martes, 13 de enero de 2009

Cumplido plan de escapada 7: Cerro del Castillo.

De Cerro del Castillo


Lo mejor de la escapada esta vez fue volver a salir al campo con amigos, aunque fuera sólo durante media mañana, y a pesar de la ausencia final de Iván, baja por gripe. Además, es de esperar que esta excursión sea la antesala de un buen año, pues el grupo montañero al fin está al completo en Madrid. Hay buenos proyectos en el horizonte cercano, en lo que a nuevas técnicas se refiere, y a eso puede ayudar el que este año esté siendo, de momento, el dos mil nieve.

De Cerro del Castillo


Hay que reconocer, sin embargo, que el objetivo de contemplar una vista nevada especialmente espectacular de la sierra quedó quizá un tanto por debajo de lo deseable: No había tanta como yo hubiera deseado. Al final, el querer planear las cosas de manera demasiado reflexionada, pensando en varios factores, no siempre acaba por ser garantía de éxito.

De Cerro del Castillo


Me remontaré al momento en que la escapada empezó a forjarse. Éste fue durante la Escapada involuntaria, pasiva e inesperada, bajo la intensa nevada casi histórica de Madrid capital del viernes anterior. En ese momento, además de la sonrisa de oreja a oreja que reflejaba mi rostro, se empezaba a pasar por mi cabeza la imaginable imágen de toda la sierra y pie de sierra, absolutamente nevados, como estaba ocurriendo allí mismo. ¡Aquello había que verlo! Como quiera que ese fin de semana me apetecía descansar, me limité a idear una breve salida de media mañana, sin madrugar, a uno de los más vistosos miradores de la sierra, al mismo tiempo de rápido acceso (relativamente, teniendo en cuenta el transporte): El Cerro del Castillo.

¿Cuándo salir? ¿sábado o domingo? Factores como la elección del día para descansar, la durabilidad de la nieve, la posible presencia de nubes tapando la sierra, la disponibilidad de los amigos, etc., pasaban por mi cabeza barajando las dos posibilidades. Cuando comprobé en foros de internet que en la sierra no había caído prácticamente nada aquel viernes, me desilusioné bastante. Pero he aquí que el sábado, ya por la tarde, me enteré, por las mismas fuentes, que definitivamente había nevado allí por la noche. Finalmente, había que ir, y la única opción era ya el domingo, evidentemente. Bueno, ni había caído mucho, ni duró demasiado, así que lo ideal habría sido lo imprevisible: ir el sábado sin saber que era la noche anterior cuando iba a caer. Implanificable, vaya. A todo esto, los líos de horarios de trenes (informaciones contradictorias) puso más estress aún a la preparación de lo que sólo era un paseo (véase que en esta ocasión ni siquiera he puesto la habitual adevertencia inicial de otras rutas montañeras).

En definitiva, que creo que la conclusión en esta ocasión es que las escapadas campestres ofrecen más por lo inesperado que por lo planificado.

De Cerro del Castillo


Por otro lado, no se puede negar que el lugar es muy agradable, con unas muy bonitas vistas de la Sierra de Guadarrama, como muestran las fotos. Sin embargo, deslucen este tipo de paseos la frecuente presencia de elementos propios del mundo del que escapamos: el ruido de las motos de cross. Bueno, ellos también buscan escapar, pero de otra manera. No creo muy probable que se vayan a parar a contemplar poéticamente los perfiles atractivos de Siete Picos, La Maliciosa o La Pedriza que se otean desde aquí; o a relajarse en un ambiente más pacífico que el de la ciudad; o a respirar el aire puro del campo, con la fragancia de las jaras y las encinas que crecen por aquí... En definitiva, me parece que no vienen a entablar diálogo con la naturaleza; Y si yo cayera en tal desprecio, creo que me sentiría tan incómodo como me suelo sentir en una discoteca (donde lo natural es, en principio, bailar -por eso procuro no ir a estos antros-).

De Cerro del Castillo


El otro inconveniente que me queda por comentar de esta escapada está realacionado con la poca disponiblidad de tiempo. Habiendo amigos, cosas de las que hablar, chocolate que comer, y fotos que hacer, al final me faltó ese rato contemplativo que no debe faltar en estos lugares, para que la escapada sea completa. Como el estar tumbado escuchando música, para no pensar en otra cosa que en la obra, o meterte de lleno en la historia de una película o novela. En este caso, fundirte con el paisaje que observas, sentirte insignificante y privilegiado ante ello. No hay que poner horarios a estas cosas para que salgan realmente bien. Aunque, vista la relativamente baja (y por tanto decepcionante) cantidad de nieve, espero poder cumplir este objetivo en una mejor ocasión (cosa que está claro que no es fácil). Pero habrá que seguir intentándolo... Una que me apunto (y esta sí es tela de difícil): Ver el Yelmo de La Pedriza bien nevado (y de cerca, desde su misma pradera en la cara sur)... Si la planificación de esta escapada 7 ha costado y el resultado no ha sido perfecto, imaginen lo improbable de ésta otra...

De Cerro del Castillo


Descripción técnica de la ruta.

2 comentarios:

  1. Muy lindos paisajes!

    Suerte!!

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  2. Te daría las gracias por el comentario, pero en realidad el mérito es de la Sierra de Guadarrama, al norte de Madrid.

    En cualquier caso, gracias y un saludo.

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