martes, 3 de noviembre de 2009

Cumplido plan 46: Corredor central de la Cuerda de las Buitreras + alguna afortunada improvisación.

ADVERTENCIA: El montañismo es una actividad que supone riesgos. No debe realizarse sin la experiencia y el material adecuados. El autor se exime de toda responsabilidad sobre cualquiera de las posibles decisiones que pudieran tomar al respecto quienes lean esto, y por tanto de sus consecuencias. Ruta poco conocida y con escasa señalización, apta para enriscarse y/o despeñarse.



Es curioso que dijera en la anterior entrada que el objetivo de este plan era una excusa como otra cualquiera para volver a salir a la sierra. Porque dicha excusa, junto con otra exploración posterior en la bajada, dieron lugar a una de las excursiones por Guadarrama más entretenidas y vistosas en cuanto al itinerario, no ya de los últimos meses o años, sino de toda nuestra experiencia por esta sierra. Pretendíamos explorar una zona nueva de cara a su interés para la futura época de nieve, y la propia exploración fue una gozada, un aliciente en sí mismo.

Hicimos una ruta original, improvisada, poco transitada (en solitario salvo en los puntos de paso obligados como la cima de La Maliciosa), y con un caracter rocoso abrupto realmente espectacular, manteniendo la filosofía de un año más o menos pródigo en crestas accesibles pero imponentes (Posets, Espigüete, Covacha...). Ya dije en otra entrada que me parece importante en montaña buscar la alternativa, la inventiva. Y en Guadarrama es aún más importante, cuando las rutas normales son tan fáciles y están tan saturadas de gente. A veces es cuestión de separarse unos pocos cientos de metros del camino habitual y, sin cambiar de montaña, tratar de acceder por donde no parece tan evidente; sin tener que llegar a dificultades considerables, se puede dar con rutas como esta: agreste, solitaria, vistosa. Un poco de creatividad puede descubrir rincones insospechados en Guadarrama, con un caracter que normalmente vamos a buscar a zonas como Gredos.



Y eso que la cosa no empezó bien del todo, en cuanto a sensación de estado físico y anímico. Quizá por la sensación de estar simplemente haciendo una preparación para una excursión futura, quizá por la eterna repetición de caminos y zonas de aproximación, o quizá por cuestiones más generales, relacionadas con cierto hastío vital, qué sé yo; el caso es que en el tramo entre el Puerto de Navacerrada, Cuerda de las Cabrillas y -por el PR M 17 - la Fuente de la Campanilla (ya en el Valle de la Barranca), íbamos como con sueño, falta de ritmo, cierta dejadez...

Y eso a pesar de que muy al principio habíamos podido contemplar ya el objetivo del plan, desde la Cuerda de las Cabrillas, como se ve en la siguiente foto. A pesar del incómodo trasluz, se puede ver la Cuerda de las Buitreras, por detrás de la cual asoma la cima de La Maliciosa a la izquierda y el vistoso triángulo del Peñotillo (sorpresa final de la excursión) a la derecha. Justo por debajo de éste, se superpone el collado o portilla (prado amarillento, iluminado por el sol) en que acaba el corredor central de la Cuerda de las Buitreras, todo el cual se puede ver perfectamente en la foto siguiendo la caída de la ladera. Por lo tanto, se ve aquí toda la zona culminal de la ruta, con la subida por el corredor hasta la portilla, el tránsito por la cuerda hacia la izquierda (noreste) -al principio bordeando algún resalte, pero luego ya todo el rato por la cresta- la cima de la Maliciosa, la bajada y trepada al Peñotillo, y luego ya vendría la entretenida y aventurera improvisación final, de la que luego hablaré.



Pero el caso es que, hasta poco después de dejar atrás la Fuente de la Campanila, no se puede decir que estuviéramos muy entusiasmados. Subimos unos metros por el camino -PR M 26 - que lleva al Collado del Piornal, y en el primer claro del bosque en que vimos de nuevo la Cuerda de las Buitreras, con la portilla en lo alto (desde esta perspectiva con una equívoca forma de "V"), nos salimos de la transitada senda para subir directos por la ladera hacia el corredor.

Y en el momento de convertirse el itinerario en una exploración, quedando atrás los ya convencionales caminos, el ánimo empezo a renacer poco a poco. No es que fuera inicialmente un terreno especialmente agraciado (al menos sin nieve), pero la cosa ya tenía un cierto interés, un cierto carácter aventurero, y en lo alto nos esperaba una pared rocosa que, altiva, parecía atraernos.



Comprobamos todo lo referente a esa futura ascensión con crampones. Zona umbrosa, a la que la luz del sol no llegará demasiado temprano ni durará mucho: tras las nevadas tardará más días en estabilizarse, pero una vez conseguido aguantará más tiempo por la mañana (no hace falta un madrugón exagerado). El tubo comienza desde bastante abajo y tiene una profundidad de casi un par de metros, con lo que parece adecuado para la acumulación de nieve, aunque hará falta un espesor de más de un metro para que se tape bien el abundante matorral. La pendiente no parece llegar a los 40º, con lo que no sobrepasa nuestro nivel habitual. Tampoco hay demasiados obstáculos rocosos, y en el peor de los casos siempre hay algún hueco para rodearlos, sin salirse del tubo. Y esto último -abandonar el tubo- no es difícil en caso de miedo o dificultad, pues la ladera es amplia y abierta, salvo en el pasillo rocoso final. En cuanto a la continuidad para hacer cima en la Maliciosa, mucho más fácil de la peor de mis previsiones, como ya he dicho casi todo el rato por la cuerda.





Zanjadas las cuestiones preparativas, a seguir disfrutando. La llegada a la portilla final del corredor resultó vistosa por las paredes que nos rodeaban. Las panorámicas desde arriba, hacia la Maliciosa y el Peñotillo, espectaculares y emotivas por lo novedoso de una perspectiva nueva de algo tan conocido y familiar. Y la propia cuerda (que pronto disfrutamos cresteando), era efectivamente uno de esos rincones espectaculares que nos quedaba por conocer de Guadarrama. Espero que algún día tengamos el dominio suficiente de técnica para hacerla en su totalidad, porque debe ser una gozada. La parte que nos quedaba desde aquí para llegar a La Maliciosa practicamente no tenía dificultad, salvo un primer resalte inmediato al collado, que se puede bordear por su derecha. Pero, en cualquier caso, muy vistoso y entretenido.





Ahora ya estábamos animados y disfrutando. La bajada de la Maliciosa al Peñotillo (primera idea que improvisamos por la marcha) la hicimos sin abandonar los pequeños resaltes rocosos de la misma cuerda -en vez de rodearlos-, porque ya íbamos divirtiéndonos con el juego de trepar y destrepar, y también con la gratificante sensación de pérdida de miedo a la exposición: hay en este tramo un pequeño paso de destrepe bastante estrecho, algo aéreo y de dificultad que ronda el I+ o incluso el II, y en el que otras veces anteriores me habría puesto nervioso; me alegra ir dominando estas historias psicológicas. Por otro lado, íbamos con la guasa de la "elegancia" en el cresteo (como si estuviéramos en la Arista Hornli del Cervino, ya ves tú... al filo de lo probable...).



Pero la sorpresa final llegó cuando, en la cima del Peñotillo, miramos hacia la continuación natural de la cuerda, por la abrupta ladera suroccidental de este hermano menor de la Maliciosa, y vimos algún hito que otro, además de un terreno accesible. Agreste, pero accesible. Yo ya había estado dos veces antes en esta cima, pero no me había fijado en este detalle. Lo cierto es que ves el comienzo de la bajada, pero es tal el desnivel posterior que pronto desaparece la ladera en un abismo, y ya ves, muchos metros más abajo, la continuación de la cuerda poco antes del Peñotillo Bajo. Puestos a ser elegantes, lo suyo era seguir por la cuerda; al fin y al cabo era lo que habíamos venido haciendo desde que habíamos culminado el corredor central de las Buitreras. A mi me daba cierta rabia, pues esta ladera del Peñotillo quería yo explorarla pero subiendo, no bajando (idea 13 de la lista de posibles planes montañeros). En cualquier caso, si salía bien era una manera muy buena de redondear tan exploratoria e inédita excursión. Y si no, siempre podíamos volver a subir y dar la vuelta por otro lado. Así pues, a ello nos pusimos, momento cuyo incio quedó reflejado en esta foto:



Y realmente la exploración fue entretenida y gratificante. Hubo un momento en que, perdidos los hitos inciales, llegamos a la parte alta de la canal de la siguiente foto. Vista desde aquí, parecía que se podía descender sin problema. Sin embargo, yo no me fiaba del todo, pues no se veía lo que había más abajo de su pradera horizontal inferior. Tras trepar algún risco para intentar vislumbrar mejor su continuación, y a falta de poder confirmar esta última, decidimos desviarnos hacia la derecha (oeste) de la canal, subiendo por una grieta fácil (I+). La decisión fue totalmente acertada, como pudimos ver ya descendido el Peñotillo: la canal conducía a una pared vertical sin salida aparente.



Poco después de la grieta del desvío, volvimos a encontrarnos los hitos que, tras descendernos unos metros por canchal con escasa dificultad, nos llevaron a un tramo de destrepe fácil (I), con el cual entramos en otra nueva y amplia canal, con terreno de pedrera bastante suelta. Por aquí ya bajamos sin mayor problema hacia la base del Peñotillo, como se ve en esta foto.



Y siguiendo con lo de la elegancia, subimos directamente al Peñotillo Bajo (I), desde donde contemplamos lo espectacular de su tocayo mayor (al mismo tiempo que su propia sombra se ve en la parte inferior de la imagen):



El resto de la bajada, ya por senda cómoda hacia el Arroyo de Tijerillas o la Maliciosa, resultó gratificante por uno de esos bonitos atardeceres otoñales cuya luz tanto favor hacen a la afición por la fotografía. Mientras, atrás, siempre imponente, seguía destacando el descendido Peñotillo. Vaya vía, y vaya posible ascensión futura: espectacular.





Una vez en la zona de los aparcamientos de La Barranca, me parecía muy significativa la imágen del Peñotillo desde abajo -porque desde aquí lo que se ve es el Peñotillo, no la cima de la Maliciosa, que está tapada por aquel-. Siempre tan vistoso, siempre tan llamativo, y sin embargo, siempre el obstáculo a bordear (por el norte o por el sur) para subir a La Maliciosa, cuando esa misma cara suroeste del Peñotillo que habíamos tenido tantas veces a la vista desde aquí era (y es), una de las ascensiones más espectaculares que, sin nieve y sin llegar a un grado II de dificultad, se pueden hacer en toda la Sierra de Guadarrama. Ahora mismo no se me ocurre otra más imponente, en cuanto a la vía, en cuanto al desnivel final, y en cuanto a la permanente imagen de esa erguida cima, siempre visible durante todo el itinerario de aproximación; ni siquiera otras a la propia Maliciosa por su cara sur que ya conzoco (insisto, sin llegar al grado II). Pero claro, si de esta no me había dado cuenta hasta ahora que conozco su accesibilidad, igualmente puede haber otras... habrá que seguir explorando...

No hay comentarios:

Publicar un comentario