jueves, 22 de enero de 2009

Prejuicios musicales...

Ya tuve tiempo de hablar aquí de lo que yo considero la mal llamada "madurez" musical. Me gustaría ahora tocar otro tema relacionado, los prejuicios musicales. Puede que sea una cuestión no muy original, o incluso ya manida, pero sin embargo creo que sigue siendo más habitual encontrarse con gente que no repara en dicha práctica, aún protagonizándola frecuentemente. Digámoslo claramente: en casi todos los temas en general, y en el de la música en particular, todos somos más prejuiciosos que sabios.

El motivo de esta entrada viene en realidad de cierta discusión que tuve en cierta ocasión con miembros de mi familia (primos/as y demás). En aquella ocasión me ocurrió lo que tantas veces, llegó un momento en que, aun siendo consciente de los errores de alguno de mis interlocutores, no encontré las palabras para rebatirlo, y luego las ideas ya me llegaron demasiado tarde. Es algo que me ocurre a menudo, y me da mucha rabia. Lo bueno es que ahora tengo este blog para resarcirme ligeramente.

El caso es que cierta persona había recurrido a las tópicas y -en mi opinión- trasnochadas críticas de siempre hacia el Heavy Metal: Que si es ruido, que si son gritos, que si son macarradas... Como yo por entonces ya llevaba muchos años oyendo dichos argumentos, normalmente provenientes de personas lejanas a ser conocedoras en profundidad del estilo, y normalmente los solía discutir con razonamientos que no acababan de convencer al ignorante (en Heavy Metal) rival dialéctico, he aquí que en esta nueva ocasión salí con un soliloquio bastante más diplomático y ecuánime: "Lo que nos ocurre a todos es que la música que escuchamos cada uno de nosotros nos parece siempre la mejor, y creemos que los demás escuchan mala música, o no saben apreciar lo que nosotros consideramos bueno"; más o menos fue lo que solté.

El breve silencio parecía darme la razón, o al menos cierto aire de haber dado un paso más allá de hacia donde suelen ir estas discusiones. Pero he aquí que otra persona, que podría decirse que tiene el Heavy Metal interiorizado como una especie de pesadilla o trauma personal, no pudo reprimirse y, por supuesto, en esta ocasión necesitó recurrir a algo más sólido que lo de los pelos largos y los macarras, dada mi intervención anterior. Lo paradójico es que su argumento, muy bien trabajado, era una perfecta muestra de prejuicios musicales, que eran lo que yo acababa de criticar unos segundos antes. Esto fue lo que dijo:

"No estoy de acuerdo, Alberto, porque yo sé distinguir, entre las músicas que no me gustan, las buenas de las malas. Por ejemplo, el Jazz no me gusta, pero es buena música, y el Heavy Metal, ni me gusta ni es buena música".

Claro, ante tal discurso, poco podía decir, aun siendo consciente de su ignorancia al decir "el Heavy Metal no es buena música". Sólo se me ocurría balbucear: "no sabes de lo que hablas, no esntiendes de Heavy Metal", etc. ... es decir, el flojo argumento con que me había defendido siempre ante lo de los gritos y el ruido.

Más tarde lo vi claro: Es un prejuicio del género estereotipo. Si no te gusta ni entiendes de Jazz, ¿Cómo sabes que es bueno? Respuesta sencilla: Porque sabes que le gusta a gente culta, intelectual, sesuda, gente bien vista, gente con buena imagen social. Si no te gusta ni entiendes de Heavy Metal, ¿cómo sabes que es malo? Aplicando la regla de tres: melenudos, macarras, barriobajeros, e incluso drogadictos y delincuentes suelen ser, aparentemente, sus oyentes...

La respuesta que me hubiera venido en bandeja en aquel momento habría sido la siguiente: "¿Entonces cómo juzgarías, según tu sólido método de calificación, a un grupo que toca al mismo tiempo Heavy Metal y Jazz? Más que nada, te lo digo porque tal cosa existe": Véase el siguiente vídeo: The Dark Eternal Night - Dream Theater (especialmente entre el minuto 4 y 5).

¿Qué es, si no, el Rock Progresivo, un estilo por cierto tan antiguo como el Heavy Metal?: Jazz, Rock y Música Clásica. Y una de las bandas precursoras del Heavy Metal, Deep Purple, bebían de ese Rock Progresivo, y tenían a un batería con un estilo, por momentos, muy Jazz: Ian Paice. ¡El Jazz es, sin duda, uno de los géneros, directa o indirectamente, influyentes en el Heavy Metal! ¡Toma ya! ¡Y no es ninguna barbaridad, aunque a algún ignorante pueda parecérselo! ¿Qué decimos ahora de la separación entre la buena música (Jazz) y la mala (Heavy Metal)?

Pero hay más. ¿Qué pasa con los guitarristas de influencia clásica? ¿Qué hay del alma de J.S. Bach en los solos de Yngwie Malmsteen o de Timo Tolki de Stratovarius (son sólo una pequeñísima parte de los ejemplos totales)? ¿Qué ocurre con la técnica de horas y horas de ensayo de todos esos guitarristas, muchos de ellos tan de conservatorio como un buen violinista de orquesta sinfónica? ¿Sería capaz el 80% de los guitarristas de grupos Pop - Rock de éxito, admirados y bien vistos por todos, de tocar esos mismos solos? ¿Y qué pasa con el alma Blues del Heavy Metal? ¿El Blues es buena o mala música?

El perogrullesco y repetido hasta la saciedad -y no por ello incierto- dicho "sobre gustos no hay nada escrito" está, en relidad, mal formulado; debería ser: "sobre gustos no debería escribirse nada", porque en realidad hay escirto, y mucho (demasiado). Sobre lo que no entendemos, no deberíamos hablar nada, y con ello acertaríamos más a menudo.

Para cerrar el artículo, voy a hacer una comparación que quizá pueda sonar desafortunada, pero no por ello me parece que sea injusta. Si la sociedad superó a lo largo de la historia, o al menos trata de seguir superando ciertos prejuicios intolerantes, relacionados con la raza, con la condición sexual, etc., no veo por qué no puede tener madurez suficiente como para aceptar diferencias en principio menos cruciales para la convivencia como los gustos musicales. De verdad que lo de "está demostrado que el Heavy Metal es malo" me recuerda a "los negros son inferiores" o "ser gay va contra la ley de Dios". ¡Ya está bien, hombre!

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