"Todos somos mucha gente, todos llevamos a muchos dentro, personas con los mismos recuerdos que nosotros que nos van ganando terreno y al final nos sustituyen. En eso consiste la madurez. En no reconocerse". (Los años extraordinarios, Rodrigo Cortés)
jueves, 14 de enero de 2010
Cumplido plan 57 (ahora sí): Donde Viven los Monstruos
Pues la verdad es que se me hace francamente complicado elaborar un comentario acerca de esta película. Por un lado, es fácil caer en lo tópico, en lo evidente. Por otro, muy difícil extraer lo más intimista de la historia acertando en lo que pretendían transmitir los realizadores. Aunque claro, siempre queda aquello de que todo, y especialmente el arte, es interpretable individualmente. Así que por ahí voy a tirar, como pueda...
A mí me parece que esta película es un viaje al interior de la mente de un niño, en una etapa de la infancia en que se empiezan a percibir demasiadas realidades del mundo adulto, pero aún no se está preparado para asimilarlas. Y al mismo tiempo, creo que juega con la ambigüedad de saber discernir realmente cuáles de las preocupaciones emocionales humanas son exclusivamente infantiles, cuáles adultas, y cuáles comunes a cualquier edad. Yo incluso diría que seguramente juega con la idea de que en realidad son las mismas, pero con diferente punto de vista, con diferente grado de complejidad psicológica, y sobre todo con diferente capacidad para afrontarlas (no siempre mayor en el caso de los adultos, posiblemente).
Entrando ya -inevitablemente- en la terminología propia de este blog, podría decirse que un niño, en general, basa su felicidad en una escapada constante, en un juego, en la fantasía y la imaginación. Cuando el niño empieza, en mayor o menor medida, a dejar de serlo, la proporción de "tiempo de escapadas" va disminuyendo frente a la realidad. Así hasta llegar a la etapa adulta, en la que casi todo son obligaciones, responsabilidades y preocupaciones, y las escapadas quedan reducidas a breves lapsos. En mi opinión, ver una película, leer una novela, escuchar música, viajar, subir a una montaña, etc., son los juegos de los adultos; son los resquicios de infancia que nos quedan; no en vano a veces los llamamos "caprichos".
Pero muchas de esas escapadas tienen un carácter especial. No es sólo "pasar un buen rato". Tratamos de sanear nuestro ánimo tras un mal momento. Nos alejamos del escenario y de la rutina que nos han llevado a una frustración, y desde otro perspectiva, miramos dentro de nosotros mismos para sacar aquello que necesitamos para seguir adelante. Podría decirse que es una especie de "escapada psicoanalítica". Me parece que lo que hace en la película Max, el niño protagonista, es exactamente eso mismo, quizá llevado a un grado que nunca antes había experimentado en su vida, porque igualmente quizá nunca antes se había sentido tan perdido hasta ese momento. De esta manera, Max decide enfrentarse, superando su miedo, a sus monstruos interiores (preocupaciones emocionales), para conocerlos y tratar de aprender a comprenderlos y a que puedan vivir en armonía con él. Y, sobre todo, a saber gobernarlos, como buen rey.
El problema de la historia es que se mezclan al mismo tiempo muchas ideas, y no me queda claro qué se quiere expresar en cada momento. La disyuntiva entre "hacer sólo lo que queremos hacer" y entender que eso afecta a nuestras relaciones con los demás. El difícil equilibrio. Seguramente, el caos es intencionado. De hecho, la conclusión final es que, realmente, Max no está preparado para ser rey de sus monstruos. Se supone que por que todavía es demasiado niño. Pero, ¿demostramos los adultos, en general, estar preparados para gobernar bien nuestras emociones...?
La paradoja final de la filosofía expresada por esta historia creo que consiste en que la verdadera escapada no es hacia el exterior, sino hacia el interior. Se busca un lugar físico lo más exterior y alejado posible al cotidiano, para encontrar lo que cada uno de nosotros somos realmente por dentro. Creo que lo he sentido, por ejemplo en la montaña.
Bueno, aparte de todas estas comidas de tarro, creo que la película me aportó un rato agradable y entretenido, con un par de momentos emotivos. Cierto es que esa emotividad creo que pierde algo de fuerza durante parte del metraje, y también que me habría gustado percibir más humor y diversión en los momentos más aventureros o alegres de la historia, pero también es verdad que debe ser dificil conseguir un buen equilibrio entre eso y la cruel sinceridad del argumento (la dificil convivencia humana). En cualquier caso, merece la pena, creo.
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