sábado, 30 de mayo de 2009

Cumplido plan 26: "Abre los Ojos"

De ¿Viviendo o escapando?


Podría destacarse del segundo largometraje de Alejandro Amenabar su potente historia: sugerente, enrevesada, paranoica, angustiosa... O el elaborado guión que la desarrolla. O la excelente narrativa con que se cuenta, merced a un ritmo y un montaje que atrapan, especialmente la primera vez que se ve: recuerdo que a mí me produjo la sensación de constante sorpresa y agrado, a pesar de estar viendo practicamente una pesadilla; era como si los sucesos y giros del argumento me llevasen exactamente por donde yo quería, aun sin esperar en absoluto dichos giros, o en algún caso en el que ocurría lo contrario a lo deseado, sin embargo enseguida conectaba con la nueva perspectiva. Eso, por desgracia, no he podido sentirlo en esta nueva revisión de la película, porque es de esos films en los que no conocer la historia aumenta con creces su disfrute (lo cual habla de una meritoria empatía del realizador -que sí conoce la historia, y mejor que nadie- hacia el espectador).

También podrían destacarse los múltiples temas de los que se habla dentro de la historia, y sobre muchos de los cuales da una perspectiva singular, un nuevo punto de vista para la reflexión. Por ejemplo, la aceptación/autoaceptación y el rechazo. La soledad en medio de la multitud. Por ejemplo los conceptos de amistad, amor y deseo. Los celos. Y la hipocresía. El materialismo. El egoísmo. Y por ejemplo (y especialmente) los entresijos de la psicología humana, con la idea de la capacidad o dificultad de controlar nuestras vidas emocionalmente. También la subjetiva y caprichosa interpretación de la realidad; y más, la confusión entre real e ireal; la distinción entre recuerdo preciso y recuerdo modificado o incluso completamente imaginado. Por otro lado, me parece admirable la manera en que se plasman las características habituales de los sueños, que todos hemos vivido en diversas ocasiones, y la forma en que éstas son utilizadas para contar buena parte de la historia.

Pero si algo tengo que destacar de ésta película precisamente en este blog, por la relación esencial que tienen ambos, es la idea de la búsqueda de la idealización de la realidad. La realidad que deseamos para ser felices forma parte de un sueño; su búsqueda obsesiva, más aun al chocar con la cruda realidad, se puede acabar convirtiendo en una pesadilla. Es una paradoja. Es la paradoja de vivir o escapar. Si no escapo no puedo ser feliz, pero tampoco puedo vivir en una constante escapada, que en sí misma podría consituir otra nueva prisión (por si fuera poco, inventada). Ciertamente, el trasfondo de "Abre los Ojos" es melancólico en esencia. Hay una frase metafórica de la película, expresada con hondo pesar por el personaje de Eduardo Noriega, que me parece que lo resume todo: "En mi sueño no llueve".

(SPOILER): Os confesaré cual era mi teoría acerca de lo que realmente ocurre, tal y como lo interpreté tras haberla visto por primera vez: Todas las escenas cronológicamente posteriores al accidente de coche provocado por el personaje de Najwa Nimri son los sueños y pesadillas del personaje de Noriega durante el coma que sufre en dicho accidente; Al final de la película, despierta del coma ("abre los ojos"). Después de ésta nueva vista de la película, ya no me convence tanto dicha posibilidad pero, es más, creo que lo de menos es interpretar ese final. La película cuenta cosas mucho más interesantes que el hecho de dilucidar los sucesos.

Finalmente -no puedo evitarlo- diré que mi toma favorita de la película es la imágen de Penélope Cruz en lo alto de la Torre Picasso con la Sierra de Guadarrama de fondo. No es fácil aunar tanta belleza en un sólo plano...

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