligente que sea, este Acer sigue sin ser capaz de entender ni esto que estoy escribiendo, con lo que no temo ofenderle, aunque por otro lado le agradezco que me permita poder volver a jugar 20 años después con el CPC 6128… Bueno, os dejo que voy a echar unas partiditas con mi viejo amigo…
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