Me ha dado rabia cuando me he dado cuenta (y ya he tardado) de que, al margen de lo muy manida que pueda parecer ésta frase que titula la entrada, encima se parece demasiado a un eslógan de una famosa (y contraria a mi forma de ser) marca de ropa deportiva. Pero es que me gustó tanto cuando la leí pintada el viernes en una pared de Granada, por el momento en el que me pilló, que más rabia me daría aún no reflejarla sólo por ese molesto detalle...
El caso es que no es gran cosa, aparentemente, pero sin embargo es clave. Y si te coge en un momento psicológico como el que tenía en ese momento, y aún la vuelvo a pensar tras el que téngo después de volver de Sierra Nevada, aún me parece más importante. Por supuesto, se le puede poner mil "peros" y matices, pero en esencia es filosofía vitalista, de la que busco, o de la que me gustaría buscar siempre. Y en el grado de cumplimento de la misma está probablemente el nivel de plenitud alcanzable; pero ¡ay! qué difícil mantener ese grado de cumplimiento en un nivel aceptable...
Yo, como siempre con mi lado pesimista haciendo acto de presencia, también considero importante pronunciar la frase en sentido negativo: ¿Qué no quieres hacer? ¡No lo hagas! La verdad, aquí el grado de cumplimiento aún me parece más difícil, y más óbice para la infelicidad tal cosa.
No sé si es correcto decir que ambos puntos de vista se podrían resumir en dos palabras: derechos y deberes... Pero es que no tengo claro que aquello que no queremos hacer sean realmente deberes, ni tampoco que todo aquello que la sociedad llama deberes sean realmente deberes justos o simplemente formas de hacer más ricos a los ricos o más poderosos a los poderosos (por ejemplo), o incluso meras formas de hipocresía o imágen social bien vista... bueno lo dejo que me voy por los cerros de Úbeda... Yo sólo hablaba (o quería hablar) de filosofía de vida.
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