Tiene gracia. Ayer venía andando por Preciados, de hacerme con el nuevo disco de Mägo de Oz, y pensaba en ese momento que aun me quedaba este plan musical por cumplir. Decidí entonces que lo escucharía por la noche, antes de acostarme, dejando el de Mägo para hoy. Y antes de terminarme un helado y entrar en el metro, pasé junto a un violinista que tocaba en ese momento el Concierto en mi mayor, La primavera, opus 8, nº 1, de Vivaldi...
Contada la anécdota, diré de entrada que no voy a engañar a nadie: No me considero quien para escribir acerca de música clásica. Estoy muy lejos de ser siquiera un aceptable aficionado. De hecho, casi siempre que escucho clásica tengo la sensación de que se me escapan cien mil cosas, de que no capto ni la enésima parte de lo que vale.
Sin embargo, creo que ocurre algo muy paradógico con este género: Al mismo tiempo que pienso lo del anterior párrafo, creo sinceramente que es un estilo que puede (o podría) gustar a cualquiera, sea cual sea su condición y nivel cultural. Más allá del nivel de percepción de cada cual, creo que es un sonido muy universal, y sólo los sistemas educativos y la mayoría de los medios de comunicación han podido dificultar en parte su aceptación en la actualidad. Pero su efecto deja indiferentes a pocos; A veces es incluso algo inconsciente. Por ejemplo, las bandas sonoras orquestales de las películas, que están basadas en la música clásica, suponen un cambio en el estado de ánimo que suele atribuirse a lo que se está viendo en la pantalla, pero muchas veces es fundamental su poderoso efecto anímico. Esto es algo que puede ocurrirle (y le ocurre) a quien jamás ha sospechado conscientemente que le guste la música clásica.
Sin ir más lejos, yo anoche volví a sobrecogerme con la violencia dramática del primer y tercer movimientos de El verano, o del primero de El invierno. Son los dos que más me gustan. Me encanta el barroco cuando se desarrolla en ritmos veloces y acordes menores.
Es verdad que Las cuatro estaciones de Vivaldi es una de esas obras que pueden calificarse de accesibles, y por eso es de las que, a mi nivel, prefiero escuchar.
De todas formas, reconozco que me cuesta ponerme a ello. El plan preparatorio me lo propuse hace casi dos meses, y mientras he escuchado muchas otras cosas más actuales. De momento, sigo tirando más a la vertiente rockera. Eso sí, cada vez me interesa menos el rock a secas ("It´s only R´N´R so I don´t like it"). Prefiero a los músicos que, dentro del rock, buscan complejidades mayores. Mi ideal actual está a medio camino entre la música clásica, el jazz y el rock. Y que fusionen otras cosas (música celta, por ejemplo).
De lo que no me cabe la menor duda es que la música clásica (aceptando que reúne muchas épocas y subgéneros), es la mejor de la historia. Si no, no seguiría causando tal admiración dos o tres siglos después. ¿Qué se dirá de los músicos actuales (por ejemplo, los de la SGAE) dentro de 300 años? ¿Se hablará de ellos...?
Como bien dices, lo que llamamos clásica reúne muchas épocas, es infinitamente rica y variada.
ResponderEliminarIncluso dentro de una misma época puedes encontrar diferencias notables, dependiendo del compositor.
No te quedes sólo con una época, o con las obras más conocidas de los compositores más conocidos. Husmea un poco y encontraras verdaderos regalos para tus sentidos.
Por cierto, buenas fotos, como siempre.
Ummm... me alegra que seas de los que todavía compran discos. Yo soy de la teoría que hay que hacerlo, frente a quienes se lo bajan todo de Internet.
ResponderEliminarPor otra parte, te dejo aquí esta vídeo.
http://video.google.es/videoplay?docid=-6200291961635473004#
No sé si te aportará mucho, visto lo que dices en la entrada, pero por si necesitaras más argumentos a favor de la música clásica, de la que reconozco que soy una completa ignorante.
Lo de las cuatro estaciones "suena" bien. A ver si me animo.