Ahora ya sí que puedo decir que estoy disfrutando, y mucho, con este libro. A medida que se sigue narrando la historia del alpinismo pero sobre todo mostrando las emociones plasmadas sobre el papel por montañeros clásicos, voy captando esencias diversas de este maravilloso mundo. Las citas que extraje del capítulo I se quedan ya cortas al lado de sentimientos cada vez más profundos, elaborados, lúcidos y emotivos, pues se van enriqueciendo con la lógica ganancia de experiencia de los alpinistas a lo largo de la historia del desarrollo de su actividad. Ya no sólo encuentro en las páginas del libro pensamientos que había desarrollado yo por mi cuenta (pero que nunca habría sido capaz de expresar tan bien), si no también algunas sensaciones que, habiéndolas tenido en montaña, no me había parado a analizar, y también algunas que aún no he tenido la ocasión de vivir, aunque el libro invita precisamente por ello a subir para buscarlas (aunque algunas pertenecen ya a otra época irrecuperable). En cualquier caso, son tantas ideas (y tan difícil seleccionar las mejores) que plasmarlas aquí daría lugar a una entrada excesivamente larga, y también a un uso indebido del contenido del libro. Así que seré más bien breve.
El capítulo IV, "El profundo sentido de los Alpes", destaca principalmente a dos figuras muy influyentes de la historia del alpinismo, Edward Whymper y Albert Frederick Mummery. De ambos tengo sus dos respectivos libros más famosos; del primero ya leí (y disfruté) "La Conquista del Cervino", y del segundo espero con ilusión el momento de hacer lo propio con "Escaladas en los Alpes".Edward Whymper marcó un antes y un después en la historia del montañismo al liderar en 1865 la primera ascensión al mítico y antes tomado por imposible Cervino o Matterhorn (por cierto la imágen de mi perfil), lo que provocó que de alguna manera se supiera desde entonces que toda montaña, por difícil que fuera, sería ascendida tarde o temprano. La principal aportación de Mummery a la ideología del alpinismo es que ya no importa tanto la cima como la ruta o la vía; se pasa de buscar las cimas por la vía normal o más accesible a enfrentar la dificultad que antes se evitaba; suya es una frase que muestra su humor inglés: "Cuando todo indica que por un lugar no se pude pasar, es necesario pasar. Se trata precisamente de eso"; al margen del sentido alpino de la cita, me parece interesante su valor aplicado a la vida misma. Pero sobre todo me quedo con la manera de sentir la montaña que aporta por un lado la actividad alpinista de aquel periodo heróico y por otro su contemporánea atracción hacia cada vez más profanos. Se sugiere en el libro algo así como que la diferencia entre el turista y el montañero es que el primero podrá disfrutar o como mucho admirarse de los paisajes, y el segundo se enamorará de ellos; sólo el montañero llegará a considerar amiga a una montaña.
En el capítulo V, "Otras claves culturales, alpinas y remotas", se da una relación bastante interesante de libros, álbumes de fotos, cuadernos de dibujo y películas de cine, que a lo largo de la historia han acercado la montaña al ciudadano, y que de alguna manera invita a curiosear. Nuevamente las citas extraídas en el libro son variadas y ricas. Pero se destaca especialmente el sentido de la aventura en la cultura humana, como un componenete de un valor sobresaliente para el desarrollo de su vida, incluso desde el punto de vista didáctico. El filósofo Fernando Savater define "aventura" de esta manera: "Es un salto hacia la plenitud: la aventura es el tiempo lleno. Es el tiempo que ya no es oro, sino auténtica riqueza, el tiempo que no sirve de justificación a ningún salario, el tiempo imposible de comprar o vender; es el tiempo que no se pierde, que no pasa, que no hay que matar -¡no es el ocio!-, es el tiempo que no es tiempo sino eternidad o, mejor, es el tiempo intensivo, el tiempo apasionado...".
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