martes, 16 de diciembre de 2008

Escapada no planeada: "Jesus Christ Superstar" y otros pensamientos.


No digo que vaya a publicar aquí todas mis "escapadas", ni mucho menos a planearlas. En muchos casos, las mejores son las espontáneas. Es el caso de lo que he hecho esta tarde.

Había llegado a mis manos un DVD de la película "Jesus Christ Superstar" (1973) que me había dejado mi prima. Así que lo he estado viendo esta tarde.

Ya había visto la película un par de veces, pero la versión que tenía, bajada de internet, no tenía los subtítulos, y ahora podía permitirme profundizar un poco más en la historia y los diálogos. No es que no conociera esa historia, también he escuchado varias veces el disco de la versión en español, así como tropecientas el disco de la banda sonora en inglés, más la verdadera versión original con Ian Gillan en el papel de JC. Pero era una excusa más para ver el DVD tras haber visto la película antes y haber escuchado la música mil veces. Incluso fui al musical que se hizo recientemente (ligeramente decepcionante, para mi gusto, aunque con momentos muy loables).

Bueno, el caso es que al final los subtítulos han sido lo de menos. De hecho, la traducción me parece de cachondeo. ¡Había más frases completamente cambiadas que las que se traducían literalmente o decentemente! No me he enterado más de la historia (ya está bastante clara), y sí he vuelto a disfrutar, como siempre, de los aspectos que siempre me han interesado, lo meramente artísticos.

Me sigue gustando mucho la estética de la película, por mucho que digan por ahí que se ha quedado envejecida; esa mezcla hippie - cutre atrezzo teatral de obra de aficionados me parece que sigue quedando muy efectiva; de hecho, las versiones más actuales que he visto no me parecen mejores, en nigún caso.

La fotografía me parece espectacular. Un paisaje desértico, desolador, pero engrandecido gracias a los planos en cinemascope, la fotografía preciosista, los encuadres cuidados, los movimientos de cámara espectaculares... una gozada.

Las interpretaciones, tanto vocal como actoralmente, perfectas. Grande Ted "JC" Neeley; muy emotiva (y guapa - oriental) Yvonne "María Magdalena" Elliman; imponente (da miedo) Bob "Caifás" Bingham, poderoso Barry "Pilatos" Dennen, y, sobre todo, brutal, increíble, inmejorable Carl "Judas" Anderson (véase si no este enlace: Heaven on Their Minds).

Y de la música, qué decir. Estamos en los años 70... ¡mi década favorita del rock! (de casi cualquier tipo de rock). Una nutrida selección de vistosas y preciosas canciones, repletas de emotividad y energía, y recorriendo varios subgéneros rockeros diferentes, todo ello con una estructura operística; hablamos de la primera y quizá la última ópera rock denominada como tal, con permiso del "Jesús de Chamberí" de Mägo de Oz, que por cierto versaba sobre algo muy similar; para conseguir tal efecto, además de las frecuentes repeticiones de temas o melodías musicales determinadas, adscritas a personajes o conceptos concretos para asegurar la solidez de conjunto, el siempre inestimable poder del acompañamiento orquestal y coral, logrando mi fusión favorita, el Rock Sinfónico. En conjuto, épico, grandioso, sublime. ¡Vaya escapada, señores!

Pero aquí viene la parte con chicha del asunto. La temática. Un amigo mío bloggero estará ineresado en leer esta parte, pero me temo que quedará decepcionado. Y es que, a pesar de la grandeza de la historia bíblica en que está basado (la historia, se sea creyente o no, y yo me sitúo en medio tirando a no, es grandiosa), y a pesar también de la inteligentemente revisada y adaptada versión de Tim Rice y Andrew Lloyd Webber, que, sin negar el punto de vista creyente o cristiano, aporta la alternativa de Judas Iscariote como loable o al menos reflexionable; a pesar de ello, decía, yo me quedo con todo lo anterior: con lo artístico, con lo estético. Es lo que realmente me emociona de la película.

Y es que, y aquí viene la reflexión, yo creo que no hay mejor manera de escapar que la que huye de lo sustancial. La escapada poética, podría decirse. Aquí viene una confesión: Me gusta como suena la poesía, pero no la entiendo. Esa es la cuestión. Tanta comida de tarro es lo que me acaba agobiando, y es entonces cuando probablemente más necesito escapar.

Coincide esto con el hecho de que otro amigo me ha comentado que este blog le recuerda a las conversaciones que teníamos de madrugada en el barrio después de haber salido por ahí. Puede ser, pero yo creo que en algo voy cambiando: cada vez me siento más agusto si huyo de lo sustancial. Es como si empezara a ser una carga que hay que destruir. Disfrutemos de lo sencillo de la vida, y punto.

Bueno, tampoco quiero hacer apología del pensamiento plano, ni mucho menos. Sólo digo que ahora mismo creo que escapar, para mí, es dejar de pensar. La música que más escucho ahora: Rock Progresivo: largos desarrollos instrumentales; poca letra (dicen que muy sesuda, pero en inglés, y yo nunca traduzco -cosa que sí hace en su blog el primero de los amigos que he comentado-); y me evado que te cagas con ello. El cine, ya véis como lo valoro. ¿Y la montaña? ¿Hay algo más estético y más difícil de explicar con palabras que el sentimiento del montañismo?

Tal vez no se trata de falta de sustancia, si no precisamente de sustancia tan sustanciosa que no se puede explicar en debates, digamos, sociopolíticos (por ejemplo)... sigamos escapando...

...a ver si mañana puedo escuchar el "Tubular Bells" (casi del todo instrumental)...

1 comentario:

  1. Ah, qué decepción. Mira que ponerse a ver "Jesucristo superstar" sin avisar...
    Gran película, y gran análisis

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