La escritora, periodista, actriz, cantante lírica y filósofa/espiritualista francesa Alexandra David-Néel (1868 - 1969), escribió con apenas 21 años, antes de emanciparse de su acomodada familia para viajar por el mundo hasta entrar de lleno en el budismo, un ensayo de inspiración anarquista, repleto de ingenuidad y radicalismo, pero también de ideas brillantes, frescas y esperanzadoras, de entre las cuales quiero destacar aquí las tres que mejor resúmen el contenido del libro, y al mismo tiempo las que más quisiera incorporar yo a mi filosofía personal, al menos si tuviera la valentía necesaria para ello. Quizá deban tomarse como guía emocional más que como reglas prácticas, porque, obviamente, no siempre son aplicables al mundo tan artificial en que vivimos:
"Obedecer es morir. Cada instante en que el hombre se somete a una voluntad extraña es un instante sustrído a su propia vida."
"La única ley de los seres (naturales), demostrada y confirmada por el estudio y la experiencia, es el deseo vital, la búsqueda de la satisfacción de todas sus facultades, como medio para vivir plenamente, y la lucha contra cualquier forma de sufrimiento. El hombre no tiene razón alguna para creerse excluido de esta ley universal."
"Que cada cual siga enteramente, siempre y en cualquier parte, el impulso de su naturaleza, ya sea ésta limitada o genial. Sólo entonces el hombre sabrá lo que es vivir, en lugar de despreciar la vida sin haberla vivido jamás."
Como hay muchas otras citas interesantes del libro, no descarto poner por aquí alguna más en otra ocasión.
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