lunes, 19 de abril de 2010

Cumplido plan 72: Gaia III. Atlantia.

"Ya no quedan sueños.
Qué difícil es dibujar sonrisas en el corazón.
Ya no queda nadie con quien naufragar.
Sólo queda el ayer."

(Atlantia - Txus).

He tardado algo en ponerme con esta entrada desde que me hice con el nuevo disco de Mägo de Oz y lo escuché por primera vez. Y es que, tras esa audición inicial, creí conveniente darle más oportunidades de las que en un principio habría imaginado que necesitaría.

Al terminar de sonar el segundo CD en mi equipo en esa primera escucha, tenía una sensación contradictoria. Por un lado, nunca un disco de Mägo de Oz me había sonado tan raro, tan diferente a los anteriores. Por otro, no sabía medir mi grado de decepción en ese momento, pues antes todos los discos de Mägo me maravillaban desde la primera escucha, pero también había percibido muchas cosas en este "Gaia III" que tenían muy buena pinta. Dos o tres escuchas más me ayudaron a superar el choque inicial y a disfrutar el disco, y otras tres o cuatro más me han llevado a una opinión que ya no parece modificarse mucho más con cada nueva audición: Me gusta bastante, pero no me parece la mejor obra del grupo, ni de lejos. Bueno, supongo que el paso del tiempo aún podría tener más que decir, pero no voy a esperar al año que viene para escribir esta entrada...

De lo que tengo una sensación bastante clara es de que en realidad no hay un cambio estilístico tan radical como podría parecer en la primera escucha, o como se ha dicho por ahí, ni mucho menos. Al igual que han hecho muchas veces antes, han añadidos retazos de estilos que antes no habían tocado, pero la base y la esencia sigue siendo la misma. No hay que adaptarse a "entender" a un grupo que haya removido ostensiblemente sus cimientos musicales, ni mucho menos. En la segunda escucha del disco ya me empezó a quedar bastante claro, una vez que aparté de mi la ofuscación inicial. Creo que ese cambio es más bien una apariencia externa, y se debe sobre todo a la manera de grabar el disco, a la producción o a las mezclas. Es decir, que tampoco hay que sobrevalorar el disco desde el punto de vista tan manido de "todo gran cambio necesita un gran esfuerzo por parte del oyente"; no es para tanto. No son The Flower Kings ni Dream Theater, son (siguen siendo) Mägo de Oz.

Pero en lo que si creo que hay que escribir un párrafo aparte es en lo de la mencionada producción. Porque ahí radica la mayor parte de la polémica. Es indudable que el disco tiene una gran calidad de sonido, y un enorme y meritorio trabajo de mezclas; tal vez el mayor de toda su discografía. Lo que ya no me parece es que tenga "calidez" de sonido; es decir, me parece que le falta autenticidad, que las voces me suenan menos limpias, menos verdaderas que antes, acolchadas por tal aluvión de sonidos, arreglos, orquestaciones y efectos. Diría que es un disco de efectos especiales, de florituras tecnológicas, en detrimento de la instrumentación real. Ojo, esto puede agradar a muchos, siendo una cuestión de gustos; esos sonidos electrónicos, propios del metal industrial, son la novedad estilística que desubica al oyente habitual de Mägo en la primera escucha. Pero es que veo un problema parecido en algunas de las orquestaciones pseudo - sinfónicas, que normalmente a mi tanto me gustan (las de "Gaia II" me parecían espectaculares); aquí a veces me suenan a pastiches, tipo versión cutre de banda sonora de "Piratas del Caribe", metidos con calzador en medio de donde no acaban de pegarme (por ejemplo tras la parte lenta introductoria de "Dies Irae"). Por otro lado, en "Gaia II" esas orquestaciones sonaban más auténticas: contaban con un cuarteto de cuerda real para apoyar a los teclados orquestales; en "Gaia III" es todo orquestación sintetizada, y se nota (y mucho).

Y, al margen de lo del sonido, sigo teniendo la sensación (como en esa primera escucha) de que la calidad media de las composiciones ha bajado sensiblemente con respecto a trabajos anteriores, si bien hay canciones concretas que son un verdadero chorro de aire fresco a su repertorio. Pero para esto ya prefiero desglosarlas una por una.

"El Latido de Gaia": Desde el primer momento (musical) queda claro el cambio: sintetizadores y teclados se adueñan del protagonismo, dejando algo de tregua a las orquestaciones, y relativamente poco espacio instrumental a lo que hace años entendíamos por Mägo de Oz. Es sólo una apariencia, porque en lo melódico se acude a pasajes de "Gaia I" y "Gaia II". Con las repetidas escuchas acaba siendo una introducción efectiva y resultona para el disco, pero toda comparación con "Obertura MDXX" o "Volaverunt Opus 666" me resulta durísima.

"Dies Irae": Bonita parte lenta inicial (pero muy lejos de la equivalente de la canción "Gaia"). Luego viene lo del pastiche orquestal mal ubicado (para mí), que sin embargo en seguida si suena potente cuando entra el grupo en plan metalero, máxime con los épicos coros en latín, muy espectaculares. Y ya el tema en sí me gusta mucho: típica canción de metal alemán, que cuanto más la oigo más me parece que no tiene tanto que envidiar a su equivalente "La voz dormida". No falta, como en aquella, la inevitable incursión instrumental clasicista barroca. Creo que el final de la canción habría quedado más grandioso si hubieran mantenido más rato los coros en latín (como que el oído me pide más cada vez que la escucho). En cualquier caso, muy buena, de mis favoritas del disco.

"Für Immer": Pero el corte seco del final de la anterior se justifica para algo que no me gusta nada, y que encima no me pega del todo con lo anterior: El comienzo a base de sintetizador de la siguiente. El tema, con el estribillo en alemán debido a su argumento (alude a misteriosas justificaciones ocultistas de Hitler a sus funestos propósitos), parece una alejada versión ibérica de Rammstein, por tener parte de la letra en tal idioma, por los sintetizadores, y por su sonido pegadizo - machacón (por lo demás es un típico tema rockero de Mägo). Musicalmente, me parece entretenida y resultona, en el mejor de los casos. Con esta canción hemos entrado en una fase del disco con varios temas consecutivos de calidad aceptable pero tirando a mediocre, para mi gusto. Y no es una cuestión de cambio de estilo, pues básicamente son tipos de canciones que, pequeñas novedades aparte, ya han hecho anteriormente.

"Vodka´n´roll", por ejemplo, es el típico tema fiestero - macarra de toda la vida de Mägo, con sonido entre rockero, medio punkie, toques folk y algo de ska. Vamos, de los que, también de toda la vida, suelo pasar con el botoncito de los dos triangulitos horizontales...

"El Príncipe de la Dulce Pena IV" promete positivamente hasta los 21 segundos, pero luego me aburre un poco (en general). Tiene poco que ver musicalmente con su homónimo; más bien anda en la línea rítmico - melódica de "El Arbol de la Noche Triste" o, más aún, "Diabolus in Música", pero venido a menos. No está mal, pero me suena algo empalagoso, sobre todo en las estrofas, quizá porque no me gusta la manera de cantar de Carlos Escobedo de Sober (me resulta artificial, relamida y forzada). Eso sí, los puentes instrumentales detrás de los estribillos, con ese cambio de tono a acordes mayores, me parecen como un brillante rayo de luz en las tinieblas.

"Mi hogar eres tú" es otro aceptable pero olvidable tema rockero, en el que lo mejor es el juego rítmico en las estrofas (sobre todo al comienzo de la primera), y lo peor es el posterior exceso de teclados ambientales de fondo, así como la duración más larga de lo necesario, teniendo en cuenta lo que contiene.

"Fuerza y honor ("El Dorado")" es la que más me asustó por su comienzo electrónico, pero luego resulta ser la recuperación de la calidad en el disco. Un tema instrumental muy trabajado y efectivo, con muchos estilos y muy bien estructurado. Se fundamenta en el folk, pero pasa por momentos de jazz fusión y alguno medio progresivo. Más que nunca, suenan a los Gwendal más experimentales. Me agrada practicamente tanto como "Runa llena" o "El Callejón del infierno".

"El violín del Diablo" me pareció desde el primer momento uno de los grandes temas del disco (si no el mejor). Heavy, emotivo, épico, espectacular, muy muy grande. Suena a Mägo, pero suena a novedoso dentro del repertorio de Mägo. Me recuerda a Avalanch sobre todo en la línea melódica, especialmente en los cambios de tono del estribillo. Por cierto, cantado íntegramente (y muy bien) por Patricia Tapia (que escribió su letra).

"Siempre (Adiós Dulcinea II)" es la balada del disco, cerrando el primer CD. Está bien. No es de las mejores del repertorio del grupo, pero me parece menos cansina que "Desde mi cielo", aunque no me gusta tanto como "Creo (La Voz Dormida II)". Escuchable.

"Mis demonios" abre el segundo CD (que me parece mejor que el primero) volviendo a la línea del medio tiempo melódico de "El Príncipe de la Dulce Pena IV", con bastante mejor resultado para mi gusto, aunque aún sin llegar a la gran "Diabolus in música". Comparaciones aparte, me gusta bastante.

"Que el viento sople a tu favor" es el inevitable "Molinos de viento" de turno. Para mí, a partir de "Fiesta pagana" (inclusive) empezaron a sobrar todos, creativamente hablando, lo que no quita que puedan ser razonablemente escuchables y entretenidos. Pero churros de un mismo molde, al fin y al cabo. Por otro lado, no deja de ser curioso que, si la letra de la anterior del disco alude a los estragos del alcohol y las drogas, en ésta te condenen a una maldición mortal si no te emborrachas...

"Sueños dormidos" me parece otra de las (pocas) maravillas del álbum. Una preciosidad de melodía aflamencada (qué fácil se me hace este género - que en sentido puro no me gusta - cuando las voces no son nada flamencas y el sonido es rockero). Tocada e interpretada con autenticidad y emotividad (aquí no hay arreglos que me ofusquen). Muy buena y sensible la letra, aludiendo a la enfermedad del Alzheimer.

"Aún amanece gratis" es un optimista medio tiempo acústico, bien ejecutado y efectivo, aderezado por algún toque folk, y por un curioso y breve interludio con sonido de balada de AOR setentero en la línea de Boston o Toto al que le han añadido unos coros muy a lo Queen.

"La soga del muerto (Ayahuasca)", por rara que pueda parecer, es la típica canción gamberra o canalla de Mägo de Oz aludiendo a estados alucinógenos debidos al consumo de algún tipo de droga, y que a veces lo han hecho con un estilo esperable (en plan rock and roll en "El Bálsamo de Fierabrás" o "El Señor de los gramillos"), y a veces con un estilo menos "convencional" (a lo charleston en "Domingo de gramos"). Aquí, definitivamente, han hecho una mezcla de lo más alocada y variopinta, logrando quizá el mejor resultado hasta la fecha en dicha intención(con permiso del último de los ejemplos de antes): Celta a lo Gwendal, una incursión folk en plan oeste americano, otra de piano neoclásico, una armonía de guitarra eléctrica a lo Queen, sonidos circenses... y mucho, mucho desfase... Muy divertida.

"La ira de Gaia" vuelve al rock convencional de Mägo, esta vez con una línea melódica algo siniestra dentro de lo desenfadado. La parte principal de la canción no está mal (pegadizo estribillo), pero mejor aún es la parte central, un medio tiempo bastante logrado y que entronca muy bien con el resto a pesar de la diferencia.

"Atlantia" cierra el álbum en plan épico, siendo el tema largo - sinfónico del mismo. También me parece uno de los más logrados de todo el disco. Lo que pasa es que es un compendio de mil cosas que ya han hecho antes Mägo de Oz, algunas de manera intencionada (aludiendo a otras partes de la trilogía "Gaia"), pero otras no tanto, más bien denotando falta de originalidad (otro estribillo en el que "quiero" esto y "quiero" lo otro, como en "El rincón de los sentidos", por cierto también de manera descaradamente similar a cierta canción de Amaral...); en fin, cómo nos quejamos los oyentes: si no es por que han cambiado de sonido, es porque se repiten... En cualquier caso, y aunque la canción no llega al nivel de otros temas complejos como "Finisterra" o sobre todo esa maravilla llamada "La cantata del Diablo", es un gran cierre, con un autoflagelante y sobrecogedor final narrado por Txus.

Por último, añadir que, en alusión al optimismo o caracter antidepresivo del grupo que mencionaba en la entrada preparatoria, en esta ocasión sin embargo las letras llevan a una conclusión absolutamente pesimista (la oratoria autoflagelante de Txus que mencionaba antes). Da miedo pensar que esas visiones decepcionadas del papel destructivo final del ser humano resulten más lúcidas que el optimismo del "progreso".

Conclusión final. Creo que Mägo de Oz han hecho bien en tratar de hacer algo diferente a lo anterior. En mayor o menor medida, siempre lo habían hecho antes, pero el listón puesto por Gaia II quizá obligaba a un cierto cambio de mentalidad, a un "pensamiento lateral": Haber vuelto a intentar algo demasiado parecido podía haber sido, al mismo tiempo, repetitivo y decepcionante (más decepcionante que lo que han hecho). Que el resultado baje con respecto a lo anterior, quizá era inevitable, pero aun podía haber sido un error mayor. Mientras se tenga la mente abierta, el disco sigue siendo muy disfrutable. Mägo de Oz es un grupo que, en cada nuevo disco tipo "ópera rock", han tratado siempre de superarse; es una apuesta difícil y arriesgada salvo que seas genio y malabarista al mismo tiempo (The Flower Kings o Dream Theater, dije antes). Llega un punto en que eso tiene un límite. Por lo demás, el límite actual lo han alcanzado con mucho más que dignidad, para mi gusto. Que sigan en ello.


"Busco un rincón donde abandonar
toda tristeza que hay en mí
donde la vida no haga pagar
impuestos por querer vivir."

(Aún amanece gratis - Txus).


"Quiero poder recuperar
todos los sueños que vendí
por puñados de progreso amor
perdí mi libertad."

(Atlantia - Txus).

5 comentarios:

  1. Me gustan los discos que hay que escuchar varias veces para que te acaben gustando. Si te enganchan, se genera una complicidad muy disfrutante, que revives cada vez que los oyes.

    A ver si tengo varios ratos para escuchar este disco y reeler después tu exhaustiva crítica, igual que la de la mejor revista especializada.

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  2. Estuve el otro día en la Fnac y vi que se podía escuchar el primer CD de Gaia III, así que, como tenía un rato, lo oí, aunque ninguna canción estaba completa.

    Si bien ha sido una escucha superficial, me gustó especialmente el estilo gaélico de algunas de ellas...

    Además, creo que la música, en general, podría llegar a gustarme tras varias audiciones (no muchas).

    Lo que no puedo escuchar tranquila son las letras referidas al demonio y similares... me da cierto repelús.

    Y para mí las letras de las canciones son lo más importante... si falla la letra ya no puedo escuchar la canción con gusto, como me ocurrió en este caso en alguna canción.

    A ti, ¿no te molesta ese tipo de letras? Supongo que habrá a quien le gusten; quizá tú seas una de esas personas. Es algo que siempre me he preguntado.

    ******

    Por otra parte, y por lo que respecta a uno de mis cantantes favoritos, Bunbury, he estado escuchando su último disco (éste, sí, varias veces y todas las canciones completas).

    Tendré que escucharlo alguna vez más, aunque he de reconocer que las letras y, sobre todo, la música, son demasiado fáciles. Es decir, no tienen el encanto de otros trabajos que tuve que escuchar varias veces para comenzar a saborearlos de verdad.

    Saludos,

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  3. Releyendo tu comentario te diré sólo dos cosas más sobre Gaia III:

    Dies Irae me gustó bastante, aunque, ya te digo, no la escuché entera.

    El violín del Diablo, también me gustó... sólo que de pensar que habla del demonio y no de un ser humano no me permite poder escucharla con paz. Una pena porque, según tú, es la mejor del disco.

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  4. Debo reconocer que, tratándose de música, lo que menos me interesa son las letras. Rara vez me llama la atención la letra de una canción completa; si acaso frases sueltas. Y eso cuando son en español; si son en inglés, ni le presto atención alguna (salvo contadas excepciones). Lo que me atrae de la música son los ritmos, las melodías, las armonías la instrumentación... la música, vaya; de la letra, si acaso me atrae si suena bien, musicalmente hablando, más que por el significado. A veces pienso que la letra es una excusa para que haya cantante. Lo cual no quita que aveces si me interesen algunas letras y su significado. Lo que admiro de los músicos es su capacidad de expresión a través del sonido, de la expresión no escrita; eso es lo que les hace músicos, lo otro es cosa de poetas; y a veces pueden ser ambas cosas, pero incluso en ese caso la parte que me interesa o que me atrae a mi (inevitablemente) es la música. Cada vez me gusta más la música instrumental, me encantan los discos de Mike Oldfield sin ni una sola sílaba. No sé si fue a Mozart o a Beethoven al que le pidieron alguna vez que explicara el significado de alguna de sus sinfonías, y el contestó que no se podía explicar con palabras; que si se pudiera no se habría tomado la molestia de componerla.

    En cuanto a las letras sobre el diablo, son una constante habitual del Heavy Metal. En la mayoría de los casos (y creo que es el de Mägo) para criticar o ironizar sobre las religiones, pero sin que el grupo crea en ello. Es, por ejemplo, un canto de libertad contra las morales impuestas: ¿Quién es nadie para decirme a mí que, en nombre de Dios, si hago tal o cual cosa soy malo y estoy condenado al infierno?

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  5. Gracias, Alberto, por tu respuesta.

    Entiendo lo que dices de la música, aunque yo, al contrario que tú, me fijo sobre todo en las letras de las canciones porque voy buscando en ellas la poesía, y eso me hace prestar menos atención a la fuerza que tiene en si misma la música.

    Me propongo, a partir de ahora, fijarme más en las melodías; no por compromiso o por quedar bien contigo, sino para descubrir nuevas perspectivas. :-)

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