lunes, 10 de mayo de 2010

Fracasado plan 79: Un "matao" por Gredos...



ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. Tampoco es del todo recomendable en solitario. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto (que nunca debe entenderse como una "guía"), y por tanto de sus consecuencias.



Más allá de lo muy, pero que muy lejos que estuve de llegar a completar ni la mitad de lo planeado (del itinerario inicialmente pensado sólo llegué a la Quebrada del Judío), la sensación de fracaso a la que me refiero en el título de la entrada tiene que ver sobre todo con lo poco que disfruté, con la sensación de pérdida de tiempo, y con la escasa o nula apreciación de esos sentimientos montañeros que me hacen volver una y otra vez a estos lugares y paisajes.





El primer día, miércoles por la tarde, tuvo que ver con mis problemas personales. Si en mi ascensión al Posets del año pasado la montaña fue un bálsamo para olvidarme de las preocupaciones que había tenido los días previos, en esta ocasión parece que resultaba al revés: En Madrid había estado tratando de no pensar, y al verme en medio del monte con la perspectiva de estar cuatro días solo, se me vino todo encima; no me sentía agusto.



Al día siguiente, sin embargo, ya parecía haberme despreocupado, al tener que pensar en la propia excursión. Pero tampoco me duró mucho la alegría: los agradables robledales, las impresionantes vistas del Almanzor, pronto dejaron paso a una ruta tediosa, larga, con demasiadas pistas forestales, más de las que imaginaba... ¿dónde están esas estrechas sendas de montaña? ¿Dónde está el terreno agreste y natural?





Pero el principal problema es que no calculé bien el esfuerzo de la excursión. Ni la dureza de la ruta en sí, ni mi propio estado de forma. Hacía, mucho (años) que no superaba estos desniveles de practicamente 2000 metros de la vertiente sur de Gredos desde su base con macutón de cuatro días. Cada nuevo tramo de pista me iba costando más y más. Y a eso se sumaba lo tedioso del panorama en ese tipo de feos caminos anchos, ayudando poco al mejorar el ánimo. Yo iba viendo cómo los horarios calculados inicialmente iban acumulando retraso, al tiempo que me cansaba más y más. Por otro lado, en la subida final no iba muy sobrado de agua, estaba bebiendo poco más de lo justo para no tener sed, y aún así estaba cerca de gastarse toda, contando apenas con los manantiales de la propia Quebrada del Judío, punto en el que se alcanza la cuerda principal de Gredos.



Para cuando llegué a la Quebrada del Judío, bastante tenía con poder reponer agua y contar con una pequeña pradera, como una isla en medio de los neveros, para poner la tienda. No sólo me había quedado muy lejos de lo planeado, sino que con mi estado físico, cercano ya al malestar, no tenía la más mínima apetencia por seguir ni siquiera al día siguiente, salvo que me recuperara con el descanso nocturno. Y además es que me daba igual, no me sentía frustrado, ni con rabia por renunciar al objetivo, como con el tercer intento de ascensión a La Covacha. Estaba tan hecho polvo, y tan aburrido por lo feo del itinerario a base de pistas, que no sentía ni de lejos la "llamada del espíritu montañero". Por otro lado, el lugar era tan bonito y vistoso como cualquier otra zona culminal de montaña, pero no me sentía "allí", no precibía mi apego hacia este tipo de lugares. Sólo recuerdo una sensación parecida de otras dos veces anteriores: En el vivac que hicimos en la ascensión al Aneto en 2005, y ese mismo año el segundo día de la travesía por Aigüestortes. Pero esta vez, además, estaba solo. En cualquier caso, que difícil se hace que lo que más te gusta tampoco te funcione a veces...



A todo esto, hacía tanto frío por la Quebrada del Judío, que creí que allí sería una noche muy dura incluso con la tienda, sobre todo porque tendría que meterme enseguida en ella para no quedarme tieso, y permanecer tumbado tantísimas horas me parecía una calamidad (en esa tienda no se cabe de otra forma, ni sentado). Así pues, tuve que hacerme a la idea de volver a bajar unos metros hasta un lugar más adecuado, a pesar del medio mareo que tenía ya por el cansancio. Me tomé un gelocatil, comí un poco, y me puse a bajar hasta encontar un sitio mejor. Afortunadamente, pude dormir muy bien, y extensamente (más de nueve horas).



Al día siguiente, ya volviendo, me sentía mejor. Es cierto que me seguía cansando cada muy poco, y tenía que parar; en el segundo o tercer descanso incluso tuve que echar una cabezada... Luego ya pude tomarme con más ánimo el resto del regreso, pero sin dejar de tener la sensación de que había perdido tontamente estos días que me había pillado de vacaciones. No me servía de consuelo el ver que la meteorología también iba empeorando.





Como dije en el plan del vuelo en globo, escapar es mucho más que el lugar o que la actividad que llevas a cabo.



Descripción técnica de la ruta.

1 comentario:

  1. Hay fotos muy bonitas, pero lo mejor, que querés que te diga, es el título.

    No cualquiera puede hacer ese título... y seguro que habrás aprendido cosas.

    Además, valiente tú por intentarlo... y unos días de vacaciones con uno mismo, aunque ya nos aburramos de nuestra sombra, tampoco está tan mal; así entenderemos lo que sienten los demás al irse de vacaciones con nosotros (je,je).

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